‘Contra la banalización del feminismo’. Este contundente título presenta el último trabajo de la investigadora y profesora de la EHU-UPV María Gorosarri. Dos han sido sus objetivos fundamentales, uno personal, “ordenar mis sentimientos y mi posición respecto a la realidad” del feminismo, y otro político: “Crear una genealogía europea desde una perspectiva euskaldun”.
El resultado es un amplio trabajo que toca todos los temas del debate feminista y pretende llegar al gran público. Para completarlo ha consultado bibliografía en cinco idiomas.
Llama la atención la portada: una mujer levantando una piedra de 100 kilogramos, del archivo de Indalecio Ojanguren. “Me gustó. Me parece icónica, tiene varios dobles sentidos y representa nuestra identidad”, explica su elección.
-¿Qué es lo que intentabas comprender, en concreto, al iniciar esta investigación?
-Tras volver de una estancia investigadora en Berlín, vi que, en 10 años, ser feminista en Euskal Herria había pasado de casi un insulto a representar una identidad. La gente se identificaba por su trabajo o sus estudios y, además, como feminista. Me interesaba analizar qué había pasado y enmarco esa evolución entre dos acontecimientos: los asesinatos del falso shaolin, que produjo una movilización nada espectacular, unas 300 personas, y el juicio de la manada en Sanfermines. El feminismo vasco se ha articulado entre los años que van entre esos dos procesos. He revisado los temas de actualidad y creo que, a la vez, según como se enfoquen, entiendo que pueden banalizar el propio movimiento. Por ejemplo, revisar la genealogía del 8M para descubrir que se ha generalizado la versión de la fábrica de Nueva York y resulta que el hecho sucedió otro día.
-Has puesto el ejemplo del 8M, pero, cuando hablas de banalización, ¿a qué más te refieres?
-Si asumimos el relato de la fábrica, estamos basándonos en una genealogía que es mentira, que a la larga no nos beneficia, porque no estamos construyendo sobre bases sólidas, sino sobre intereses ajenos al movimiento europeo, en este caso el relato estadounidense.
-¿En qué nos es ajeno el relato estadounidense?
-Por un lado, se separa el 8 de Marzo de la Revolución Rusa y luego está el relato de las olas. La segunda ola empieza en el 1968. Mientras que en EE UU se centra en los derechos sexuales y reproductivos, en Europa, en esos momentos, se debatía la despenalización del aborto en Francia y las dos Alemanias, pero un año antes ya se había despenalizado en Inglaterra, y en España en el 37 y luego en el 85. En Portugal, en 2007 -ya no nos coge la segunda ola-, y en Irlanda ha sido ahora, en 2018. Entonces, el relato estadounidense no nos sirve porque, además, el relato de la primera ola, el sufragismo, en EE UU se articula sobre la base del movimiento antiesclavista y en Europa lo fue en torno a las huelgas en las fábricas, porque las mujeres estábamos trabajando en las fábricas en Europa. Asumir el relato estadounidense no representa nuestra realidad.
“No es suficiente autoidentificarnos como feministas para hacer feminismo”
Disolución de ETA y feminismo
-Hablas de la universalización del feminismo y de sus consecuencias.
-El feminismo, durante muchos años, como cualquier otro movimiento social, ha tratado de expandirse y desde las primeras sufragistas todas las feministas han creído que cuando se escucharan nuestras proclamas, que son justas, ya estaría, la sociedad nos daría la razón y colaboraría. En los últimos cien años, estas mujeres se dieron cuenta de que explicar las razones por las que luchábamos no era suficiente para conseguir nuestros derechos. Entonces, el feminismo ha intentado convencer a cuanta más gente mejor para cambiar las estructuras de la sociedad que nos oprime. Ahora la violencia contra las mujeres está en la agenda global y no sé por qué ha sucedido en todo el mundo, pero sí creo que en Euskal Herria la disolucion de ETA ha abierto políticamente nuevos escenarios en los que el feminismo está mucho más presente.
