Retos del feminismo del s.XXI
Julia Martí
Al feminismo se le ha acusado de ser el culpable de la victoria de Bolsonaro en Brasil. No es broma. “Se nos ha puesto a las mujeres en el punto de mira por el auge de las nuevas derechas”, asegura Julia Martí, activista de Feministalde, cuando precisamente el movimiento feminista “es un antídoto contra el auge de la extremas derechas, tanto en lo político, como en lo material y personal”, puntualiza.
El capitalismo, el patriarcado y el racismo, compañeros inseparables, buscan la “guerra contra las personas pobres, contra las mujeres y entre las mujeres”. Es importante, proclama Martí, subvertir estos mandatos y generar alianzas o, como las denomina la argentina Verónica Gago, “proximidades entre luchas” de mujeres.
Eso es el feminismo global que vivimos en estos momentos y que tiene referencia principal en las Huelgas de Mujeres del 8-M. Una ola global, heterogénea, antipatriarcal, antirracista y anticapitalista que es a su vez producto de otras luchas anteriores: la campaña argentina ‘Ni una menos’, la batalla de las polacas por el derecho al aborto, la marcha de mujeres contra la misoginia de Trump o, yendo más atrás, la Marcha Mundial de Mujeres, el feminismo de los años setenta o el movimiento sufragista de finales del siglo XIX y principios del XX.
Martí, que participó en febrero en las jornadas ‘Igualdad, Sociedad y Futuro’, organizadas por la Diputación de Gipuzkoa, advirtió, no obstante, de que al feminismo no se le puede atribuir la responsabilidad de frenar por sí solo al fascismo. “El muro de contención —enfatizó— hay que construirlo en alianza con otros movimientos”.
Claro que, a su juicio, esta tarea no puede ser encomendada a cualquier tipo de feminismo, menos aún cuando vemos cómo enarbolan esta bandera personas “que no tienen perspectiva de clase”, como la presidenta del Banco Santander, Ana Patricia Botín, o incluso las “izquierdas neoliberales tradicionales”.
Para esta activista de Feministalde, el momento histórico precisa de un feminismo “antisistémico” que vaya a la raíz de los problemas “y que no se quede en declaraciones genéricas”. Un movimiento autónomo de instituciones, partidos políticos y sindicatos, que “plantee estrategias de confrontación y reivindicación claras”.
Cuidados y trabajo productivo
Este planteamiento lleva de nuevo a la Huelga Mundial, que acaba de cumplir su segundo año. El movimiento del 8M ha reconceptualizado el concepto de huelga para darle un sentido que va más allá de la idea tradicional que la asocia al trabajo remunerado. “Ampliamos mucho su significado, ya que unimos las reivindicaciones laborales con la lucha contra la violencia de género, la denuncia contra el sistema patriarcal y la demanda de la reorganización de los trabajos de cuidados y productivos”.
Se trata, en su opinión, de “impugnar todo el sistema”, de acabar con el capitalismo patriarcal “para el que las desigualdades son tan rentables”. Se refiere Martí, en concreto, al rol de las mujeres en la división sexual de trabajo —trabajo reproductivo realizado gratuitamente—, que “sigue siendo imprescindible para reproducir el sistema”. A esa división del trabajo le acompaña la “estigmatización del miedo”, en una “alianza criminal entre el capitalismo y el heteropatriarcado” que se plasma en los feminicidios y la “espectacularización de estas violencias”, en la persecución de las defensoras de los derechos humanos, en la normalización de la violencia y su impunidad, y en la violencia ejercida contra migradas, racializadas o pobres.
La ingente tarea que supone subvertir el actual orden de cosas reclama, según esta activista de Feministalde, construir lo que desde su grupo denominan un nuevo “internacionalismo feminista”, un feminismo global al que hay que “dar fuerza”, estableciendo alianzas que continúen profundizando en la solidaridad internacional. Un movimiento que “supere las burocracias y etnocentrismos de otros internacionalismos de épocas pasadas y capaz de articular las luchas a nivel gobal”.
En este punto, Martí apeló a la solidaridad con las kurdas, que “están poniendo cuerpo, arriesgando vidas en una guerra contra el ISIS y contra Turquía” y están “en la primera fila de esta contraofensiva”. Mencionó también a la española Helena Maleno, acusada de tráfico de migrantes por “defender desde Marruecos a las personas que intentan cruzar el Estrecho”, y cuya causa ha sido archivada.
Desafíos en Euskal Herria
Otros desafíos en Euskal Herria de este nuevo feminismo internacionalista serían los siguientes, a juicio de la representante de Feministalde:
- Necesidad de potenciar un sujeto feminista múltiple, plural y diverso. Esta cuestión ha sido objeto de numerosas críticas pero, para Martí, “el feminismo lleva en su ADN un sujeto inclusivo y plural, siempre debatido y nunca acabado, menos diverso de lo que nos gustaría pero más de lo que se reconoce, pues en el movimiento feminista de Euskal Herria hay migrantes, racializadas, jovenes precarias, trabajadoras de hogar”, a las que opina que hay que dar visibilidad dejando a un lado discursos generalizadores que las invisibilizan.
- Situar los debates feministas en la práctica: hablar sobre sujetos y privilegios dentro del feminismo. Por ejemplo qué se entiende por trabajo y si las mujeres dejamos de cuidar cuál sería el modelo ideal de sociedad, cómo se reorganizarían los trabajos, el papel de los hombres o cómo pasar de la autodefensa feminista a un esquema de apoyo mutuo con cajas de resistencia y otros recursos.
- En lo que se refiera al modelo de cuidados, se plantea corresponsabilizar a toda la sociedad, hombres e instituciones incluidos, como primer paso para garantizar derechos laborales dignos en los servicios públicos más feminizados.
- Reclamar más Casas de Mujeres en los pueblos y ciudades
- Apoyar el Alarde Igualitario
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