Artemisia Gentileschi, Angelica Kauffmann, Clara Peeters, Rosa Bonheur, Mary Cassatt, Berthe Morisot, María Blanchard, Natalia Goncharova, Sonia Delaunay o Maruja Mallo fueron artistas célebres en su tiempo que hoy vuelven a ser reconocidas como maestras, en contestación al borrado en la historia del arte que sufrieron junto a otras que rompieron moldes con obras de indudable excelencia.
La exposición ‘Maestras’ que el museo Thyssen exhibe hasta el 4 de febrero de 2024 quiere reivindicarlas. Comisariada por Rocío de la Villa desde una perspectiva feminista, la muestra presenta un recorrido desde finales del siglo XVI a las primeras décadas del siglo XX, a través de ocho escenas relevantes en el camino de las mujeres hacia su emancipación. Reúne casi un centenar de piezas, entre pinturas, esculturas, obras sobre papel y textiles.
Partiendo de la noción actual de sororidad, focaliza grupos de artistas, mecenas y galeristas que compartieron valores y condiciones socioculturales y teóricas favorables, pese al sistema patriarcal. La conjunción de periodos históricos, géneros artísticos y temas es el eje principal sobre el que se vertebra y evidencia cómo estas artistas abordaron cuestiones candentes en su época, tomaron posición y aportaron nuevas iconografías y miradas alternativas.
Estas son las secciones de ‘Maestras’:
SORORIDAD I. LA CAUSA DELLE DONNE
En el siglo XVII, en Italia, en plena Contrarreforma y en paralelo a los escritos de las autoras de la querella de las mujeres, como Modesta dal Pozzo (‘Il merito delle donne’) y Arcangela Tarabotti (‘Tiranía paterna’), artistas respaldadas por mecenas representan en pinturas de historia figuras mitológicas, heroínas bíblicas y personajes históricos como Judit, Yael, Susana y Porcia.
A través de ellas, evidencian el silencio impuesto y su exclusión por el discurso patriarcal, que degrada a estas heroínas en historias tergiversadas y pinturas eróticas ofensivas. Lavinia Fontana y Fede Galizia, Artemisia Gentileschi y Elisabetta Sirani conforman tres generaciones de artistas que triunfan con sus versiones castas e inauguran así una tradición alternativa.
BOTÁNICAS, CONOCEDORAS DE MARAVILLAS
Durante la época racionalista, cuando se produce la escisión humana con la naturaleza tras la revolución científica y el inicio del colonialismo, comienza un periodo de esplendor artístico para las pioneras del bodegón y de la ilustración botánica, quienes fueron apoyadas por mecenas mujeres. Sucedió precisamente en el momento en que empezaron a ser expulsadas del conocimiento ancestral de las plantas y sus beneficios y cuando se persigue a las denominadas brujas.
Esta sección presenta a pintoras e ilustradoras formadas junto a científicos que empiezan a utilizar el microscopio, e interesadas por la entomología, como Fede Galizia y Giovanna Garzoni en Italia, y las hermanas Rachel y Anna Ruysch, en Holanda, para quienes la vida ejerce poder de fascinación a cualquier escala y la representan de manera holística, como un ecosistema donde habitan mariposas, moscas y otras pequeñas criaturas, refutando el simbolismo religioso de la naturaleza muerta.
En torno a la mecenas Agnes Block en su jardín en Vijverhof, al suroeste de Ámsterdam, se reúnen las principales artistas botánicas: Maria Moninckx, Maria Sibylla Merian y su hija Johanna Helena Herolt.
ILUSTRADAS Y ACADÉMICAS
La Ilustración es el tiempo del despertar de las mujeres como ciudadanas en la historia feminista. Ya antes de la caída del absolutismo en Francia, reinas, nobles y ‘salonnières’ respaldan a las artistas, erigiéndolas como académicas.
Pintoras como Élisabeth Vigée-Le Brun, Adélaïde Labille-Guiard, Angelica Kauffmann, y escultoras como Marie-Anne Collot y Anne Seymour Damer destacan en el género del retrato, expresión de la afirmación del sujeto y de la individualidad en el origen de la Modernidad.
Todas representan a mujeres cultas que buscan su identidad en escenarios teatralizados, como las ruinas arqueológicas al pie del Vesubio de Lady Hamilton.
