Jóvenes africanas fabrican compresas baratas y ecológicas hechas de fibras de plátano para ofrecer mujeres y niñas ese básico producto a precios más asequibles.
Según informa la plataforma de noticias Ventures Africa, la planta de producción se encuentra en las afueras de Kigali, capital de Ruanda, y posibilita también aprovechar los desechos del plátano tras su cosecha.
La compañía que lo promueve es Sustainable Health Enterprise (SHE), una entidad social fundada por Elizabeth Scharpf en 2008 con este propósito.
La idea empezó a tomar forma en 2005, cuando, siendo becaria del Banco Mundial en Mozambique, esta estadounidense descubrió que las niñas no iban a la escuela ni las mujeres al trabajo porque no podían permitirse comprar compresas.
Un paquete costaba más que sus ingresos diarios. Las compresas SHE se venden a 0,40 dólares, lo que las hace un 35% más baratas que las disponibles en el mercado.
Creación de empleo
Scharpf podía haber ayudado a paliar el problema entregando compresas gratuitas pero quería un proyecto a largo plazo que previera la creación de puestos de trabajo. Tras asesorarse científicamente, se dirigió a Ruanda con dos estudiantes de ingeniería del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), una grabadora y una batidora de mano. Probaron todas las fibras naturales y descubrieron y patentaron un proceso para transformar la fibra de plátano en material absorbente.
El proceso es sencillo. Durante la recolección de los plátanos se quitan las hojas y las raíces del plátano maduro para dejarlo listo para la extracción de las fibras. De ahí se obtiene una pelusa que se envasa en bolsitas verdes para evitar la humedad. Así se genera el algodón de almohadilla.
Scharpf creó un centro de producción en Ngoma, al este de Ruanda, donde se fabrican las compresas. Pero esto era sólo una parte del objetivo de SHE. Pronto, la empresa presionó al gobierno para que redujera el impuesto del 18% que grava un paquete de compresas y organizó una campaña para distribuir en las escuelas su producto.
SHE también se asoció con el Ministerio de Educación de Ruanda y contrató a graduados y graduadas de una escuela de técnica y con dificultades para conseguir empleo para que se integraran en la planta de producción. Actualmente, trabaja con seis cooperativas que emplean a 1.200 personas, el 80% mujeres.
Modelo de negocio exitoso
Al crear la empresa, Scharpf dijo que eligió Ruanda por una serie de razones, como el tamaño de su población, la tasa de producción de plátanos, la facilidad para hacer negocios y las políticas favorables a las mujeres. Sin embargo, la empresa tiene problemas con los costes de producción y funciona con pérdidas. Gasta gran parte de su capital en el pago de salarios y subsiste con patrocinios y donaciones. El objetivo final es crear un modelo de negocio exitoso y escalable que pueda adaptarse y reproducirse.
La compañía imparte también sesiones higiene menstrual en escuelas y zonas rurales. Son conocimientos sanitarios básicos que sirven también para romper los tabúes que existen acerca de la menstruación.