La maternidad y la crianza, tan gratificantes para muchas mujeres y no tanto para otras, pero absolutamente necesarias para la supervivencia de la especie, son también losas que apuntalan la desigualdad. De hecho, según afirma la catedrática de Prehistoria, Almudena Hernando, “el hecho de que las hembras tengan las crías fue una condición, no la causa”, del patriarcado.
Esta estudiosa comparte la opinión de que el patriarcado se originó en algún momento de la historia. No es, por tanto, un rasgo de todas las sociedades humanas, ya que las hay igualitarias, sostiene, al tiempo que descarta que “la desigualdad arranque de rasgos físicos, como la envergadura, o de una esencia que diferencie a los hombres de las mujeres”.
En una conferencia virtual en el Instituto de la Mujer, Hernando explica el posible desarrollo del sistema de dominación de los hombres sobre las mujeres y sostiene que fue un proceso gradual, que dio un salto importante con el surgimiento de la especie ‘homo’.
“El poder lo ejercen los hombres”
Niega, eso así, que haya existido matriarcado. “Es un mito del siglo XIX y, aunque se conocen sociedades de mujeres con más peso matrifocal, es decir matrilineales, el poder político y económico lo ejercen los hombres” en prácticamente todas las colectividades conocidas.
Ese mito se vio reforzado en el siglo XX cuando, entre otros hitos, la arqueóloga lituana Marija Guimbutas descubrió unas 30.000 estatuillas de mujeres desde Europa hasta Siberia. “Se dijo entones que eran venus, diosas de la maternidad, pero ahora se interpreta que son representaciones de sí mismas o muñecas para un entorno doméstico”, apuntaba la redactora jefa revista ‘QUO’, Lorena Sánchez, quien presentó la charla.
La dominación masculina se debe a una confluencia de motivos. El primero y más importante fue un salto evolutivo producido en la especie hace 2,8 millones de años. Se trata de una mutación genética que dio lugar a la ‘neotenia’, en virtud de la cual la cabeza aumentó de tamaño y se desarrolló la inteligencia. “El ‘homo sapiens’ tiene las crías más frágiles y dependientes del mundo animal, pero cada vez son más inteligentes”.
“Las criaturas nacen sin completar la vida fetal para que la cabeza pueda atravesar el canal de parto”
Según explica la catedrática, las especies mamíferas nacen cuando han desarrollado la mitad de su capacidad craneal. En ese momento, termina la vida fetal y es lo que explica que cualquier animal adquiera autonomía al poco de nacer. No ocurre lo mismo con la especie humana. Debido a la neotenia, las criaturas nacen sin completar la vida fetal para que la cabeza pueda atravesar el canal de parto. La capacidad del cerebro humano es de 1350 cm3 y la mitad se alcanza al año de vida. La vida fetal, por tanto, dura 21 meses y se desarrolla extrauterinamente durante 12 meses.
Entonces, plantea Hernando: las mujeres paren pero ¿qué las obliga a ocuparse de la crianza? Y aquí aparece un segundo factor de desigualdad: “Las sociedades cazadoras recolectoras se mueven constantemente, no tienen casa, así que tienen que frenar la natalidad y el principal mecanismo para ello es dar de mamar constantemente, y ello es propio de las mujeres”.
A pesar de esa actividad especializada de las mujeres, apenas existía división sexual del trabajo en las sociedades primitivas. Todo el mundo se ocupaba de todo y, a decir de la catedrática, sólo se han identificado dos actividades que nunca han efectuado las mujeres: “La caza de grandes mamíferos, como ballenas, y la fundición de mineral, que no la metalurgia, que en algunos casos también la realizaban ellas”.
Y esto tiene que ver con los siguientes condiciones favorecedoras de la aparición del patriarcado. Las actividades propiamente masculinas entrañan mayor movilidad y más riesgo, y tienen más prestigio. Esta mayor valoración tiene que ver con cómo se percibe el mundo cuando no existen ni escritura ni mapas. En las sociedades antiguas, “el mundo tiene las dimensiones de lo que ves”.
“La cooperación es el secreto de la supervivencia de la hominización”
Y en esas condiciones es preciso afrontar más riesgos y dificultades. También hay que tomar decisiones y tener disposición a reaccionar más rápidamente ante condiciones desconocidas. “Creo que esta diferencia que tiene que ver con crías tan dependientes llevó a que los hombres desarrollaran un poco más de asertividad. Esta costumbre de tomar decisiones, al principio no se traduce en relación de poder pero, a medida que se complica la sociedad y se dividen las funciones, aparecen formas de poder y quienes toman las decisiones son los hombres y empiezan a tomar posiciones de poder y, a partir de la metalurgia, se puede hablar de la aparición del patriarcado”, concluye.
Hominización es cooperación
Por lo tanto, en la construcción del patriarcado se entremezclaron diversos ingredientes. La neotenia, especula Hernando, debió obligar a reorganizar a todo el grupo y con esta mutación aparecieron en la prehistoria los primeros yacimientos, acumulaciones de huesos y piedras e instrumentos fabricados para aprovechar la carne de los huesos.
“Esto quiere decir que ‘homo’, a diferencia de especies anteriores, no consume alimento cuando lo encuentra. Lo lleva a un lugar común, donde lo reparte con todo el grupo”. La cooperación, destaca, es el secreto de la supervivencia de la hominización. “Solo así fue posible garantizar la supervivencia de unas crías tan frágiles”.