Cuando Lolita Lebrón asaltó a tiros el Congreso de EE UU por la libertad de Puerto Rico

El asalto al Congreso de EE UU por partidarios de Donald Trump trae a la memoria un acto similar, pero comandado por una mujer y con objetivos bien distintos.

Sucedió el 2 de marzo de 1954. Tres nacionalistas portorriqueños, con Lolita Lebrón a la cabeza, tomaban a tiros el Capitolio para reclamar la independencia de su país. Consciente de que la lucha tiene un precio, no pensaba salir viva de allí. De hecho, se dice que sacó billete sólo de ida desde Nueva York, donde residía, a Washington.

El cuarteto irrumpió al edificio al grito de “¡Viva Puerto Rico libre!” y efectuaron 30 disparos de arma automática, como resultado de los cuales cinco congresistas resultaron heridos, uno de ellos grave. Ella mantiene que apuntó al techo. Eran tiempos en que la lucha armada se consideraba instrumento legítimo de liberación de los pueblos.

La líder independentista sobrevivió al asalto, pero pasó 24 años de su vida en la cárcel, hasta que el presidente Jimmy Carter le concedió el indulto en 1979. No fue por petición suya. Nunca se arrepintió.

En una entrevista publicada por Consuelo Martínez Reyes en la revista del Instituto de Cultura Portorriqueña, en septiembre de 2016, seis años después de su muerte, subraya: “Me preguntaban si yo algún día iba a pedir que me sacaran de allí (de la cárcel). Yo les decía que no, porque lo que hice es lo que hay que hacer. ‘Si yo salgo con vida, voy a seguir luchando por mi patria”.

“Defiendo a las mujeres”

Mujer de profundas convicciones religiosas, se consideraba feminista sólo en parte. Sobre todo, como luchadora. “En ese sentido sí, soy feminista. Y también defiendo a las mujeres, porque en todo sitio que he estado le he dado lección a las mujeres”, reconocía en la misma publicación.

Lolita Lebrón nació el 19 de noviembre de 1919 en Lares, un pueblo del oeste de Puerto Rico. En la década de los cuarenta, emigró a Nueva York y dejó a sus criaturas a cargo de su madre. Allí adoptó sus ideas nacionalistas y pasó a militar en el Partido Nacionalista de Puerto Rico.

Cuando decidieron tomar el Capitolio, este fue el motivo de que ella liderara la acción: “Los hombres míos no querían ir pero no me lo dijeron. [Entonces], yo [era] presidenta y [veía] qué [la situación] estaba malísima, que el país no da[ba] un paso adelante, que está[ba] todo atrasado aquí. ¿Qué voy a hacer de presi­denta? Aquí hay que hacer algo”, confesaba a Consuelo Martínez Reyes.

Su trayectoria política le llevó a cosechar muchos honores. Sin embargo, ella los acogía con humildad: “Yo soy la pobre Lolita Lebrón, que he luchado por la liberación de mi pueblo, que estuve mucho tiempo en pri­sión, que toda la gente me ha reconocido como tal”, aseguraba a la revista del Instituto de Cultura Portorriqueña.

Icono de dignidad

Lebrón mantuvo firmemente sus ideales hasta el final de sus días. Según informa, Rebelión, “el 8 de marzo de 2008 portando una pancarta con ‘Mujer, organízate y lucha’ y le exigió al Gobernador pro yanqui de la isla que se pronunciara sobre el status político de Puerto Rico, que dijera si quería que la isla siguiera siendo una colonia o si no creía ni en la independencia ni en la soberanía del país”.

Su última conquista fue que los marines estadounidenses dejaran la región portorriqueña de Vieques como base de operaciones, si bien fue arrestada en varias ocasiones en el transcurso de las protestas.

A ese logro se suma la victoria final definitiva de permanecer siempre viva en la memoria de las gentes oprimidas como icono de dignidad, y como referente del feminismo y de la lucha por la libertad.