“En el País Vasco se vulneran los derechos humanos fundamentales de las trabajadoras inmigrantes constantemente”. Con esta contundente declaración, la asociación de mujeres migrantes Malen Etxea denuncia las condiciones de explotación laboral en que viven las trabajadoras del hogar y de cuidados, especialmente las internas, en la comunidad autónoma.
Frente a la idea bastante generalizada de que los abusos los sufren únicamente las ‘sin papeles’, desde Malen Etxea aseguran, en una nota, que la explotación “no tienen que ver con la situación administrativa, regular o irregular de la trabajadora , sino con “la propia concepción social de la sociedad vasca que entiende que tener a una trabajadora inmigrante disponible 24 horas al servicio del empleador sin descansos y con salarios míseros es un trabajo decente”.
“Posesión feudal de la trabajadora”
La situación, acusan, llega al extremo de controlar hasta la vida íntima de la trabajadora, en una “idea de posesión feudal de la trabajadora inmigrante”, que “se refuerza por las propias políticas públicas de las administraciones vascas.
En concreto, las instituciones, señala el escrito, “hablan de profesionalizar los cuidados y no exigen ni controlan que haya condiciones laborales dignas para esas trabajadoras de cuidados”.
Cuando se otorga la ayuda a la dependencia para contratar a una asistente socio-sanitaria en el domicilio, “se pide una cualificación determinada y, sin embargo, “se acepta que el contrato sea de ‘empleada de hogar’, en un régimen especial, con derechos laborales y de seguridad social no iguales al resto de las trabajadoras”.
Malen Etxea considera también que “desde las administraciones se oculta que el mayor peso de la atención a los mayores dependientes en el País Vasco se realiza en los hogares y que más de la mitad se hace con trabajadoras inmigrantes en régimen de internas en situación administrativa regular o irregular”.
“El 98% de las trabajadoras internas son mujeres inmigrantes, y eso debería decirnos algo como sociedad”
Perpetuar estereotipos
Esta forma de entender y aplicar las políticas públicas perpetúa, a su juicio, “los estereotipos patriarcales de feminización, precarización del sector, desvalorización social e invisibilidad”, lo que “tiene consecuencias directas sobre las condiciones laborales”.
Además, “refuerzan así la idea patriarcal – capitalista – clasista y racista de la configuración social histórica y filosófica de la construcción de Europa, al revalidar que:
- Los cuidados son cosas de mujeres.
- El empleador desde su posición de poder puede controlar la vida la trabajadora como hasta hace nada lo hacía con su esposa y todos los miembros de la familia, porque la considera parte de su propiedad.
- Este trabajo y en estas condiciones son “únicamente” para las mujeres inmigrantes pobres, como en el siglo XVIII sólo eran esclavizadas las personas negras. El 98% de las trabajadoras internas en los servicios de el País Vasco son mujeres inmigrantes, y eso debería decirnos algo como sociedad”.