La crisis humanitaria desatada en 2011 por la guerra en Siria sobrecogió al mundo entero y activó la solidaridad internacional. Una de las iniciativas que surgieron la protagonizaron cuatro jóvenes de Durango que viajaron al Norte de Siria, al territorio kurdo de Kobane, para conocer sobre el terreno cómo se desarrollaban allí los combates, así como su incidencia sobre la sociedad civil.
Fruto de esa visita constituyeron la asociación Suargi, que desde entonces mantiene contacto permanente con esa zona en conflicto. Kobane ha resistido el asedio permanente del Estado Islámico y sufrió entre octubre de 2014 y enero de 2015 un gran bombardeo que destrozó el 80% del territorio y causó centenares de muertos y heridos.
Aun en estas circunstancias tan difíciles o quizás debido a ello, ha sido posible mantener en pie y seguir adelante con el particular modelo de organización social denominado confederalismo democrático, proclamado por el líder kurdo Abdullah Öcalan. Entre sus peculiaridades destaca el feminismo como pilar básico.
Suargi ha ampliado la participación y mantiene su relación con Kobane apoyada por el Ayuntamiento de Durango. La razón de los lazos y el proyecto de colaboración entre estas dos poblaciones reside en que ambas fueron bombardeadas durante la guerra. Ademas, el trabajo de las mujeres “es muy importante aquí y allí”, explican María Villar Jiménez, Esther Martín, Elene Gabrielle y Alaitz Berriozabalgoitia, componentes de una delegación feminista de Suargi que viajó allá recientemente.
En el transcurso de su viaje, las feministas duranguesas constataron el importante papel de las mujeres, tanto en la reconstrucción de la ciudad siria bombardeada, como en la revolución que supone el confederalismo democrático. Durante su estancia en Kobane han conocido las estructuras de mujeres y a las mujeres que hacían la revolución.
Entre esas estructuras destacan, entre otras, la aldea de las mujeres, la cooperativa de las mujeres, la televisión de las mujeres y la Policía de las mujeres. Mención aparte merecen las milicias de las mujeres (YPJ), que armas en mano combaten al Estado Islámico al lado de los hombres. En cuanto a las infrestructuras, han visitado la Casa de la Mujer de Kobane, que ha establecido puentes con Andragunea-Casa de la Mujer de Durango.
Modélica en el tratamiento de la violencia
Uno de los detalles que más llamó la atención de las duranguesas y que creen que “deberíamos aprender de ellas” es qué ocurre cuando se producen agresiones machistas. “La Casa de las Mujeres es un refugio para las mujeres cuando hay un conflicto familiar. Interviene una mediadora que tiene 9 meses para actuar. Si hay maltrato físico, se le advierte al hombre de que lo que hace está mal y la mujer tiene protección hasta que su vida y su integridad dejen de estar en peligro”, explican. Si no se ha llegado a una solución en ese plazo se da paso a las instituciones judiciales, donde “también hay una persona velando por que el conflicto se resuelva respetando los derechos de las mujeres y dándoles protección”.
Uno de los principios del confederalismo democrático es la autodefensa. “las milicianas de la YPJ hacen frente a las agresiones externas como un acto de empoderamiento, luchan contra la violencia machista del Daesh en el contexto de guerra”. Otro valor muy importante es la igualdad en todas las instituciones. “Hay alcalde y alcaldesa; presidente y presidenta, todos los órganos son paritarios y existen órganos de supervisión y control. También están representadas las minorías étnicas”.
Potente red feminista
La guerra ha creado una potente red feminista, que abarca a mujeres de toda la Federación Democrática del Norte de Siria (Rojava). Ahí están también las árabes. “Es un reto el sumarlas al proyecto de revolución feminista pero la guerra las ha perjudicado también y poder participar en la vida de la comunidad supone una revancha para ellas”. Las duranguesas creen que la experiencia de sororidad de las kurdas nos puede servir para aprender a integrar mejor en los colectivos feministas a mujeres que vienen de otros países.
El resumen del viaje a Kobane y de ese compartir experiencias puede resultar llamativo pero no tanto si se dejan a un lado ideas preconcebidas: “En un entorno de conflicto y destrucción puede surgir algo muy bonito y positivo”.
Suargi se centra ahora en continuar con esa red de apoyo y colaboración entre la población vizcaína y la siria. En abril, una delegación de mujeres sirias visitará Euskal Herria para proseguir con el intercambio de experiencias y amistad.
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