“Los baños del Guggenheim también se limpian con brecha salarial” (o lo que es lo mismo: limpiar los retretes del Guggenheim sale más barato que barrer las calles). Así comienza el escrito que una mujer ha colocado en la plataforma change.org para apoyar a las trabajadoras de la limpieza del famoso museo bilbaíno, que llevan cerca de tres meses en huelga para tratar de eliminar una brecha salarial comparada con la que cobran sus compañeros de la limpieza viaria que sobrepasa el 40%.
Batallas como esta ya se han desarrollado anteriormente y el hecho de haber acabado con la discriminación salarial ha animado a las trabajadoras y algún trabajador subcontratado en la limpieza del Guggenheim a llevar adelante esta huelga que se prevé larga.
Las protestas no están teniendo la repercusión que a sus promotoras les gustaría puesto que, según denuncian las trabajadoras en change.org, además de haber recibido coacciones y amenazas, el Ayuntamiento de Bilbao “participa en el esquirolaje ya que operarios municipales limpian cada día la explanada de la pinacoteca, a pesar de que es espacio privado”.
Triquiñuelas municipales
Asimismo, añaden que la institución “ha contratado mediante triquiñuelas a peones de la limpieza para el interior del museo, ya que todas sabemos que no se puede sustituir mediante contratación a un trabajador en huelga y eso es lo que está pasando”.
Con estas medidas, en su opinión, el Guggenheim ha evitado cerrar en verano o “salir en las noticias como el museo sucio en el que los turistas no pueden ni hacer pis”. De los cuatro baños que hay en el interior, al menos uno permanece abierto.
Entre el personal de limpieza del Guggenheim, en su mayoría mujeres, y el de limpieza viaria, en su mayoría hombres, hay una brecha salarial de 7.000 euros. A pesar de la dureza de la protestan para acabar con dicha discriminación, echan mano del buen humor y del juego para tratar de mantener alta la moral.
No han querido pasar por alto la petición de dinero que dirigió el Ayuntamiento a la ciudadanía para mantener al ‘Puppy’, algo que consideran “ridículo y lamentable” cuando “tiene a sus trabajadoras en estas condiciones”.
