Se sabe que las mujeres acusan, y mucho, el peso de la maternidad a la hora de mantenerse en el mercado laboral y de disfrutar de un buen trabajo. Pero es que, además, esa es la razón de no poder promocionarse y de su difícil acceso a puestos directivos.
Quizás asegurar esto sin matices resulte simplificar demasiado el asunto. Todas conocemos a directivas de éxito con descendencia. Pero también es cierto que son muy pocas teniendo en cuenta el elevado nivel formativo de las jóvenes vascas. La catedrática de Economía de la UPV-EHU Sara de la Rica ha realizado dos estudios sobre la evolución de las condiciones de trabajo de hombres y mujeres a partir de su entrada en el mercado laboral, y sobre el peso de la maternidad en sus carreras.
Los resultados se avanzaron en la jornada ‘Liderazgo empresarial de las mujeres, camino hacia los altos puestos de decisión’, organizada dentro de los cursos de verano de la UPV-EHU’.
Carreras truncadas
De la Rica presentó unas series de cifras que evidencian una “penalización de la maternidad”, que impide la llegada de las mujeres al liderazgo empresarial, porque “trunca sus carreras y nunca se recuperan”, e instó a las instituciones y al empresariado a tomar medidas. Ello se debe a su tendencia a buscar trabajos de peor calidad para ocuparse de la crianza.
Pero la precariedad laboral, no sólo perjudica a la mujeres sino, sobre todo, a la juventud, de la que dijo que probablemente será la primera generación que viva peor que sus padres. Advirtió seriamente del riesgo real de la fuga de talentos y pronosticó que quienes están aceptando ofertas laborales en el extranjero difícilmente volverán porque otros países ofrecen condiciones “imbatibles” para hacer compatibles maternidad-paternidad y carrera.
La catedrática indicó que la precariedad llegó a las empresas como “salida aceptable” a la crisis de 2008 pero certificó que se ha quedado -“juegan con la devaluación salarial”- y apeló a la responsabilidad de toda la sociedad, en especial a empresariado e instituciones, a la hora de abrir oportunidades de proyección personal y profesional a la generación mejor formada de la historia y que “ha hecho los deberes”. También reclamó servicios públicos para que las mujeres puedan compaginar su actividad laboral con la crianza.
Dos de cada tres jóvenes empiezan a trabajar en un mal empleo en la comunidad autónoma, situación que se mantiene en el tiempo
Las cifras que ofreció son bastante desalentadoras. En la comunidad autónoma, dos de cada tres jóvenes empiezan a trabajar en un mal empleo, entendido éste como aquél que ofrece bajos salarios por hora; pocas horas de trabajo anuales, con interrupciones por desempleo o jornada parcial; y alta rotación (demasiados contratos).
El “peso” de la maternidad
El problema es que la situación se mantiene cinco años después y apenas mejora en diez años. Al inicio, tanto chicos como chicas parten de situaciones similares, con cifras un poco favorables a ellos (74-64%) pero, según va pasando el tiempo, son las mujeres quienes soportan las peores condiciones laborales: 32% ellos frente 45% ellas, pasados cinco años, y 19-32% con mal empleo al de una década. La catedrática subrayó que este panorama, no sólo ensombrece la proyección de las personas sin formación, sino la de toda la juventud.
En las horas trabajadas y el salario por hora se mantiene la brecha entre hombres y mujeres, que llega a su punto álgido cuando las mujeres son madres. Ella soportan “completamente” el peso de la maternidad, subrayó De la Rica, y a ellos les sale gratis pues no les afecta en absoluto laboralmente, mientras que las mujeres comienzan a acumular jornadas parciales y parones en su trayectoria laboral que dan al traste con sus carreras profesionales.
Un dato curioso es que, en parejas heterosexuales sin descendencia, ellas también desarrollan un nivel elevado de trabajo a tiempo parcial (un 24%, frente a un 59% que trabaja a jornada completa). La profesora manifestó su sorpresa por este dato y manifestó su interés en estudiar las motivaciones. “Quizás se están preparando para lo que viene”, aventuró y pronosticó que “nunca van a promocionar”.
Las directivas aconsejan a las jóvenes tener claros sus objetivos, y esfuerzo y formación permanentes
Parcialidad “involuntaria”
La relación del trabajo a tiempo parcial y el estancamiento profesional no es exclusiva del Estado o de la comunidad autónoma. De la Rica aseguró que “la jornada parcial penaliza a todo el mundo y en todos los países”. No lo hacen las excedencias, matizó.
Otro dato relevante del estudio es que, además de no progresar laboralmente, tampoco es posible para las mujeres recuperar la jornada completa tras años a tiempo parcial. Sólo un 12% de mujeres trabajan a tiempo parcial porque no desean prolongar su jornada, frente al 75% de Holanda, donde la media jornada responde a su propia elección. “En Euskadi y en España, la parcialidad es altamente involuntaria”, proclamó De La Rica.
La jornada contó con la presencia de tres directivas brillantes con largas carreras de emprendimiento, liderazgo y dirección: Marisa Arriola, de la empresa pública BIC Berrilan, que facilita la creación de empresas innovadoras; Alicia Gómez Legorburu, de DIDEA, que tiene como misión impulsar la eficiencia y el crecimiento de los negocios; y Arantza Muriana, de BIOBIDE, dedicada a la biotecnología.
Las tres se declararon enamoradas de sus trabajos y ofrecieron recomendaciones a las más jóvenes para progresar profesionalmente: tener claros sus objetivos, y esfuerzo y formación permanentes. Algunas que ejercen de mentoras lamentaron que las chicas sigan teniendo escasa seguridad y confianza en sí mismas, y reconocieron que este es un obstáculo que también hay que remover.
Directivas y madres
Las que son madres, Gómez y Muriana, confesaron haber tenido inseguridades sobre si estaban haciendo lo correcto en relación al cuidado de sus criaturas e incluso llegaron a sentirse señaladas. Sobre la marcha, sin embargo, fueron comprobando que habían elegido bien e incluso vieron que habían servido de referente para sus hijas.
Marisa Arriola fue quien más incidió en las diferencias que marca la socialización de género, pese a lo que confesó que “no concibo que una mujer no busque su desarrollo profesional de forma plena”. Consciente del peso de los roles y los estereotipos, animó a las jóvenes a “negociar con sus parejas desde el principio marcos de equilibrio y de asunción de responsabilidades en la convivencia”.
De la Rica quiso cerrar las intervenciones con un mensaje de esperanza. Opina que el estilo de liderazgo vertical y autoritario propio de los tiempos del hombre proveedor “se va” y que los jóvenes, ellos, “están comprando nuevos liderazgos” basados en compartir responsabilidades y experiencias que a las mujeres “se nos dan bien de forma natural” y que no tenemos que dudar en ejercer.