Retos del feminismo del s. XXI
La cuarta ola del feminismo estalló el pasado año 2018 como movimiento de masas global e intergeneracional, al igual que las dos que le antecedieron. Esta eclosión había estado precedida por un periodo endogámico, en que el feminismo había mirado hacia dentro para analizar sus contradicciones. Esa cuarta ola llevó a la calle muchos problemas y reivindicaciones —precariedad laboral, la invisibilidad de los cuidados, las políticas neoliberales con la privatización de los servicios públicos etc.— pero, para la profesora de Sociología de Género de la Universidad de A Coruña Rosa Cobo, lo que va a articular esta cuarta ola va a ser la reprobación de la violencia sexual. Esa crítica “hará posible la convergencia entre las posiciones teóricas y estratégicas del movimiento feminista”.
Esta investigadora denunció en las jornadas ‘Igualdad, Sociedad y Futuro’ organizadas por la Diputación de Gipuzkoa que, en los últimos años, muchas sociedades “se han civilizado” al conceder derechos a minorías y grupos vulnerables, pero ello, sin embargo, no ha “alterado la cantidad de violencia que recibimos las mujeres”. Aseguró, además, que hasta que no acabemos con esta forma de opresión “las democracias no van a poder ser legítimas y la ciudadanía será una figura retórica”.
Vuelta a las políticas específicas de igualdad
Su intervención en las jornadas se centró en lo que se ha conceptualizado como cuarta ola del feminismo y las políticas públicas de igualdad y su influencia en los derechos de las mujeres. A propósito de esta última cuestión, se sumó a la crítica del Lobby Europeo de Mujeres hacia el ‘mainstreaming’ o transversalidad de género, del que dijo que “se ha utilizado para ocultar la falta de recursos para las mujeres”, ya que sus acciones “carecen de control”. Reivindicó, en consecuencia, la vuelta a las políticas públicas específicas para las mujeres con un “presupuesto que debería ser amplio” y en cuyo diseño colaboraría el movimiento feminista, al que también se tendría que rendir cuentas.
Cobo considera que, para el feminismo, las políticas públicas de igualdad “son una herramienta fundamental, siempre que no olvidemos que el lugar natural del feminismo es la sociedad civil”. Es más, a su juicio, la mayor o menor fuerza del movimiento feminista condicionará la acción institucional. “Si hay políticas públicas de igualdad es porque hay un movimiento social potente con capacidad de transformación y un movimiento feminista débil dará lugar a políticas públicas vacías de contenido”, enfatizó.
Esta investigadora feminista cree que vivimos un momento político y social “malo para las mujeres”, con la pérdida de derechos y recursos, como resultado de la aplicación de políticas neoliberales. El objetivo de estas estrategias es “poner el mercado donde está lo público cuando lo público es esencial para colectivos en situación crónica de desigualdad”. Es el caso de las mujeres, la mitad de la población.
“El feminismo es un proyecto político autónomo”
Por eso, cree que, además de luchar para erradicar la violencia sexual, otros grandes desafíos de la cuarta ola feminista son:
- Desenmascarar analítica y políticamente la “alianza a muerte y criminal” entre el patriarcado y el capitalismo neoliberal. “Nos va la vida en ello”, enfatizó.
- Construir alianzas entre feministas ante el ascenso de los neofascismos que “arremeten contra las mujeres”
- Preservar la autonomía del movimiento respecto de partidos, movimientos y otras instancias exteriores. “El feminismo es un proyecto político autónomo, lo ha sido siempre y siempre lo será, y esa es la garantía de su éxito político”.
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