La profesora de la Universidad de A Coruña, investigadora feminista y activista Rosa Cobo encara con ilusión la formación del Movimiento Abolicionista de Euskal Herria (EHMA), que pretende abolir la prostitución, la pornografía y los vientres del alquiler. Cobo, una de las principales voces del abolicionismo en el Estado, le brindará su apoyo y ofrecerá una ponencia en I Jornada Abolicionista, el próximo sábado, en la Casa Galicia de Bilbao. El objetivo es concienciar a la sociedad sobre los efectos simbólicos y el menoscabo ético que supone la tolerancia social hacia una institución, la prostitución, que representa una de las formas más extremas de violencia hacia las mujeres.
-¿Qué relación hay entre prostitución y violencia?
-La prostitución y la pornografia son formas importantes de violencia. La prostitución es un espacio absolutamente libre, sin filtros, para todos aquellos varones que quieran acceder sexualmente a los cuerpos de las mujeres. Cada vez más, los puteros buscan la vulnerabilidad de las mujeres que están en prostitución. Sus prácticas son violentas. Además, la prostitución está articulada en el contexto de una industria de la explotación sexual que es fuertemente coactiva y que maneja grandes dosis de explotación de las mujeres. Las mujeres son el eslabón más débil. Tienen que soportar la violencia de los puteros, pero también la de los proxenetas. Por otra parte, nuestros niños y adolescentes están creciendo en una sociedad que segrega a un pequeño número de mujeres en situación de vulnerabilidad, pobreza y sin derechos de ciudadanía, y se les está educando en la idea de que ellos pueden acceder a sus cuerpos, de que se pueden convertir esos cuerpos en mercancía. Eso tiene muchos efectos simbólicos sobre la socialización de las chicas y los chicos jóvenes.
-¿Qué efectos concretos?
-No es lo mismo crecer en una sociedad donde se puede acceder al cuerpo de las mujeres por precios irrisorios que unas sociedades en las que las mujeres no están conceptualizadas como una mercancía y un objeto. La diferencia es muy significativa.
-¿En cuanto a la consecución de la igualdad y de la dignidad de todas?
-Por supuesto.
“Hay que acabar con muchas cosas que son fuentes inagotables de desigualdad, pero una de ellas es, indudablemente, la prostitución”
-Tu posición respecto a la prostitución es claramente abolicionista. ¿Siempre lo ha sido?
-Al principio, cuando oía esos discursos de los derechos de las mujeres que están en prostitución, yo no estaba formada ni informada y no tenía demasiada opinión. Cuando comencé a formarme, en seguida comprendí que la prostitución es una de las formas más brutales de violencia contra las mujeres. Ahora soy una abolicionista inequívoca. Milito en el abolicionismo de una forma muy comprometida. Hay que acabar con muchas cosas que son fuentes inagotables de desigualdad, pero una de ellas es, indudablemente, la prostitución.
-¿Por qué es un debate que levanta tantas pasiones dentro del movimiento feminista?
-Hay distintas razones. Una razón es que hay quien estima que la prostitución tiene que ver con la libertad sexual y este es un tema muy importante para sectores del feminismo. Creo que hay gente que no distingue lo que es la libertad sexual de lo que es la prostitución o que no acaba de comprender que la prostitución no tiene que ver con la libertad sexual, sino con el poder y la mercantilizacionde los cuerpos de las mujeres. Por otra parte, creo que tiene mucho que ver con el hecho de que un sector minoritario pero muy militante del feminismo ha hecho una alianza con el movimiento LGTB y con la teoría queer, y sectores significativos del movimiento LGTB y de quienes sostienen la teoría queer tienen una posición completamente favorable a los vientres de alquiler, a la prostitución y a la pornografía.
Regulacionismo y abolicionismo
-Detrás de estas las dos formas de ver la prostitución, el regulacionismo y el abolicionismo, ¿hay también dos formas distintas de entender el feminismo?
-No sé si dos maneras distintas. Lo primero que hay que decir es que el feminismo mayoritariamente es abolicionista. Las posiciones regulacionistas tienen un espacio muy minoritario dentro del movimiento e históricamente el feminismo ha tenido posiciones abolicionistas, aun cuando no se lo denominaba abolicionismo. La idea de que, como dice Celia Amorós, la prostitución es esa esclavitud humillante forma parte de la historia, de la práctica y de las ideas feministas.
