Las mujeres iraníes desafiaron ayer el apartheid de género del régimen clerical con una nueva acción colectiva contra el velo, un atuendo que se ven obligadas a vestir desde los nueve años. Muchas de ellas se quitaron esta prenda en lugares públicos y lo grabaron en vídeo. La protesta estuvo motivada por una orden presidencial que restringe la vestimenta.
Compartieron imágenes a lo largo del día en las redes sociales con los hagstag #No2Hijab y #WalkingUnveiled, entre otros. En ellas se ve a mujeres caminar sin velo por el espacio público, montar en bicicleta –prohibido extraoficialmente- o entrar a comprar con la cabeza descubierta. Son acciones castigadas con la cárcel o con latigazos.
“Sistema brutal”
La campaña tuvo el apoyo de líderes de opinión en el exterior como la ex musulmana Yasmine Mohammed, fundadora de Free Hearts Free Minds, organización canadiense de ayuda a las personas perseguidas o ejecutadas por lo que creen o por lo que aman. “En todo el mundo de mayoría musulmana, las mujeres luchan contra los sistemas brutales que las aterrorizan cada día –proclamaba la activista en twitter. Hoy las mujeres iraníes te piden que escuches sus voces. Apóyalas. Hazles saber que las ves y que te importan”.
El canal de noticias Iran International English informaba de que las mujeres se estaban sumando masivamente a la campaña. Algunos hombres las apoyaron.
‘Semana del Hijab y la Decencia’
La rebelión coincide, según este medio, con la ‘Semana del Hijab y la Decencia’, que prevé eventos financiados por el Estado para promover el hijab islámico. Al mismo tiempo, una orden del presidente, Ebrahim Raisi, para hacer cumplir la ley de hiyab y castidad del país introdujo el pasado día 5 una nueva lista de restricciones a la vestimenta de las mujeres.
Por ejemplo, en el marco de lo que el gobierno denomina “hiyab impropio”, el Banco Mellat de Irán, con más de 1.400 sucursales en el país, ha prohibido a las empleadas llevar zapatos de tacón y medias. También impide a los directivos masculinos tener mujeres como asistentes administrativas. La directiva, además, obliga a las mujeres a añadir al velo un pañuelo que cubra también el cuello y los hombros.
La valiente abogada Nasrim Sotoudeh cumple 38 años y medio de prisión desde 2018 por defender a las activistas detenidas”
El hiyab pasó a ser obligatorio tras la Revolución Islámica de 1979. Muchas mujeres iraníes han burlado la norma a lo largo de los años y han sobrepasado los límites de lo que las autoridades religiosas consideran decoroso.
No es la primera vez que las mujeres de Irán se rebelan contra el velo obligatorio. La valiente abogada Nasrim Sotoudeh permanece en prisión desde 2018 por defender a las activistas detenidas tras participar en acciones callejeras que comenzaron un año antes.
38 años de condena
Cumple una durísima condena de 38 años y medio y 148 latigazos en una de las peores prisiones del país, Shahr-e Rey, al sur de la capital. Se trata de una antigua granja de pollos que alberga a cientos de mujeres hacinadas y en condiciones de insalubridad. Ha podido salir de la cárcel en varias ocasiones con permisos temporales cortos y Amnistía Internacional desarrolla campañas para tratar de conseguir su libertad incondicional.
A pesar de la represión del fundamentalismo islámico en el poder, las mujeres han gozado de algún margen de maniobra para operar como oposición civil al régimen. La activista feminista en la diáspora Mansoureh Shojaee detalla, en un artículo en la revista estadounidense Ms. Magazine, las acciones desarrolladas en las últimas décadas.
Así, en el año 2000 celebraron un acto público en el Día Internacional de la Mujer. En 2002, fundaron la Biblioteca de la Mujer y se siguieron organizando grupos y asociaciones.
El movimiento de mujeres “pasa de la casa a la calle, de la calle a la cárcel y de la cárcel a la diáspora”
En 2004, la opresión del movimiento de mujeres se intensificó y lanzaron páginas web de mujeres en un intento de amplificar las diferentes voces. Ello les permitió formar una coalición electoral de mujeres diversas en 2009. Se proponían ratificar la Convención internacional sobre la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer. Pero, asegura Shojaee, el resultado fue “el fraude gubernamental, la opresión del pueblo y una inmigración generalizada de mujeres activistas y periodistas durante 2010 y 2011”.
“De la calle a la cárcel”
En las elecciones de 2013, el movimiento de mujeres resurgió y preparó nuevas coaliciones en defensa de los derechos ciudadanos en Irán. Las activistas de la diáspora utilizaron el ciberespacio para hacer campañas, en particular contra el hiyab obligatorio. El Gobierno respondió con una nueva ola represiva.
Sin embargo, el feminismo no se detuvo y en 2017 impulsó la acción ‘Chicas de la calle de la Revolución’ para protestar contra el velo, en la que las jóvenes se desprendieron del pañuelo y lo agitaron en el aire para reivindicar la liberación de la mujer. Fue entonces cuando se encarceló a Nasrin Sotoudeh.
El pulso del movimiento de las mujeres vuelve a escucharse periódicamente. Ayer lo hizo con fuerza. Con casi 150 años de historia, “pasa de la casa a la calle, de la calle a la cárcel y de la cárcel a la diáspora”, lamenta Mansoureh Shojaee.