Un nuevo crimen machista ha sacudido a la Comunidad Autónoma Vasca. Después del asesinato de Lourdes en Orio, hace una semana, el sábado pasado, Maialen, de 32 años, embarazada, fue asesinada en un apartahotel de Gasteiz. El presunto perpetrador, su expareja, fue detenido en Zaragoza.
Mientras el movimiento feminista llama a movilizarse esta tarde, cada vez que es asesinada una mujer, mucha gente se pregunta: ¿Por qué sigue ligada a su maltratador?
El viernes se estrenó en Netflix el documental ‘En nombre de ellas’, que relata la violencia sexual que sufrieron durante 30 años decenas de mujeres a manos del renombrado fotógrafo local Kote Cabezudo, hoy en prisión.
En el documental, protagonizado por las víctimas que se atrevieron a denunciar gracias al decidido apoyo del abogado Mario Díez, diversas expertas desgranaron los mecanismos que operan en esta violencia. En la de pareja son los mismos. Es el patriarcado:
El agresor tiene un poder omnímodo sobre la víctima. En el caso de Cabezudo, era un personaje prestigioso e influyente e iniciar una carrera de modelo en Donostia o en Gipuzkoa implicaba posar para él. No había alternativa. Además, las chantajeaba con publicar sus fotos de desnudos si no seguían dejándose manosear y violar, y no solo por él, sino también por terceros.
El patriarcado, como sistema social y cultural, incrusta en el psiquismo de las personas la noción de la superioridad masculina y la inferioridad femenina, y se vale de la violencia institucional y privada, y de la misoginia para mantener esta creencia. A la idea de que los hombres tienen derecho a controlar y poseer a las mujeres, se añade que éstos son socializados en una cultura que ve en la violencia una forma válida de resolver conflictos y de afirmar la masculinidad.
Muchas víctimas de violencia sexual o de violencia en el hogar no son capaces de defenderse hasta que pasa mucho tiempo y han salido de ese ambiente tóxico. Hay que tener en cuenta, en primer lugar, que la violencia se ejerce progresivamente y que cuando las agresiones son brutales, la primera reacción de la víctima es de asombro e incredulidad. Luego llega la parálisis, la vergüenza, la culpa de quizás haber causado la situación, y poco a poco la depresión, la ansiedad y el trauma. Quedan totalmente inermes e incapaces de ver una salida. Cuando, además, el agresor es el padre de sus criaturas denunciarlo se hace aún más difícil.
Trayendo a colación las denuncias, la violencia institucional, judicial y policial; la revictimización que refleja ‘En nombre de ellas’ resulta pavorosa. Víctimas cuyos testimonios se cuestionan y cuyos derechos no se protegen, archivos de denuncias… El horror por el que pasan las denunciantes -también las víctimas de violencia de pareja- queda muy bien reflejado en el documental. En el caso de Kote Cabezudo, las anomalías llegaron a tal punto que la primera jueza instructora fue apartada del caso.
¿Quién se comprometa a actuar para erradicar la violencia machista?
No hay que desdeñar tampoco que las mujeres hemos recibido el mandato de ofrecer apoyo afectivo a todas las personas menos a nosotras mismas: somos adoctrinadas para ser amables, comprensivas, serviciales y empáticas en todo momento, incluso en situaciones de abuso o violencia.
La tolerancia hacia los agresores constituye otro factor decisivo. Del documental se desprende que Kote Cabezudo tenía amistades influyentes y él mismo declaró en el juzgado que si ciertas fotos que poseía salieran a la luz muchas personas relevantes se verían comprometidas. Era todo un entramado de fratrías o hermandades intermasculinas y silencios femeninos el que posibilitaba sus abusos continuados, incluso sobre menores de 13 a 15 años. La violencia en la pareja está tejida con los mismos mimbres.
A ello hay que añadirle la indiferencia social. La soledad de las víctimas de Kote Cabezudo es hiriente. No se trata solo de la falta de implicación de la población de Donostia a lo largo de los numerosos juicios. Tampoco lo hizo el movimiento feminista, salvo un par de asociaciones de fuera. Hasta el propio fiscal del caso mostraba pesar e indignación por ello. Representantes de los grupos políticos municipales que sí hicieron una declaración en su favor, entonaban el ‘mea culpa’ por no haber ido más allá. Y es que, ¿quién se compromete a actuar para erradicar la violencia machista?
Teléfono de atención a víctimas de violencia de género, a sus familiares y a profesionales:
900 840 111
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