CRITICA LITERARIA 
Palabras como semillas

Título: Las virtudes del huerto
Autora: Pia Pera
Traducción: Juan Manuel Salmerón Arjona
Editorial: Errata Naturae
Páginas: 168

“Como la mente, como el corazón, como los estados de ánimo, el jardín interior es tan ubicuo como el jardín planetario”

Leer ‘Las virtudes del huerto’ es adentrarse en un jardín lleno de agradables sorpresas. Pia Pera, la filósofa autora de este delicioso libro, reflexiona sobre su lugar en el huerto, ese rincón del mundo que no por solitario será aislado ni desconectado. Los pequeños placeres que brotan del cuidado de árboles y plantas, y que en su prosa cobran una gran belleza sensorial, son al tiempo una invitación a la calma y a la observación de las propias actitudes, la prisa o la paciencia, la técnica, la creatividad, la habilidad para escuchar, para dejar ir…

“Que los niños entiendan que nuestro futuro depende de nuestra forma de producir los alimentos. Y que nada podemos hacer solos, ni siquiera cultivar nuestro huerto”

¿Cuál es nuestra disposición hacia el jardín, el huerto? Sea una sencilla planta en un balcón, un rincón en la ciudad, un terreno rural…, ¿con qué ánimo actuamos, qué esperamos, cómo tratamos la tierra, a los habitantes del huerto? ¿Queremos controlar, acotar, eliminar? ¿Buscamos disfrutar, aprender?¿Perseguimos un objetivo o es la finalidad el estar, aquí y ahora?

Mediante el relato, poéticamente narrado, de sus propias experiencias hortelanas, la autora nos introduce en sus cavilaciones metafísicas acerca de los paralelismos entre nuestra mente y la materia y sobre la conveniencia de trabajar en nuestra alma igual que nos afanamos en nuestro huerto o jardín.

El huerto, dice Pia Pera, es como una maestra que con entusiasmo y firmeza, pausadamente, nos enseña a saborear cada momento, a aceptar que lo vivo se mueve, que nada muere, nos muestra cómo cualquier trozo de tierra forma parte del jardín planetario, que no es posible ponerle límites porque siempre se comunica, que cuidarlo es la forma más inteligente de cuidarnos y que nos enlaza con hilos invisibles a la red de seres que habitan el jardín y saben cómo alegrarnos la vida.

“Nuestra época nos reclama otra cosa: que nos sintamos parte del todo, que nos dejemos llevar por la corriente.”

Dos ideas que son como las dos caras de una misma moneda se repiten a lo largo de todo el ensayo: la conexión inequívoca, ineludible, entre lo individual y lo global y la imperiosa necesidad de una educación en la que prime el contacto con lo natural. Poner en marcha las virtudes que el huerto nos enseña pasaría por materializar una escuela en la que el cultivo de la mente sea sinónimo del cuidado de la tierra, un aula al aire libre, propone la autora, en donde la belleza provenga de no diferenciar especies amigas y enemigas y gracias a la que nos convirtamos en aprendices de una nueva manera de habitar el planeta.

Si la virtud es esa disposición del alma al buen vivir, una inclinación hacia lo bello y lo justo para con una misma y con las demás y lo demás, entonces ‘Las virtudes del huerto’ es un manual de ética y estética de urgente necesidad. Sus palabras son como semillas, esperanza de un futuro de paz.

(Julia Rípodas es profesora de Filosofía y desde hace años se dedica intensivamente a indagar sobre la escritura de mujeres y a leer obras de mujeres del pasado y actuales que en general reciben menor atención editorial y mediática. Sus críticas literarias se publican en el blog ‘Cuentan ellas cuentan’ )