Título: ‘El encaje roto. Antología de cuentos de violencia contra las mujeres’
Autora: Emilia Pardo Bazán
Editorial: Contraseña
Fecha: Primera edición, octubre 2018. (Sexta reimpresión, septiembre 2021)
Páginas: 288
Precio: 18€
Lo desgarrador que puede resultar leer un texto escrito hace más de cien años y que siga siendo rompedoramente actual. Emilia Pardo Bazán. ¿Cuántas veces habremos escuchado su nombre? ¿Cuántas veces hemos pensado eso de “ya la leeré”? Ha llegado el momento. Y os aseguro que no vais a arrepentiros. Es más, acabareis recomendando el libro y leyendo alguno de sus relatos a gente de vuestro entorno.
Hoy os traigo ‘El encaje roto. Antología de cuentos de violencia contra las mujeres’ de Emilia Pardo Bazán, editada por Contraseña editorial con edición y prólogo de Cristina Patiño Eirín. Tengo la inmensa suerte de tener a la mejor dinamizadora de Clubs de lectura que podría soñar, Begoña R. Orbezua, quien nos ha descubierto (a mí y a las 50 personas que conformamos el Club de Lectura Libre) este libro que quiero trasladaros yo ahora.
“¡La ley, en vez de protegerla, obligaba a la hija de la víctima a vivir bajo el mismo techo, maritalmente, con el asesino!”
La selección de textos es maravillosa. 35 relatos que bien podrían estar escritos hoy mismo. Quizá sea eso lo más abrumador de todo. Difícilmente logras leer más de dos o tres seguidos. Te notas con un nudo en la boca del estómago, te duelen esas mujeres como si las conocieras de toda la vida. 35 relatos en los que descubres un sinfín de violencias hacia las mujeres que abarcan desde lo económico hasta lo físico, pasando por la violencia vicaria o psicológica.
“Con la malicia de los borrachos, así que Frutos comprendió que ahí le dolía a su mujer, empezó a meterse con la ropa blanca. Escupía en el suelo, tiraba cigarros sin mirar, manoseaba las prendas, se ponía las enaguas bromeando, se probaba los camisones.”
Así como muchas veces suelo recomendar leer un libro sin mirar su sinopsis, esta vez, y con el permiso de Cristina Patiño, os recomendaría dejar para el final el prólogo, pues es lo más denso del libro y puede abrumarnos un poco.
Perdóname, Emilia. Por haber llegado tan tarde a ti.
Gracias, Bego. Por abrirme los ojos y traerla al club.
“-Aquí tienes -me dijo- la garantía de que tu vida va a ser en lo sucesivo tranquila y dulce. No volveré a exigirte cuentas ni de cómo empleas tu tiempo, ni de tus amistades, ni de tus distracciones. Libre eres, como el aire libre. Pero el día que yo note algo que me hiera en el alma…, ese día (¡por mi madre te lo juro!) sin quejas, sin escenas, sin la menor señal de que estoy disgustado (¡ah, eso no!) me levanto de noche calladamente, cojo el arma, te la aplico a la sien y te despiertas en la eternidad. Ya estás avisada…”