-¿Qué tiene que ver la disolución de ETA con el movimiento feminista?
-En las manifestaciones de la manada, vemos cómo confluyen los gestos de diferentes movimientos sociales: aplaudir al final era típico de las manifestaciones contra atentados; agitar las manos se puso de moda en el 15 M y los eslóganes típicos de apoyo a la lucha armada cambian una palabra para adaptarlos al feminismo. Por ejemplo, ‘Feminismoa da bide bakarra’. En cualquier manifestación vemos cómo esta simbología, que ha pertenecido a diferentes sectores de la sociedad vasca, ahora se da en un único espacio, que es el feminismo.
-Afirmas que en esa universalización del feminismo hemos cedido. ¿Qué o en qué lo hemos hecho?
– La tercera ola empiezan en 1991. Rebecca Walker escribe un artículo poco conocido y termina declarando: ‘ ‘Yo soy tercera ola’. Ese es para mí es un punto de inflexión, porque, a pesar de que el relato de las olas no se corresponde con el relato del movimiento europeo, por primera vez, el sujeto del feminismo no es ‘nosotras’; a partir de ahí, el sujeto es ‘yo’. Y ahí llegamos a un feminismo personal que podría ser un feminismo como identidad.
– ¿Feminismo personal?
-Claro. Cada cual nos presentamos como feministas, dando por hecho que todo lo que hacemos es feminista y representa a un movimiento, y eso no es así. Podemos hacer mil cosas que no representan al movimiento feminista o que van en contra. No es suficiente autoidentificarnos como feministas para hacer feminismo.
“Si la cotidianidad sigue siendo la misma no hemos cambiado nada”
-Hay que unirse con otras y movilizarse.
-Eso por un lado. El feminismo tiene tres niveles, la teoría crítica de la sociedad, que nos ayuda a entender la realidad; la práctica social y política; y el movimiento social, y no nos basta con criticar y quejarnos, sino que necesitamos crear espacios en nuestra cotidianidad en los que vivir de manera libre, que es lo que se llama la agencia de las mujeres. Gracias a esos pequeños cambios en los que luchamos contra el sexismo en nuestra cotidianidad vamos cambiando la sociedad, pero no estamos produciendo cambios desde el sacrificio, porque eso solo contribuiría a nuestra opresión, sino espacios en los que sentirnos libres y poder disfrutar. Ese es el verdadero cambio. Porque una vez que das ese paso de conseguir esos espacios, ya no hay una vuelta atrás. Si la cotidianidad sigue siendo la misma no hemos cambiado nada. No hay una revolución que llegue en un día. Ya tenemos la teoría crítica de la sociedad y también un movimiento social y político, y lo que tenemos que hacer es vivir la vida que queríamos vivir, empezar a vivirla ya, en la medida en que podamos. No es lo mismo tener recursos materiales que no tenerlos y cuanto menos recursos tengas más expuesta estas a las violencias machistas.
-Pero la violencia nos afecta a todas independientemente de nuestros recursos.
-Sí, sabemos que nos afecta a todas. Simplemente, digo que con menos recursos estás expuesta a más tipos de violencia.
-Hay algunas teóricas que consideran que la primera ola comienza en la Revolución Francesa.
-Es una propuesta de Celia Amorós y Amelia Valcárcel, el feminismo de la Ilustración. Se basan en los derechos de las ciudadanas. Yo analizo desde siglos antes la opresión de las mujeres. Cómo, durante 400 años, en lo que se llama la querella de las mujeres, en Europa se estuvo discutiendo si merecía la pena que las mujeres tuviéramos derecho a ser educadas para leer y escribir. El hecho de que en la llustración no nos rebeláramos en masa viene de siglos de opresión y yo creo que el primer derecho que se exige como vindicación de los derechos de las mujeres es el derecho a la educación. Somos el grupo que más tarde ha accedido a la educación. Nosotras hemos llegado sin educación casi hasta el siglo XX y esa es la base de nuestra opresión: que durante 4000 años la historia se ha basado en el mundo de los hombres, no de todos, de hombres que han ido accediendo a cada vez más recursos materiales e intelectuales. Nosotras, en cambio, nunca. Que haya habido tres reinas sólo significa que sus maridos murieron o que sus padres no tuvieron hijos. De no ser así, nunca hubieran reinado. La propuesta del feminismo de la Ilustración se hace con relación a la Revolución Francesa, pero en Francia no siguen ese relato de las olas.
