La asociación contra la violencia machista Gafas Moradas recaudará fondos mediante crowdfunding para asistir a mujeres que con motivo de la pandemia estén desasistidas o no puedan acceder a las ayudas oficiales.
La agrupación lleva gestando la idea varios meses y ha buscado y logrado la colaboración de una larga lista de artistas y artesanas, que han donado material cultural y gastronómico para sortearlo entre las personas donantes.
La iniciativa, bautizada como Erresistentzia Ehuntzen (Tejiendo la Resistencia), se desarrollará a través de las cajas de resistencia Bizihotsa y Ehuleak, la primera con ámbito en Euskal Herria, y la segunda navarra, ya que la forma de trabajar de ambas agrupaciones “coincide totalmente con los parámetros e idea de la solidaridad” de Gafas Moradas, basada “no en la caridad, sino en el reparto de recursos desde la colectividad y el trabajo constante”.
Objetivo: 3000 euros
El proyecto Bizihotsa ya hizo una recaudación mediante crowdfunding en verano, pero, según señala la asociación bilbaína en una nota, “siguen trabajando a pie de calle en los barrios”.
La recaudación se efectuará en la plataforma KuKumiku. El objetivo es obtener 3.000 euros. El dinero recaudado sera donado en su totalidad a la caja de resistencia Bizihotsa y al colectivo Ehuleak, que atiende a mujeres en situación de maltrato y vulnerabilidad. Las tres asociaciones han firmado un documento donde queda claramente definido el objeto y destino de la recaudación.
“Desde que comenzó la segunda ola, la situación personal de muchas mujeres y familias monomarentales se ha visto agravada”
El comunicado de Gafas Moradas añade detalles sobre el inicio y desarrollo de esta iniciativa:
“Desde el inicio de la pandemia del Covid 19, hemos comprobado cómo muchas mujeres han estado conviviendo con sus maltratadores y agresores sexuales, siendo sometidas a un confinamiento que no ha hecho más que empeorar la situación, siendo algunas asesinadas a manos de sus agresores y carceleros.
Durante meses, han soportado el aislamiento y la desprotección al no poder avisar de su circunstancia, haciendo imposible el salir de ese ambiente opresivo.
Asimismo, son muchas las compañeras que estaban en situaciones precarizadas antes del inicio de la pandemia por ser migrantes o encontrarse en momentos vitales de alto riesgo socio-económico. Trabajos irregulares, sin contrato, madres solas con hijas e hijos, mujeres en situación de riesgo de exclusión por estar expulsadas del sistema laboral, ya sea por edad, falta de formación etc… Esta situación anómala, desconocida y a su vez vieja compañera de nuestras vidas, ha hecho y está haciendo más difícil aún si cabe la subsistencia de miles de mujeres en nuestro territorio. Desde que comenzó la segunda ola, la situación personal de muchas mujeres y familias mono marentales se ha visto agravada aún mas si cabe.
El desempleo, las dificultades para poder acceder a las ayudas, ya sea por imposibilidad telemática, brecha digital o por la burocracia que dilata los procesos de una forma escandalosa, pone al borde del precipicio la subsistencia de miles de personas. Muchas familias siguen quedándose fuera del paraguas de la protección social.
Después de varias asambleas y un poco cansadas de ver opciones como llamadas a números de teléfono para tener conversaciones de buenas palabras pero de pocas soluciones materiales, decidimos hacer algo. La propuesta era inicialmente hacer una especie de sorteos, de los cuales la recaudación iría íntegramente a los colectivos que están trabajando ya directamente con provisiones de alimentos, ayudas en metálico o especies, ayudas de índole jurídica y atención psicológica inmediata; o también a las opciones que pudieran dar soluciones al problema habitacional que muchas presentaban.
De esa idea inicial se decide trabajar en red con otros colectivos de Euskal Herria para tejer una red infinita y poderosa de trabajo conjunto y de aportaciones colectivas.
“Una persona puede dar una gota, miles de personas unidas pueden paliar la sed de muchas personas que lo necesitan”.