REMEDIOS ZAFRA | FILOSOFA E INVESTIGADORA 
«En Internet las chicas se representan en imágenes y los chicos presentan, influyen»

El sueño de una Internet donde el conocimiento y las relaciones se democratizarían y los viejos imaginarios se deconstruirían se ha disuelto en pocas décadas. La red es un espacio de apariencia amable donde capitalismo y patriarcado mantienen una estrecha alianza con la que ambos buscan perpetuarse y reproducirse.

No hay más que ver las representaciones masculinas y femeninas que ofrece: “Se ha orientado a las mujeres, y sobre todo a las jóvenes, a ocupar los espacios de la representación, de las fotografías. Las mujeres tienen más poder e influencia allí donde son estereotipadas. En cambio, los chicos dominan los espacios de la presentación. Puede que la imagen esté presente, pero sobre todo está presente la palabra, el discurso y la generación de influencia”.

Espacio dominado por el capitalismo neoliberal

Son reflexiones que la filósofa e investigadora Remedios Zafra aportó en la jornada ‘El patriarcado de la vigilancia’, organizada por la Universidad de Vigo. La experta detalló las características del espacio virtual y sus consecuencias para las mujeres y el activismo feminista, y las posibles maneras de hacer frente a las violencias que en él se producen.

Según explicó, frente a la idea inicial de que Internet podría crear un espacio democrático y transformador de las representaciones simbólicas “se dio vía libre para el dominio absoluto del capitalismo neoliberal a cambio de espacios de apariencia pública, afectiva, de interrelación y aparente gratuidad”.

“Los protagonistas son los sujetos de uno en uno, colectivos de yoes; es la exhibición de la persona convertida en producto”

Individualismo de formas renovadas

En virtud de las representaciones y el tipo de relacion que fomentan, el individualismo ha adquirido formas renovadas: “Los protagonistas siempre son los sujetos de uno en uno, colectivos de yoes, donde la prioridad es la exhibición de la persona convertida en producto”, donde lo que importa es la cantidad sobre la calidad, los ‘clics’ y el número de seguidores y seguidoras por encima de todo.

La exposición pública es, de hecho, la forma de existir en el ciberespacio y al yo “se le pide constantemente acreditación de que existe”. Esa exigencia se ejerce mediante un control que “llega hasta el punto de cuestionar el anonimato como señal de peligro y delincuencia sin tener en cuenta que hay contextos donde las mujeres no tienen los derechos básicos”, destacó Zafra en referencia a los países en los que “el patriarcado limita el acceso de las mujeres a Internet y a la esfera pública, y el anonimato es esencial”.

La clandestinidad es, pues, una forma de protección frente a la violencia en las redes sociales, pero también facilita el ciberacoso mediante perfiles “no controlados por un poder democrático, sino por una ética empresarial que dice qué se puede o no publicar, o si determinado personaje o imagen tiene cabida en una red social”.

“Tendemos a cecer los datos de forma inconsciente pero esa suma de muchos unos se convierte en un grandísimo poder”

Pero para la filósofa e investigadora, las propias personas usuarias favorecen también  la violencia, pues “tendemos a crear grupos perversamente homogéneos” de los que se expulsa a quienes piensan diferente. Ello da origen a una polarización excesiva de posturas en las que no cabe el debate.

Amplifica también los estereotipos y a esto ayudan otros factores. “Tendemos a ceder la imagen y los datos que se dan de una manera a veces inconsciente y automática pensando que una no importa demasiado a esa industria, pero esa suma de muchos unos que configura el big data se convierte en un grandísimo poder, que no solo ayuda a describir el mundo, sino a pronosticarlo y a condicionarlo, a crear expectativa y a reiterar esa inercia patriarcal”.

En un análisis desde la antropología, Zafra apuntó que la cultura digital erosiona esferas que estaban diferenciadas, pública y privada. En ella se produce, además, la intersección de espacios de producción, recepción y circulación. También se disuelve la clásica separación profesional-amateur, y aparecen nuevos límites y formas de colectividad.

Como elemento positivo, “el solapamiento de espacios de presentación y representación del sujeto conforman un escenario cargado de posibilidades para emancipación, el empoderamiento y la igualdad”, aprecia.

Prácticas creativas feministas

La experta repasó varias iniciativas con las que el feminismo se ha reivindicado y ha contestado a las violencias patriarcales en los espacios virtuales y animó a seguir utilizándolas.

Opina que lo ideal son las “estrategias sencillas pero potentes y efectivas para afrontar la opresión simbólica”. Prácticas artísticas en las escuelas, en la universidad, e incluso en contextos empresariales y laborales “que nos permitan poner palabras a lo difícilmente narrable”

También destacó la parodia y la ironía, y la crítica al logocentrismo (privilegiar la palabra frente a otro tipo de representaciones). Sería un “cambio de mirada a lo que ha sido invisibilizado y llevado a la periferia y que no tiene poder de contestación”.

Incluso, la exhibición de lo íntimo, puede tener “una lectura revolucionaria, activista y propositiva” cuando “el empuje viene de las propias protagonistas” en lugar de constituir una reacción a la presión de las industrias digitales.