Las defensoras de los derechos humanos en América Latina denuncian continuas persecuciones, encarcelamientos y crímenes. Cada año, más de doscientas personas son asesinadas en esa región, que se considera la más peligrosa del mundo para el activismo de derechos humanos y ambiental.
Este mes se cumplen el sexto y cuarto aniversario, respectivamente, de los asesinatos de Berta Cáceres, en Honduras, y Marielle Franco, en Brasil, figuras que se engrandecen con el tiempo y se han convertido en semillas de nuevos desafíos y luchas.
El activismo de las defensoras suele vincularse a la protección del medio ambiente y de las comunidades indígenas, así como de los derechos de las mujeres. Los lugares y las gentes donde actúan sufren grandes cantidades de violencia perpetradas por compañías y bancos extranjeros, algunos también vascos, que construyen grandes infraestructuras para arrebatarles valiosas materias primas o bienes básicos como el agua.
Berta Cáceres, defensora medioambiental
El saqueo, que es sistemático, suele encontrar la resistencia de las comunidades. Al frente suelen estar las mujeres, que no vacilan en arriesgar sus vidas. Una de ellas fue Berta Cáceres.
Cáceres pertenecía a la organización indígena COPINH, que luchaba contra la minería ilegal y los proyectos hidroeléctricos en la tierra tradicional de los indígenas lencas. Se oponía a la construcción de la central hidroeléctrica Agua Zarca. Según la tradición lenca, en las aguas mansas residen espíritus femeninos, sus principales guardianas.
El 3 de marzo 2016, después de años de amenazas y ataques, fue asesinada en su propia casa. La sorprendieron mientras dormía. Tenía 4 hijos e hijas y le faltaba un día para cumplir 45 años. Ha quedado demostrado que sus asesinos fueron contratados por la empresa que construía la central hidroeléctrica.
“Nuestras conciencias serán sacudidas por estar contemplando la autodestrucción basada en la depredación capitalista, racista y patriarcal”
Cáceres era conocida por hablar claro de los abusos de las trasnacionales y en defensa de los colectivos vulnerables. Recibió por ello el Premio Goldman, considerado el Nobel del medio ambiente, y al recibirlo aprovechó el altavoz para insistir en su denuncia.
“Nuestras conciencias serán sacudidas por el hecho de estar contemplando la autodestrucción basada en la depredación capitalista, racista y patriarcal”, clamó. Censuró, además, que en su país “la madre tierra está militarizada, cercada, envenenada; en ella se violan sistemáticamente los derechos elementales, y por eso la situación nos exige actuar”, animó.
Siete sicarios han sido recientemente condenados como autores materiales de su asesinato y, como autor intelectual, lo ha sido David Castillo, un exoficial de inteligencia del ejército hondureño entrenado en Estados Unidos y presidente de la hidroeléctrica DESA que construía la presa Agua Zarca.
Marielle Franco, volcada en los colectivos vulnerables
En las ciudades, las defensoras se enfrentan al racismo y a la violencia e impunidad policial. Eso precisamente es lo que combatía Marielle Franco, defensora de los derechos humanos y concejala en Río de Janeiro.
Se presentaba como madre, negra, lesbiana y soltera. Hizo campaña contra el racismo y la violencia policial en la metrópoli brasileña, y a favor de los derechos de las mujeres, la comunidad LGBTI+ y la población residentes de las favelas. Además, se enfrentaba regularmente con la policía de la ciudad, una de las más violentas del mundo.
“Marielle fue masacrada para avisar que todo lo que representaba no podrá ocupar espacio en la política institucional”
El 14 de marzo de 2018, ella y su conductor, Anderson Gomes, fueron asesinados en plena calle por milicias que portaban un arma de la compañía alemana Heckler & Koch. Estas pistolas habían sido entregadas a las fuerzas especiales de la policía. Tenía 38 años. Los responsables de su asesinato siguen sin ser detenidos.
Marielle, socióloga, fue elegida concejala de Río de Janeiro en 2016, con 37 años y 46.502 votos. Fue la quinta parlamentaria más votada. Nacida en las favelas y defensora de los derechos LGTBI+, su elección “sintetizó una trayectoria personal y colectiva de luchas y logros de la población de las favelas y periferias y de los movimientos identitarios”, señala Sonia Fleury en ‘Rebelión’.
Esto es algo que, al parecer, las altas instancias del Estado no podían tolerar. La viuda de la concejala asesinada, Monica Benicio, aseguró a ‘El Salto’ que Marielle “fue masacrada a modo de claro recado político, una ejecución sumaria para avisar que todo lo que representaba no podrá ocupar espacio en la política institucional”.
Ese mismo año, se convirtió a Lula en un preso político y Bolsonaro ganó la presidencia de la república. El nombre del presidente brasileño ha sido relacionado con el asesinato de Marielle.