Cuenta la cineasta de Altsasu (Nafarroa) Helena Taberna en varias entrevistas que sentía extrañeza por la ausencia de intelectuales y artistas en la crisis humanitaria de Grecia, a diferencia de lo que ocurrió en la Guerra Civil o en Sarajevo. El país heleno es en estos momentos el epicentro de la llegada de personas refugiadas que huyen de Siria. Representa la orilla más candente de lo que la realizadora denomina el “mar de la muerte”.
Convencida del poder sanador de la cultura y el cine, se desplazó a Atenas y Lesbos para narrar el día a día de estas personas “con su realidad y sus sueños” a fin de tratar de “devolverles la dignidad, porque se demuestra que son iguales que todos nosotros”.
Un ingeniero y un boxeador sirios, y un grupo de camerunesas sirven como hilo conductor de la historia. Según señala Borja Gutiérrez en la revista ‘Mutaciones’, el documental se esmera en revelar más que en informar, en demostrar más que en mostrar. A su juicio, Varados representa “la urgente necesidad de resolver la situación de cientos de miles de personas que no pueden seguir esperando, personas que precisan condiciones de vida dignas con premura; en ese sentido –concluye-, Taberna construye un relato que se convierte en un llamamiento a Europa para desarrollar políticas reales que salvaguarden la vida humana”.
La película, que inauguró la sección ‘Zinemira’ del Zinemaldia, dedicada a realizadoras y realizadores vascos, ha recibido excelentes críticas y se puede ver en los cines Golem Alhóndiga, de Bilbao; Florida, de Gasteiz, y Golem Baiona, de Pamplona desde el 4 de octubre.
