La visibilidad pública y privada sigue siendo todo un reto para las lesbianas, a pesar de que cada vez hay más referentes, lo que constituye una cuestión importantísima para favorecer la salida del armario. Ello se debe a muy diversos factores, relacionados con la desigualdad entre hombres y mujeres, todavía muy marcada en la sociedad.
Hay, sin embargo, circunstancias que facilitan la visibilidad, como disponer de un círculo de amigas lesbianas y tener una actitud crítica respecto a las normas sobre sexualidad y los papeles tradicionales de género.
Así lo evidencia el estudio ‘Visibilidad y participación social de las mujeres lesbianas en Euskadi’ (2007), elaborado por Inmaculada Mujika Flores y que, aunque tiene ya algunos años, es el más significativo de los dedicados a la cuestión por estar dedicado sólo a las lesbianas y por su enfoque feminista, y sigue plenamente vigente.
Prejuicios y estereotipos obstaculizan la visibilidad y las lesbianas “han de realizar un enorme esfuerzo para afrontar y superar los numerosos obstáculos con los que conviven (miedos, vergüenzas, culpabilidades, sentimientos de diferencia, rareza o anormalidad, soledad, silencio y homofobia interiorizada) hasta poder llegar a decir “no soy heterosexual, soy lesbiana”, señala la investigación.
“Las reformas legales han creado una ‘ilusión de igualdad’ y se piensa que ser lesbiana ya no crea conflictos”
Las dificultades sicológicas se derivan de la falta de políticas públicas y recursos para normalizar la diversidad de opciones sexuales y afrontar la lesbofobia. Las reformas legales han creado una “ilusión de igualdad”, de modo que se piensa que “ser lesbiana ya no crea conflictos” y eso, no sólo dificulta revelar situaciones de discriminación y exclusión, sino que también “provoca que la visibilidad no tenga un significado social y político” y que se convierta en un “asunto personal en el que todo queda solucionado si la mujer se acepta como lesbiana”.
De hecho, según revela esta investigación, la visibilidad lésbica es escasa en el ámbito público, debido, entre otras razones, a la percepción que tienen las propias lesbianas de que su orientación sexual “pertenece a un ámbito absolutamente privado”, lo cual, visto lo visto, no deja también de ser una reacción defensiva.
Contraste con la visibilidad ‘gay’
Tiene que ver con ello, por una parte, “la educación que sobre sexualidad reciben las mujeres, a quienes se enseña a vivirla de forma íntima y discreta y sin hacer de ello el centro de atención” y, por otra, las dificultades en los avances sociales y legales de las mujeres. Ello explica, a su vez, que la visibilidad de los gays más que duplique a la de las lesbianas.
Cuando las mujeres han alcanzado puestos elevados en el escalafón social, la situación se complica debido a la “excesiva” estigmatización social del lesbianismo y al temor a que la credibilidad, los logros y capacidades personales “sean ensombrecidas por una única faceta, la de ser lesbiana”. De hecho, “la discriminación y homofobia son todavía demasiado habituales en los lugares de trabajo”, sea de forma directa o solapada, señala Mujika.
Dentro del colectivo, hay quienes viven situaciones más difíciles, como, por ejemplo, las madres que lo han sido mediante matrimonio con un varón y priorizan la crianza a la vivencia plena de su sexualidad. Estas mujeres tienen, además, dificultades para hacer vida social y ligar, y generar su propio círculo de amistades (en estos momentos, las aplicaciones de móvil facilitan los contactos).
Colectivos vulnerables
Otros colectivos vulnerables, en los que, como el anterior, la visibilidad es “nula o muy deficiente” son los de mayores, inmigrantes, de etnia gitana, que tienen algún tipo de diversidad funcional y transexuales femeninas.
Las jóvenes presentan menos problemas para vivir o expresar su lesbianismo, lo cual es un logro. Sin embargo, el estudio invita a analizar “por qué en la actualidad todavía es corriente para muchas mujeres que el despertar de su sexualidad no coincida con la aceptación positiva de su lesbianismo y que, tras su descubrimiento, a muchas de ellas les siga quedando un largo camino lleno de soledad, falta de referencias positivas y silencios”.
De hecho, subraya la autora, “hay cuestiones fundamentales, como son estas últimas, que todavía no han cambiado, con las que la sociedad y sus diversas instancias socializadoras siguen teniendo grandes retos para lograr la igualdad real con independencia de la opción sexual”.
Es por ello que considera que “alcanzar mayores cotas de visibilidad y aceptación de la sexualidad entre mujeres no puede ser únicamente responsabilidad de éstas”, sino de la sociedad, desde todos sus ámbitos (legislativo y jurídico, laboral, sanitario, educativo y formativo, cultural y de ocio, comunicativo, participativo y solidario) para avanzar en la comprensión del lesbianismo. El estudio ofrece numerosas recomendaciones a todos estos sectores.