La cineasta Patricia Ferreira ha comenzado a rodar la serie de seis episodios ‘Las abogadas’, inspirada en las vidas reales de Lola González, Cristina Almeida, Manuela Carmena y Paca Sauquillo. Firma el guión la propia realizadora, junto a Marta Sánchez, Irene Niubó y Virginia Yagüe.
Este proyecto, en el que lleva años trabajando la cineasta, fue seleccionado en la primera edición de CIMA IMPULSA, dirigido por Nieves Maroto y promovido por la Asociación de Mujeres Cineastas y en las y de Medios Audiovisuales, CIMA. Está coproducida por RTVE y Mod Producciones.
Ambientada en Madrid, en 1969, cuenta la historia Lola González, quien acaba de salir de la Facultad de Derecho y vive con ilusión una época nueva en la que comienza a vislumbrarse el final de la dictadura. Cuando su novio, Enrique, es detenido por la policía y muere durante un interrogatorio al precipitarse desde un séptimo piso en extrañas circunstancias, Lola despierta a la realidad que le rodea y se reafirma en sus convicciones. En ese camino hacia la libertad, Lola conocerá a otras jóvenes abogadas laboralistas: Cristina, Manuela y Paca. Junto a ellas, defenderá con valentía sus ideales democráticos, siempre del lado de las personas más desfavorecidas.
La matanza de Atocha
Paula Usero, Irene Escolar, Elisabet Casanovas y Almudena Pascual darán vida en esta ficción a Lola González, Manuela Carmena, Cristina Almeida y Paca Sauquillo, respectivamente. El rodaje se extenderá hasta el próximo mes de diciembre en localizaciones de Madrid, Toledo, Guadalajara, Segovia, Leganés y Hoyo de Manzanares. La dirección estará a cargo de Juana Macías y Polo Menárguez, informa CIMA.
Serán seis episodios que mostrarán la vida de cuatro jóvenes mujeres que, con su trabajo y valentía, ayudaron a cambiar el país durante los años 70. La producción ejecutiva corre a cargo de Nieves Fernández Blanco (RTVE), Fernando Bovaira y Guillem Vidal-Folch (MOD Producciones).
Estas abogadas sufrieron el asesinato por parte de un grupo de extrema derecha de tres abogados laboralistas, un administrativo y un estudiante de Derecho en el bufete de la madrileña calle Atocha, donde trabajaban. Cristina Almeida ha afirmado que recuerda ese hecho como el más desgraciado de su vida y considera que esta masacre consolidó la democracia en el Estado.