Rosa Pintor fue de las primeras que se atrevió a visibilizarse como lesbiana en Bilbao. Corrían los años ochenta del pasado siglo y salir del armario era entonces toda una proeza. Lo era, en primer lugar, reconocerse a sí misma como lesbiana, y no digamos nada situarse como referente. Ella fue una de la portavoces del Colectivo de Lesbianas Feministas de Bizkaia.
La labor del colectivo era, ante todo, política. Se proponía acabar con la ‘norma heterosexual’, esto es, con la heterosexualidad obligatoria, que consideraban causa directa de la opresión de las mujeres.
Pero las lesbianas feministas no se dedicaban sólo al debate y la reflexión orientada a una “transformación radical del sistema”. Hacían frente a las numerosas dificultades a las que se enfrentaban con grandes dosis de humor y fiesta en actividades lúdicas. Tenían espacios donde se encontraban, conocían a otras mujeres y se sabían libres y seguras para ligar, amar y también, unidas, sentirse más fuertes.
Lugares para el recuerdo
Algunos de esos lugares, por no decir casi todos, eran regentados por lesbianas que actuaban algo así como tutoras y confesoras, y van a ser visitados y recorridos el próximo sábado dentro del programa que Bilbo Feminista Saretzen dedica a la visibilidad lésbica. Hoy, Día de la Visibilidad Lésbica, también habrá actos. Para esta misma tarde, se ha organizado una concentración-performance a las 19:30 en la Plaza 25N (al lado de la estación FEVE del tren). La mañana del sábado arrancará con una ‘deriva’ desde el tinglado de Bilbi, a las 12, y a las 13.30 se saboreará un vermú ‘bollo-tropikal’ al ritmo de la música de la DJ Hija del Nopal, ya de vuelta a Bilbi.
En ese barrio bohemio y multicolor de Bilbao comenzará la ‘deriva’ o recorrido por los lugares que en los últimos 40 años han sido referentes para las lesbianas feministas. “Seremos como una marea que irá inundando poco a poco distintos rincones del Casco Viejo”, dice Pintor.
Esta veterana feminista rememora como locales más emblemáticos el Convento, un pub de la calle Esperanza, antes llamado Canela, donde se reunían las lesbianas de Bilbao y de los pueblos –incluso de otros lugares más lejanos-; y el Txoko Landan, en las escalinatas de Solokoetxe, un amplio local con barra y pista de baile que el colectivo gay EHGAM cedía un domingo al mes al Colectivo de Lesbianas Feministas para celebrar una fiesta sólo de mujeres.
También la txozna ‘Mamiki’ de la Asamblea de Mujeres de Bizkaia, con la que el colectivo tenía relación directa, se situaba como un lugar de quedada y referencia en la Aste Nagusia. Otro recinto era el Gaztetxe, en el edificio del Banco de España, donde recalaban las jóvenes de Matarraskak. Además, había mucho ambiente en el Sorginak, Lamiak y Bizitza. Posteriormente se extendió hacia algunos locales de Bilbi y ahora queda en ese barrio la Gernikesa, en la calle Hernani y, en el Casco Viejo, el espacio cultural ‘La Sinsorga’, cuya apertura se prevé para finales de año.
Una actividad divertida que se organizó entre 1983 y 2005, período de vida del Colectivo, fue una parodia de boda en el frontón de La Esperanza, por donde también se pasará. Y es que las lesbianas feministas estaban en contra de la familia nuclear como institución patriarcal de primer orden y no pretendían que se reconocieran derechos como el matrimonio. “No queríamos ser como las heterosexuales. No sólo éramos lesbianas porque nos gustaban las mujeres. Queríamos derribar la estructura política heterosexual que supone un dominio de las mujeres y el control de sus cuerpos”, puntualiza Pintor. Sin duda, el feminismo y la conciencia de clase constituyeron aliadas necesarias en el planteamiento ideológico.
La portavoz del Colectivo de Lesbianas Feministas de Bizkaia cree que su acción política y lúdica creó una “cultura lésbica” en la capital vizcaína y este año quieren hacer memoria histórica.
Para Pintor, aquellos eran tiempos difíciles, pero también lo siguen siendo los actuales, en los que las lesbianas son objeto de más agresiones que antes, lo que atribuye a los discursos homófobos y lesbófobos de la extrema derecha.
Lesbianas migradas
Más dura aún es la vida para las lesbianas que vienen de otros países. Otra de las organizadoras del programa de la Visibilidad Lésbica es la brasileña residente en Bilbao Amanda Verrone. Representa al colectivo Mujeres del Mundo, que reúne a mujeres migradas.
Asegura que estas mujeres sufren “violencias lesbocidas y lesbófobas” más acusadas que las vascas y es que no hay que olvidar que en algunos de los países de los que proceden ser lesbiana aún se considera delito y muchas migran por las violencias heteropatriarcales que sufren.
Sin embargo, en los lugares de destino no se reconoce esta circunstancia como motivo de asilo y entiende que eso supone “otro armario administrativo” y una vulneración de sus derechos humanos.
Las mujeres migradas tienen también menos asegurada la visibilidad lésbica, en su opinión, pues muchas se ven obligadas a reproducir los cánones heteropatriarcales, a revestirse de feminidad, para no ser doblemente discriminadas, especialmente las más vulnerables económica y socialmente.
Han tratado este tema en dos jornadas que organizó Mujeres del Mundo. Analizaron el lesbianismo político de los setenta en Europa y Estados Unidos, y repasaron la trayectoria del lesbofeminismo en Abya Yala (América) y del lesbianismo “vinculado al proyecto colonial”. También compartieron vivencias.
Sin derechos
En definitiva, Verrone cree “no todas las lesbianas tienen el mismo derecho a vivir su visibilidad” y que cuanto mejor es la posición económica y social más fácil es la salida del armario. También opina que cuanto más crítica se es con el sistema más amenazada está la integridad física de la lesbiana. “Las instituciones nos dicen que tenemos derechos pero en la práctica no es así”.
De hecho se ha fijado que muchas chicas jóvenes van de la mano y se dispensan muestras de cariño “pero estéticamente no muestran ningún símbolo reivindicativo; no hay una identificación de grupo como se veía antes”, lo que puede deberse al miedo a mostrarse.
Unas se pueden visibilizar, otras no se atreven. O sí en unos momentos y lugares, pero no en otros. Todo ello lo expresarán a través de la performance de esta tarde y en el comunicado que harán público para seguir reivindicando la visibilidad lésbica, un objetivo aún lejano.