“Recupero la teoría de los privilegios porque me parece que se emplea como reivindicación individual en lugar de política”
“Los privilegios son estructuras”
-Hay quien considera imprescindible el euskera dentro del movimiento. Uno de los capítulos del libro se titula ‘El euskera no es un privilegio’.
-Recupero la teoría de los privilegios porque me parece que se emplea como reivindicación individual en lugar de política. Cuando decimos: ‘Revísate tus privilegios’, podría decírselo una mujer a un hombre o una persona racializada a una euskaldun. Parece que se trata de acciones individuales y no es así. Los privilegios son los beneficios que un grupo obtiene de la opresión de otro de manera consciente o inconsciente y, por ejemplo, hay una filósofa australiana que nombra nueve privilegios de los hombres sobre las mujeres sólo por ser hombres y sin que ellos hagan nada ni se tengan que dar cuenta de ello. El más gráfico me parece el de la atención médica. A las mujeres nos detectan enfermedades graves en estadios más avanzados que a los hombres, porque en las primeras consultas se tienden a adjudicar nuestros malestares a estrés, a nervios, debido a nuestro pretendido carácter volátil. Además, los hombres son la medida de la medicina. Todas las mascarillas normalmente nos quedan grandes. ¿Qué puede hacer un hombre para revisar esos privilegios? Los privilegios son estructuras. Cuando dicen que el euskera es un privilegio no es cierto. El euskera no se beneficia de la opresión de nadie.
-¿En qué sentido se habla de euskera y privilegio?
-En el sentido de que hay quien piensa que se impone para trabajar aquí. El castellano y el francés se imponen y eso se considera natural. Mari Luz Esteban habla de la descolonialidad del euskera, que tiene dos vertientes: las clases altas han sido las colaboracionistas con los Estados, pero a día de hoy las clases más precarizadas, que son normalmente las personas migradas, cuyo idioma materno es el castellano o el francés, también ejercen presión contra el euskera.
-Aseguras que el libro es reflejo de tus malestares ante discursos en el feminismo. Habrás observado que hay tensiones grandes en el feminismo.
-¿Te refieres a la ley sobre Transexualidad?
-Sí y a cuestiones como la prostitución o la pornografía.
-Trato los tres temas, pero cada uno en un lugar diferente. Para la transexualidad sigo las directrices de la asociación Naizen, porque para eso necesitaba bases científicas que yo no tengo. Naizen habla de identidad sexual y no de identidad de género, y también recomienda utilizar el adjetivo transexual y no trans. He investigado las razones que se aducen en contra y he visto que entre ellas está que las transexuales puedan acceder a baños públicos. En Navarra también se había discutido si las lesbianas podían acceder a los vestuarios o no. Hay ciertos temas que se repiten. Los he repasado y considero que la inclusión de la diversidad sexual se debe hacer en relación con la opresión milenaria de las mujeres. Es decir, no todo el colectivo tiene el mismo grado de discriminación. Los gays tienen mucha más visibilidad que las lesbianas, no sólo en la sociedad, sino en el movimiento LGTBI. Lo mismo pasa con los hombres transexuales. Se sienten más poderosos una vez se les considera socialmente hombres que las mujeres transexuales, que ven mermados sus derechos cuando se presentan como mujeres. Creo que, por un lado, hay que atender a la representación numérica de la opresión de las mujeres, que somos la mitad de la población, y por el otro lado, dentro del propio colectivo LGTBI, hay que priorizar a los sectores más vulnerables. Es verdad que el machismo afecta a los hombres gays, pero a pesar de ello siempre han tenido como mínimo derecho a la educación, al voto… Su palabra es considerada de mayor credibilidad que la de las mujeres, etc.