“Hay quien no comprende que la prostitución no tiene que ver con la libertad sexual, sino con el poder y la mercantilizacion de los cuerpos”
-Para escribir tu libro ‘La prostitución en el corazón del capitalismo’ hablaste con cantidad de mujeres prostituidas y dices que no querían estar allí.
-Sí, hablé con mujeres de los polígonos, de los clubes, de los pisos y la conclusión que yo saqué es que la mayor parte de ellas querían tener unas vidas como las que podamos tener tú o yo, querían tener sus familias, sus relaciones… De todas formas, mi contacto con esas mujeres ha sido de un extraordinario dolor por cómo viven, por ver su vulnerabilidad y los daños que en sus vidas produce la prostitución.
-¿Y qué las mantenía en esa situación?
-Cuando hablas con ellas, enseguida empiezas a ver la vulnerabilidad y la pobreza y también que tienen una estructura de oportunidades escasísima. Además, hay algunos países que han elegido la prostitución como estrategia de desarrollo. Es el caso de Rumanía, Nigeria, México, en general de Centroamérica, de Tailandia… Son países que han entendido que las economías ilícitas, y muy concretamente la prostitución, puede contribuir a reconstruir la economia nacional y a reconstruir la situación de las élites económicas.
“Las instituciones del capitalismo internacional son de lo mas útiles para este negocio”
-Has dicho que hay instituciones internacionales que alientan a esos países a construir ese ‘modelo de desarrollo’.
-La prostitucion se va construyendo a través de unos circuitos semiinstitucionalizados por los que transitan las mujeres para la prostitución. Son circuitos que sólo se pueden hacer con la complicidad del Estado: las élites económicas, las élites políticas, la Policía y el aparato de justicia. Sin esa connivencia, esas redes mafiosas que exportan a mujeres para la explotación sexual no se podrían construir. El Banco Mundial y el FMI, cuando dan préstamos de ayuda estructural, piden a los países que creen una industria del ocio y del entretenimiento, y la prostitución da tantísimo dinero en tan poco tiempo que eso les permite devolver antes la deuda. Las instituciones del capitalismo internacional son de lo mas útiles para este negocio. Ponen las condiciones para que esto sea así.
La cuestión del consentimiento
-La cuestion del consentimiento de las mujeres en prostitución también centra el debate. ¿Hay algún argumento contundente en contra de esa idea?
-Las instituciones no se pueden analizar en funcion de qué opinión tienen quienes están en el marco de esa institución porque, si fuese así, no hubiésemos criticado ni hubiésemos querido acabar con esa macroestructura que es el capitalismo. Creo que es importantísimo hacer una distinción analítica y política entre lo que es una institución como la prostitución y lo que son las mujeres que están en el marco de esa institucion. Una institucion no se puede legitimar por la opinión de una parte de las personas que son el marco de esa institucion porque, si fuese así, no habríamos acabado con muchas de las instituciones coactivas para los individuos. Hay sectores de la población que no se preguntan acerca del capitalismo neoliberal y, sin embargo, sabemos que ha producido y sigue produciendo bolsas de pobreza de una forma creciente y que, además, está fomentando la desigualdad. ¿Desde cuándo vamos preguntando a los trabajadores y trabajadoras qué les parece el capitalismo neoliberal? Si fuese así sería imposible hacer la crítica a ninguna institución porque siempre encontraríamos a gente que está de acuerdo con todas las instituciones. Entonces, el procedimiento tiene que ser otro.
“Es importante hacer una distinción analítica y política entre lo que es una institución como la prostitución y lo que son las mujeres que están en ella”
-¿Cómo hay que abordarlo?