ORIENTALISMO/COSTUMBRISMO
En pleno periodo colonial, las artistas emprenden viajes y observan con respeto a los no occidentales, en oposición a la sexualización degradante de sus modelos por parte de sus colegas masculinos orientalistas.
De camino al norte de África, la cultura española ejerce especial fascinación por su exotismo. A partir de las escenas del paso de los Pirineos realizadas por Rosa Bonheur, pastores, gitanas y campesinos habituales en la pintura costumbrista española serán reinterpretados en clave orientalista en París.
Pero a diferencia de los artistas, pintoras como Henriette Browne y Alejandrina Gessler pueden entrar en los harenes, deshaciendo los tópicos eróticos asentados en los salones parisinos.
TRABAJOS Y CUIDADOS
Frente al icono de la campesina o la planchadora solitaria de los pintores, durante el siglo XIX las artistas representan grupos de mujeres trabajando en el campo como Alice Havers y Eloísa Garnelo, o durante su jornada laboral en la ciudad, como ‘Las lavanderas’ de Marie Petiet.
Cuando las propias artistas luchan por su inserción en el sistema artístico, su repertorio abarca desde las mujeres en el papel de amas de casa de Lluïsa Vidal y las cuidadoras de enfermos de Henriette Browne, hasta otras escenas en las que ellas desempeñan oficios diversos, como las pescadoras de Victoria Malinowska. En la ciudad moderna las mujeres reclaman sus espacios, también como consumidoras en los grandes almacenes, como refleja Elizabeth Sparhawk-Jones.
NUEVAS MATERNIDADES
La maternidad es uno de los temas más antiguos de la historia del arte. En el siglo XIX, surge el arquetipo de la mujer como ‘ángel del hogar’ para frenar su emancipación, tema al que se oponen pintoras y escultoras de diferentes generaciones, estados civiles y estilos artísticos, innovando e invirtiendo los viejos modelos.
Frente a la mistificación de la maternidad y la abnegación de la madre ante el hijo varón, las pintoras Mary Cassatt, Elizabeth Nourse, Paula Modersohn-Becker y Tamara de Lempicka crean nuevas iconografías que muestran con ternura la dependencia absoluta del bebé. Pero también los tediosos cuidados, las cargas domésticas, en definitiva, la dureza anímica y material de la crianza son reflejados por Suzanne Valadon, las finlandesas Helene Schjerfbeck y Elin Danielson-Gambogi, la danesa Anna Ancher y la sevillana María Luisa Puiggener.
Incluso aparece la madre como una protectora animal, conectada con la madre tierra, como la representa Käthe Kollwitz en su espléndida escultura ‘Madre con dos niños’.
SORORIDAD II. COMPLICIDADES
¿Qué piensan? ¿De qué hablan? ¿Qué comparten las jóvenes burguesas cuando están juntas?
Las impresionistas Berthe Morisot, Marie Bracquemond, Louise Breslau y Cecilia Beaux crean nuevas iconografías de la complicidad, la confianza y la amistad entre mujeres, expresada en clave melancólica por la escultora simbolista Marie Cazin. Un mundo privado al margen de la mirada masculina en el que germina el anhelo de libertad.
EMANCIPADAS
En el siglo XX, al hilo del logro sucesivo del sufragio femenino en los países occidentales, las artistas vanguardistas tejen redes y siguen mostrando la sororidad con nuevos lenguajes artísticos. ‘En el palco’, de Helene Funke, con guiño a Mary Cassatt, confirma la consciencia de una tradición artística femenina, que continúa mostrando la sororidad en versiones de Jacqueline Marval, Camille Claudel, Marie Laurencin, María Blanchard y Natalia Goncharova.
Las modernas Sonia Delaunay y Alice Bailly, entre otras, proponen a través de la pintura-tejido-moda una nueva concepción del arte y su inserción en la vida cotidiana.
Y escenas populares, como las ‘Verbenas’ de Maruja Mallo, reflejan la alegría de las ciudadanas tras la conquista del espacio público.
La exposición es la primera gran muestra enmarcada en el proceso de redefinición feminista que el Museo Thyssen está realizando en los últimos años. Tras su presentación en Madrid, una versión reducida de la muestra podrá verse en el Arp Museum Bahnhof Rolandseck de Remagen (Alemania).