“Un gran porcentaje de consumidoras de porno gay son mujeres, porque no ven violencia y porque los hombres son guapos”
Feminismo regresivo
-¿Cuál es tu reflexión sobre la prostitución?
-Dentro del tema de la alienación de las mujeres, incluyo la discusión sobre la prostitución. Por qué tenemos que discutir las mujeres sobre este tema cuando nunca hemos podido acceder a un burdel. Creo que los hombres que defienden la prostitución de mujeres nos tendrían que explicar qué beneficios ofrece al resto de las mujeres que ellos se beneficien de este sistema. Considero que discutir esto entre nosotras es un síntoma de alienación, porque hoy en día, en el Estado español, cualquier persona que quiera ejercer la prostitución, simplemente se puede dar de alta en la Seguridad Social como autónoma y puede cotizar hasta la jubilación. La prostitución ya está regulada. Me parece que quien quiera defenderla debe explicarnos en base a qué se nos quiere proponer un sistema de prostitución de mujeres, porque de hombres nunca se habla.
-¿Y sobre la pornografía?
-La enmarco dentro de la amenaza de un feminismo regresivo. La brutalidad de la violencia contra las mujeres sólo la sufren los hombres en situaciones de guerra y el desarrollo de la pornografía para hombres heterosexuales ha evolucionado con la consecución de derechos para las mujeres. A principios del siglo XX empezó la pornografía de masas y es cuando las mujeres accedimos a la escuela. ¿Habéis aprendido a leer? Pues os vamos a decir lo que sois. Tenemos otro hito cuando se funda ‘Play Boy’, en 1953. En su primer número dice que antes ser hombre era una cosa buena, y ahora cualquiera se casa contigo se divorcia y te sangra y ese es el primer manifiesto de la revista: cuidado con las mujeres que vienen a sangrarnos. A partir de los años 70, con la liberación sexual de las mujeres, el nivel de violencia en el porno para heterosexuales es cada vez mayor y eso ha llevado a que un gran porcentaje de consumidoras de porno gay sean mujeres, porque no ven violencia y porque los hombres son guapos. Estamos hablando de deseo.
“Ahora podemos vestir a una niña de azul, pero no existe la vuelta de vestir a un niño de rosa”
-¿Qué es un feminismo regresivo?
-He ampliado al feminismo el concepto de izquierda regresiva, que es una izquierda que critica los valores católicos, porque se basa en valores laicos, pero respecto al islam mantiene una posición de relativismo cultural. Cuestiones que no se toleran –desde mi punto de vista, acertadamente- al catolicismo o al cristianismo, en el caso del islam sí se toleran. Es un planteamiento reaccionario respecto al propio feminismo.
-¿Te refieres a aceptar a mujeres con velo dentro del feminismo?
-Cada cual puede tener las creencias que quiera, pero considero que no se pueden normalizar las estructuras religiosas en la sociedad y para representar a mujeres árabes no hay que representarlas veladas. Una de las reivindicaciones que hemos perdido ha sido la de los valores femeninos. Hemos adoptado los valores masculinos como neutros.
-Lo ha hecho el feminismo de la diferencia, ¿no?
-Sí, es cierto.
-¿Lo dices porque esta corriente es minoritaria aquí, quizás?
-Me refiero, por ejemplo, al color rosa, cuestiones que socialmente están degradadas sólo porque se asocian a mujeres. Ahora podemos vestir a una niña de azul, pero no existe la vuelta de vestir a un niño de rosa porque está marcado como un color inferior. Dentro de la amenaza de un feminismo regresivo enmarco también el porno violento para heterosexuales que es gratis (el otro hay que pagarlo). Que una persona consuma este porno no significa que sea feminista, que no todo lo que hacemos es feminista. La amenaza del feminismo regresivo es que, si nos identificamos como feministas e identificamos todo lo que hacemos como feminismo dentro del movimiento, estamos creando estructuras reaccionarias.