Cuestionan la atención a las víctimas de violencia machista en la comisaría de Durango

Durangoko Autodefentsa Feminista Asanblada (DAFA) ha enviado un escrito a los medios de comunicación en el que cuestiona la atención que se presta a las víctimas de violencia machista en la comisaría de la Ertzaintza.

En el texto dicen haber tenido conocimiento de la agresión machista sufrida “hace unas semanas” por una mujer a plena luz del día. Según relatan, un hombre le llamó y cuando ella se acercó, “el tipo, que la miraba, comenzó a masturbarse”. La mujer le hizo frente y él logró marcharse.

Con la intención de dar una respuesta a lo sucedido, “y evitar que a nadie le volviera a ocurrir”, la mujer acudió a la comisaría de Durango y la respuesta de los agentes que le atendieron fue que “no era posible interponer denuncia alguna” y que, aparentemente, “este tipo de hechos no son constitutivos de delito”.

Desde DAFA remarcan que lo ocurrido “no es un caso aislado” y que no “nos ha pillado por sorpresa”. Esto es así porque tienen constancia de que hay otras mujeres que han acudido a la comisaría de Durango “a interponer denuncias y pedir ayuda”, y han salido “sin respuestas”.

Para poder atender a las mujeres agredidas en Durango, añaden, “es necesaria la presencia de dos especialistas en violencia machista en la comisaría de la Ertzaintza y en los últimos meses de 2024 en nuestra localidad no ha sido así. De hecho, durante meses no se ha ofrecido este servicio”.

“Grave y preocupante”

En este mismo sentido aseguran haber descubierto además que la atención a víctimas de violencia machista “sólo se presta por la mañana. Nos parece algo absolutamente grave y preocupante. Y es que en caso de querer denunciar fuera de ese horario, o necesitar ayuda, su atención no está garantizada”.

Por todo ello admiten estar “indignadas y hartas”, y reclaman “soluciones y recursos” porque la violencia machista es una responsabilidad compartida.

“Está pasando. No son casos aislados. La violencia machista la sufrimos en el día a día. En nuestras vidas, en nuestros cuerpos. Y las instituciones y las leyes no nos protegen de los agresores que están en nuestro entorno cuando vamos de paseo, en los bares, en los lugares de trabajo, en las actividades deportivas, en las casas y en las camas”, concluyen.