-Hay que ver si esa institución es aceptable desde el punto de vista ético y politico. Yo creo que no es aceptable que una sociedad segregue a un pequeño número de mujeres que vienen de otros países con altas tasas de pobreza en situación de vulnerabilidad para que los hombres de nuestra sociedad puedan acceder a sus cuerpos. La otra pregunta es qué quieren las mujeres que están dentro de la prostitución. Tenemos un movimiento donde están supervivientes como Amelia Tiganus o Sonia Sánchez, u otras muchas, que son voces muy importantes porque ponen de manifiesto lo que Simone de Beauvoir llamaba la experiencia vivida. Ellas lo explican como una forma de esclavitud. ¿Se puede considerar que una mamada o una penetración anal o vaginal son un trabajo? ¿Hay que articular un trabajo y un sindicato por el placer masculino? Eso no tiene ni pies ni cabeza. La mayoria de las mujeres que están en prostitución prefieren no estarlo y quieren otra alternativa, pero la realidad es que esa alternativa no existe. Y cuando hay pobreza y vulnerabilidad, y cuando se tienen familias y cuando se está en situaciones extremas la prostitución aparece como lo que en realidad es, un modo de supervivencia. Cuando lo que hay es necesidad, la pregunta es: ¿A la necesidad extrema, se le puede llamar libertad de elección? Pensamos que no.
“La libertad no crece ni en la vulnerabilidad ni en la pobreza extrema”
-¿Se pueden hacer diagnosticos de la prostitucion cuando no se sabe muy bien hasta dónde llega? Un estudio reciente de Emakunde veía explotación sexual en un 15% de casos.
-Dependerá de lo que ese estudio estime que es la trata para fines de explotación sexual. La trata tiene muchísimos elementos. Hay trata cuando hay violencia, engaño o las dos cosas. Lo importante no es eso, porque si hablamos de trata en ese sentido, de lo que hablamos es de que existen dos formas prostitución, una que es aceptable, que no incluye ni violencia ni engaño, y otra que no, porque incluye violencia y engaño. Desde el abolicionismo nos oponemos a esa distinción, porque la trata, es decir, el engaño y la violencia, aumentan con la demanda y esto sucede cuando se normaliza socialmente, cuando se regula la prostitucion, cuando la sociedad recibe el mensaje de que la prostutición no es ni buena ni mala, sino un acto de consumo más; de que es un hecho que está despolitizado. Es importante entender que no estamos evaluando sólo la prostitución que opera con engaño o violencia, que es casi toda, de lo que se trata es de hacer una crítica a esa institucion. ¿Es aceptable que una sociedad ponga los cuerpos de las mujeres pobres a disposición masculina? ¿Queremos que los chicos y las chicas crezcan pensando que eso es normal y que algun día ellos lo harán?¿Queremos que nuestras chicas se formen en la idea de que, ante las dificultades económicas, la prostitución es una alternativa ocasional para poder sobrevivir? No queremos eso ni otras muchas cosas. Me parece que es un mal análisis hacer esa distinción cuando lo que hay es pobreza extrema. Cuando hay vulnerabilidad, no hay libertad. La libertad no crece ni en la vulnerabilidad ni en la pobreza extrema.
“Queremos que a las mujeres que están prostitución el Estado les garantice políticas públicas de igualdad”
-Se reclaman cambios en el Código Penal para acabar con el proxenetismo.
-Si alguna vez tenemos Gobierno, una de las primeras cosas que debería hacer es ilegalizar los burdeles y el proxenetismo. Que los proxenetas reciban el mensaje de que no van a operar con la facilidad y las garantías de ahora. No sólo hay que ilegalizar la industria de la explotación sexual, sino también penalizar a los puteros. Los hombres no pueden tener la idea de que pueden abusar sexualmente de mujeres, en muchos casos adolescentes, como si fuera un derecho natural por origen divino.
-¿Cómo podemos garantizar la dignidad de las mujeres que están en prostitución?
-Las abolicionistas tenemos un proyecto politico emancipador, porque queremos acabar con una institucion que es fuente inagotable de desigualdad. No sólo queremos ilegalizar la industria y penalizar a los puteros. En el corazón del abolicionismo, ha crecido la extraodinaria preocupación por las mujeres que están en prostitución. Ese es el origen del abolicionismo y nosotras, ahora en el siglo XXI, la preocupación por las mujeres que están en prostitución la traducimos en un concepto que se llama políticas públicas de igualdad. Queremos que a las mujeres que están en prostitución el Estado les garantice, a todas sin discusión, un permiso de residencia, una solución habitacional, apoyo sicológico porque están muy dañadas -también para sus hijos e hijas-, además de formación y cualificación profesional. Cuando se desmantela una institución, es imposible no pensar que las personas que están ahí tienen que quedar resguardadas, sin ninguna duda.