La activista y escritora Brigitte Vasallo llama a los activismos disidentes a “reventar los centros de poder” y ve aceptabe formar parte del sistema pero evitando asimilarse a él. Aun más: ve viable “disfrazarnos de poder” siempre que “no olvidemos quiénes somos” y que el único objetivo es “agrietar el poder”.
Vasallo ha ofrecido esta mañana una conferencia en los cursos de verano de la UPV, organizada por el centro de investigación por la paz Gernika Gogoratuz, titulada ‘Ser importantes o útiles en el activismo’. Aunque no aclaró exactamente los términos del enunciado, ofreció algunas pistas para la reflexión. En su disertación ha mezclado el humor, la crítica y la llamada de atención sobre la exclusión de grupos de personas por parte del pensamiento dominante.
“Cualquier pretendida ‘verdad’ sólo conduce a la construcción de una nueva mentira”
Su exposición se enmarcaba dentro del curso sobre ‘Universales ante las políticas segregatorias’ y ha dedicado buena parte de su alocución a cuestionar el supuesto universalismo de Occidente desde el punto de vista activista.
Cualquier pretendida ‘verdad’, ha subrayado, sólo conduce a la “construcción de una nueva mentira”, ya que cada marco de pensamiento sirve en el contexto en el que surge y no en otros.
Activismo “sexi”
Esta afirmación le ha servido de corolario para reprobar el “activismo sexi” de FEMEN –activistas ucranianas autodenominadas feministas radicales-, “utilizado por los medios de comunicación y basado en cuerpos atractivos”. Esas características les reportaron un éxito propagandístico que, a su juicio, las llevó a emprender “acciones por todo el mundo” para dar a conocer su “revolución universal” –así la ha calificado con ironía-.
La activista catalana -si bien aclaró que no le gusta criticar a las feministas- ha mostrado una ‘performance’ de este grupo como ejemplo de que lo que es transgresor en una cultura puede ser totalmente inadecuado, incluso insultante, en otra. Se trata de una imagen en la que, como es habitual en las exhibiciones públicas de ese grupo, dos jóvenes aparecen con el torso desnudo y se besan en el mausoleo de Mohamed V de Marruecos, “un mito contra la colonización”.
“¿Quién les había pedido que hicieran esto?… ¡Ni el feminismo marroquí, ni nadie!”, ha respondido a esta pregunta retórica antes de interpretar que la acción responde a “una idea universal de la liberación de la mujer y de las lesbianas desde imaginarios europeos y heterosexuales”.
A los ‘universales’, que suponen “partir de tu pensamiento para establecer mecanismos de poder”, Vasallo opone lo que Dona Haraway denomina “conocimiento situado”o, lo que es lo mismo, admitir que “yo sé de lo mío”. También equivale a “ser consciente de quién eres y de que sólo conoces algunas cosas, que ni son mejores ni más válidas” que las que sostienen otras personas desde otros marcos de referencia. Es decir, tener claro que “tu conocimiento no es universal”.
Creer que “nuestras teorías son la realidad”
Eso plantea un “problema entre la teoría y el activismo”, señala, y es el de creer que “nuestras teorías son la realidad”, lo que nos impide acercarnos a “la alteridad” y cuando lo hacemos es mediante una de “dos formas: el buenismo o el fascismo, aunque buenismo y fascismo son lo mismo”, opina.
Al hilo de esta reflexión ha censurado los ataques a “nuestras compañeras musulmanas” por parte del “ateísmo beligerante”, del que dijo que “es cristiano hasta la médula” y está insertado en el pensamiento “europeo o euromórfico” que a lo largo de su historia “ha arrasado las disidencias”.
Atribuye varias características a este tipo de pensamiento: es binario y sectario, tiene pretensión de universal, es racional y se opone a lo ‘irracional’. También es mesiánico, hecho este último “alimentado por las redes sociales”. Sugiere que estas características las aprecia también dentro del pensamiento feminista.
Ha sido curiosa la imagen de la que se ha valido para ilustrar ese último fenómeno: la de San Pablo que, a partir de su encuentro con Jesucristo camino de Damasco, “se vuelve un plasta proselitista”.
Algunas “ven la luz”, se arrogan la verdad y “se creen que son Simone de Beauvoir”
“Dinámicas patriarcales”
Cree que este tipo de elementos caracterizan también al movimiento de mujeres, donde algunas “ven la luz”, se arrogan la verdad y “se creen que son Simone de Beauvoir y que van a salvar el mundo”. Rechazó esta manera de formular las ideas porque “sigue dinámicas patriarcales”. En su lugar, propone generar “resistencias” y “pensar mundos diferentes”.
En su opinión, la historia de Occidente se ha escrito como una línea recta de la barbarie a la ‘civilización’, si bien esta última posición de ‘privilegio’ no abarca a toda la población y razas de Occidente. “¿Se supone que entran ahí los gitanos, y los musulmanes? No ¿Y una persona blanca de Argentina? Más bien, sí”, remachó.
Aprovechó esta idea para, dándole una vuelta, poner sobre la mesa el conocido dilema ’¿Feminismo o barbarie?’… Ella lo tiene claro y lo expresa sin sutilezas: “Feminismo para acabar con esta civilización de mierda”.