El uso de las tecnologías reproduce en el mundo virtual en las adolescentes la violencia machista que padecen las adultas en el mundo real. Parece que nada hubiera cambiado salvo el traslado del problema a otra dimensión. Sin embargo, no es así. La coeducación y el fomento del pensamiento crítico en los centros educativos han hecho que muchas jóvenes estén rompiendo con los viejos códigos sexistas, no así los chicos.
Estas son algunas de las principales ideas del estudio ‘El iceberg digital machista’ que su autora, Estíbaliz Linares Bahillo, presentó recientemente en la sede de Emakunde. La investigación se alzó con el premio del VIº Certamen de Publicaciones de la institución. La directora del Instituto Vasco de la Mujer, Izaskun Landaida, presentó el acto.
A pesar de la utilización de Internet a edades cada vez más tempranas, la brecha digital de género sigue siendo una realidad. Linares explicó la tres brechas de género existentes. La primera, transnacional, tiene que ver con la dificultad de las mujeres para acceder al sector informático por razones económicas. En los países occidentales esta brecha está superada.
La segunda se refiere a la segregación horizontal, es decir, las diferencias a la hora de elegir estudios, que “viene dada por los códigos internos de cómo nos han criado desde muy pequeños”. La investigadora resaltó que un 80% de chicos eligen Informática, mientras que a Haur Hezkuntza va un 90% de mujeres. “Nuestro futuro está ligado a las tecnologías que representan una gran potencia económica. ¿Dónde se están quedando las mujeres?”, invitó a la reflexión.
La tercera tiene que ver con los usos, comportamientos y roles, es decir, con los contenidos de los principales canales utilizados por los adolescentes, que son youtube, las redes sociales y los videojuegos. En todos ellos, según Linares, se detectan una serie de códigos y asimetrías culturales que promueven la violencia directa contra las adolescentes.
“Tienen miedo a realizar la prueba de ensayo-error porque nos han enseñado a ser siempre capaces y muy autoexigentes”
Ni ‘Sexting’ ni ‘Grooming’
La autora del estudio abogó por desterrar palabras anglosajonas como ‘sexting’ o ‘grooming’ para sustituirlas por términos en euskera o castellano como acoso sexual o violencias machistas para que no parezca que “lo que son los mismos códigos, pero en las nuevas plataformas de las redes sociales” es algo nuevo.
Para su trabajo, realizó 700 cuestionarios a alumnos y alumnas de Bachiller y ESO, y organizó grupos de discusión. Planteó también talleres coeducativos a fin de “sistematizar algunas cuestiones claves para intervenir en las ciberviolencias machistas”.
Una de las principales conclusiones de esta indagación es que “la brecha digital existe y empieza a ser visible en la toma de decisiones en el itinerario formativo, con sesgos en la elección entre ciencias o letras”. A decir de la investigadora, “ellas se sienten menos capaces para utilizar los instrumentos tecnológicos, para arreglarlos. Tienen miedo a realizar la prueba de ensayo-error porque nos han enseñado a ser siempre capaces y muy autoexigentes”. Ello a pesar de que hay chicas que cuentan con referentes femeninas en el campo de la informática.
El rol de la maternidad
Ve también una “correlación importante” entre la utilización de videojuegos y la probabilidad de realizar una carrera en el sector informático o vinculado con las nuevas tecnologías. En los institutos donde se realizó la investigación, 8 de cada 10 chicos utilizan videojuegos a diario frente a 2 de cada 10 chicas.
A la hora de elegir carrera, las chicas contemplan un abanico amplio de posibilidades, pero ellos “son superherméticos a lo que son cosas de chicos, todos quieren ser ingenieros”.
Tiene que ver con cómo han sido educados y la fuerza de los roles y sesgos de género, algo que también se refleja en los contenidos de los cibercanales: ellas hablan de moda y belleza, y ellos de videojuegos.
“Las chicas están haciendo un cuestionamiento crítico del sexismo pero a los chicos les cuesta poner en duda sus privilegios”
Para Linares, se está produciendo un fenómeno preocupante: que niñas de 12 años sigan a youtubers que tienen mucha familia. “Otra vez, volviendo a resaltar el rol de la maternidad”. Otras cuestiones alarmantes, a su juicio, son el ciberacoso a youtubers feministas, lesbianas o gays; el contenido violento y machista de los videojuegos más vendidos; la hipersexualizacion de los cuerpos de las mujeres en las redes, o que se culpe a las chicas de ser las responsables de la ciberviolencia cuando, por ejemplo, una foto suya se distribuye masivamente y resulta en agresiones contra la propia víctima. “Es lo mismo que cuando se culpa a las violadas de haber sufrido la violación”.
La investigadora ofrece pautas de intervención y destaca que, pese al panorama oscuro que pintaba el estudio, la coeducación y la prevención de las violencias machistas en los centros están dando resultados. “Las chicas están haciendo un cuestionamiento crítico del sexismo y siguen a youtubers o instagramers feministas, pero a los chicos les cuesta poner en duda sus privilegios”.
De modo que animó a seguir trabajando en estas cuestiones, pero no ya con adolescentes, sino desde la infancia, y sobre todo, planteó la necesidad de fomentar el ciberfeminismo.