Título: Más que una mujer
Autora: Caitlin Moran
Editorial: Anagrama
Páginas: 352
Traducción: Gemma Rovira
La periodista y escritora británica Caitlin Moran se consagró en 2011 con ‘Cómo ser mujer’. Comunicadora precoz, había escrito otras novelas, pero triunfó con este alegato muy personal sobre una gran cantidad de temas íntimos que las feministas hemos convertido en políticos: la sexualidad y el aborto, las relaciones de pareja, la familia…
Esa autobiografía novelada reflejaba sus preocupaciones de juventud y once años después ha vuelto con ‘Más que una mujer’, sobre las inquietudes de muchas mujeres de cuarenta y tantos: “La tiranía de las listas de tareas pendientes; el sexo conyugal en las parejas con hijos y el denominado polvo de mantenimiento; las dudas sobre si una feminista puede ponerse bótox; las posturas de yoga para relajarse; la flaccidez del cuerpo cuando nos plantamos ante el espejo; las malditas tareas domésticas”, detalla la reseña editorial.
Tanto si te inquietan esas cuestiones como si no, si te gustan los textos frescos, directos, irreverentes y bien escritos tienes asegurado el disfrute con este volumen que bien podría titularse ‘La buena feminista (y sus contradicciones)’ remedando un célebre título de Doris Lessing.
El texto, atravesado por un humor seco, sarcástico, muy británico, comienza con un encuentro entre la autora y el fantasma de su abuela, que resulta ser su yo del futuro y que viene a advertirle de algunas cosas. Veamos:
– La papada. Nuestra papada. Tócala.
Vacilante, le toco con un dedo la estalactita de piel fláccida, una especie de moco de pavo, que, por alguna misteriosa razón, sigue oscilando durante unos diez segundos cuando retiro la mano. Hago una mueca y ella chasca la lengua.
– La verdad es que he acabado cogiéndole cariño –dice–. Cuando tengo un día malo, me dedico a sacudirla. Es como un juguetito antiestrés de esos tan monos.
Ahora que estoy más cerca de ella y la veo mejor… Sí, tiene papada, y parece programada para quejarse sin parar, pero se la ve bastante guapa y contenta. ¿Por qué?
– Es el bótox, amiga –dice, y vuelve a tumbarse–. Lo siento, ¿eh? Voy a quedarme un rato aquí. Estoy baldada.
– ¡Bótox! ¡Te has puesto bótox! Pero ¿cómo has hecho eso? ¡No es feminista! ¡Acabo de escribir un capítulo entero explicando por qué es una traición a todos mis valores!
…Sin duda, no recomendable para feministas que se toman la vida demasiado en serio o que desdeñan por intrascendentes las preocupaciones de la mujer blanca, burguesa, occidental y hetero.
Vendió casi medio millón de ejemplares de su primer éxito en 16 países. Y aunque muchas veces el volumen de ediciones no tiene nada que ver con la exquisitez de una propuesta literaria, podría afirmarse que esta escritora se está especializando en el difícil arte de reunir calidad y entretenimiento.