La antropóloga feminista mexicana Marcela Lagarde cree que el feminismo se puede explicar en pocas palabras: “Es en síntesis la noción de que las mujeres son personas, una noción del movimiento internacional vigente en la que nos identificamos todas y por la que estamos en esta causa”.
Lagarde participó en el Foro ‘Aclaraciones necesarias sobre las categorías Sexo y Género’, organizado por el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México, y ciñó su intervención a comentar ‘El segundo sexo’, de Simone de Beauvoir, a quien considera “el camino” y la “clave” para “quienes empiezan o llevamos años en esta causa”.
La razón es que en ese “libro, único y excepcional, escrito por una renacentista contemporánea”, Simone de Beauvoir “nos dio la llave de entrada a una nueva epistemología, una nueva manera de mirar el mundo para pensarlo con ‘transgresividad’: el método y la epistemología de la deconstrucción de acuerdo con Derrida y Foucault”.
La filósofa francesa “deconstruyó el paradigma para criticarlo y extirparle esa dimensión patriarcal que destruye a las personas y al mundo”. Al mismo tiempo, construyó una “teoría situada como mujer educada en el pensamiento moderno de vanguardia y en el pensamiento crítico”, que aplicó a la causa de la igualdad entre hombres y mujeres.
“Sin sexo no hay género”
Lagarde destacó que la palabra sexo aparece en el título para asegurar que “sin sexo no hay género”. La autora “interroga lo definido para saber qué es ser mujer” y lo hace mediante la “crítica al objeto pensado para eliminar sus desaciertos y potenciar sus innovaciones”.
El método “es dialógico” con cada autor y “revisa incluso a los más progresistas para desvelar cómo ignoran a las mujeres y las condenan a la inexistencia”. Analizó los determinismos vigentes, como el biologicismo, el naturalismo o el psicologismo. y los enriqueció con el feminismo. De ese modo, configuró “ese humanismo moderno democrático”.
Se basó en Levy Strauss para encontrar que las mujeres en el mundo patriarcal son construidas para ser para los otros y que esa es la “fórmula estructural de la condición de la mujer”. Años más tarde, Franca Basaglia reelaboró la categoría como “un ser para cualquier otro” y también “para las causas” por la “entrega absoluta que se exige a las mujeres en el mundo patriarcal”.
A la pregunta de Freud de qué quiere la mujer, Beavoir respondió que “no quiere nada; simplemente no existe, es un símbolo; reúne las diversas y estereotipadas formas que cada sociedad define. La mujer no es un ser, es un mito”, concluyó.
“Cómo pasar de la utopía a la topía, ese es el tránsito feminista”
Sin embargo, entiende Lagarde, “somos únicas e irrepetibles y, si tomamos nuestro destino en nuestras manos, podremos enfrentar mejor el orden patriarcal”.
La antropóloga mexicana entiende que el feminismo invita a cada mujer a preguntarse qué desea. “Nos obliga a pensar qué queremos construir: una voluntad, un anhelo y cómo transitar por nuestras vidas para hacerlos realidad, cómo pasar de la utopía a la topía. Ese es el tránsito feminista”.
Beauvoir asumió el marxismo como su posición analítica pero lo criticó al considerarlo androcéntrico. “Marx no enunció la opresión que hoy llamamos género”. Sin embargo, encontró afinidad en Engels, Alexandra Kollontai, Clara Zetkin y, en algunos aspectos, en Rosa Luxemburgo.
Coincidieron en la “visión genérica del mundo y de la historia” pero discrepancias ideológicas impidieron el encuentro. Las líderes marxistas consideraban que el feminismo era un pensamiento para las clases medias y altas. “Por eso no se unieron a inicios del siglo XX los dos grandes afluentes de la mayor transformación radical que se ha vivido en la historia social”, concluyó Lagarde.
Beauvoir, según la feminista mexicana, se valió del discurso crítico socialista para entender las relaciones entre hombres y mujeres y “subrayó que la opresión está basada en el sexo”.
El género como teoría y como categoría
A esto la pensadora francesa no lo llamó género pero considera que “adoptó este enfoque como una gran teoría” sin proponérselo. En este punto, Lagarde diferenció entre el género como teoría y el género como categoría.
El concepto fue elaborado en generaciones posteriores. Mencionó a la antropóloga estadounidense Gayle Rubin, como “autora reconocida internacionalmente de la categoría de género” y la equiparó a Newton o cualquier premio nobel. Junto a ella, destacó a la historiadora socialista, feminista y marxista Joan Scott.
“El género es el resultado de la interacción de los componentes subjetivos y simbólicos, sociales, culturales y políticos atribuidos. Son los atributos asignados a las personas de acuerdo con su sexo”
¿Qué es el género?, lanzó la pregunta. “Es el resultado de la interacción de los componentes subjetivos y simbólicos, sociales, culturales y políticos atribuidos (subrayó este término). El género es atribución –insistió-. Es ese conjunto de atributos asignados a las personas de acuerdo con su sexo, enmarcado en la sexualidad, en una especie que todavía se llama ‘homo sapiens sapiens’ y que tal vez algún día llamemos ‘gineco sapiens sapiens”.
Insistió en que el género está sujeto a la heterodesignación. “El género no se define a sí mismo. Construirlo es complejo y contradictorio. Atañe al sujeto, a la sociedad civil y al Estado”.
El largo camino de la ‘a’
El género, además, “está emarcado en esa sexualidad de esa especie definida por el dimorfismo sexual, que es biológico” y que, aclaró, “ha sido reconocido por todas las culturas conocidas, en las distintas comunidades y épocas”.
La perspectiva de género que impregna el pensamiento de Beauvoir, y su experiencia vivida, suponen “una vocación transformadora radical feminista que está plasmada en constituciones en todo el mundo; en leyes y en política”. Incluso, considera Lagarde, “está en la base de la extraordinaria reforma del Estado moderno que ha estado construyendo cada país”.
No obstante, el proceso ha sido y es lento. Baste mencionar un dato: no fue hasta la Cumbre de Viena de la ONU 1993 cuando “nos convertimos en humanas ‘con a’. El largo camino de la ‘a’ llegó a definir la condición humana de las mujeres. El largo camino del género –apostilló- ha sido el arduo camino de la ‘a’, que abarca varios siglos y se ha concretado a partir de 1948”, fecha de la publicación de ‘El Segundo sexo’.