La filósofa Ana de Miguel acaba de publicar ‘Etica para Celia’, un libro que está obteniendo una excelente acogida. La asociación Mujeres Avenir la invitó para comentarlo –la charla se emitió por youtube- y explicó cómo la Filosofía, ciencia que se ocupa de interpretar lo que nos rodea y tratar de explicarnos quiénes somos, ha presentado “a lo largo de la historia una doble verdad que todo lo penetra y lo corrompe: un sentido de la vida para los hombres y otro para las mujeres”.
A nosotras, nos ha tocado conformarnos con un lugar subordinado y los grandes pensadores nos han indicado que esto era lo normal y lo natural, y que teníamos que ser felices así. Sin embargo, muchas mujeres supimos que “queríamos lo que querían los hombres”, ocupar el espacio público y tener una vida propia y con sentido, y ello dio lugar precisamente al feminismo, pensamiento que a ella, según dijo, le llevó a la filosofía.
Contó una anécdota de cuando era niña. Un día estaba aburrida en casa y su madre planchaba. Le preguntó por qué no podía ir ella a la calle con su padre y sus hermanos, y le respondió con gesto de complicidad: “Anina, las mujeres somos más listas”. Escuchar esta “burda respuesta” de boca de una persona que la quería fue uno de sus episodios de despertar feminista.
Del espacio privado al público
Hace doscientos años, las mujeres emprendimos un camino, el que lleva del espacio privado al público. Era algo “que nos habían prohibido hacer” y, no sólo la religión cristiana, matiza, sino también los grandes filósofos, laicos, científicos. Producto de este recorrido, ahora que hemos conseguido autonomía económica y material, podemos “pasar a pensar nosotras el mundo”. Determinar “qué es bueno y valioso para todas las personas desde nuestra perspectiva” porque “tenemos mucho que decir”.
Los hombres “jamás han querido lo que teníamos nosotras” porque, de haber sido así, “lo hubieran tomado”
Esta profesora de Filosofía Moral reconoce que, en ese proceso de emancipación, no hemos repudiado el lugar que la sociedad nos asignó: el hogar, la familia y la crianza. “También es parte de la vida buena y no lo queremos perder”. Pero los hombres, por el contrario, “jamás han querido lo que teníamos nosotras” porque, de haber sido así, no hay duda de que “lo hubieran tomado”.
En su opinión, en los últimos dos siglos las mujeres hemos cambiado completamente y “necesitamos un mundo distinto para poder ser las que ya somos” al mismo tiempo que hacemos “un mundo mejor”.
La relación con el cuerpo
Urge, a su juicio, un cambio de rumbo y de valores. “Los hombres son los que han hecho este mundo apoyándose en nosotras” y eso ha acarreado grandes avances científicos, técnicos y artísticos, pero no un progreso moral y “así está el mundo: mal y llegando a una situación de no retorno”.
En adelante, toca a las jóvenes coger el testigo y de Miguel les aconseja “revisar la mala relación con sus cuerpos” y lanzar una mirada crítica a la “sociedad del hiperconsumo”. Otros retos importantes son la “hipersexualización” fomentada por la pornografía y la prostitución, omnipresentes en el mundo virtual.
“Como las ideas ya no pueden ser machistas van a inscribir en nuestros cuerpos la desigualdad”
Recordó que en los años ochenta, cuando estudiaba en Salamanca, la prostitución casi había desaparecido debido a la liberación sexual, pero pocos años más tarde todo un “auténtico supermercado” de mujeres de todo el mundo invade los polígonos, burdeles y zonas como la Casa de Campo de Madrid.
Cree que la apología y el blanqueamiento de la prostitución y la hipersexualización no son casuales. “Como las ideas ya no pueden ser machistas van a inscribir en nuestros cuerpos la desigualdad, la inseguridad, la opresión, el ser para los otros. Las ideas ya no pueden decir las mujeres están para servirnos, pero van a por vuestros cuerpos a deciros: se tu propia emprendedora de tu mejor recurso: tu cuerpo”, previno a las jóvenes.