Las mujeres estamos hoy en día en todas partes. En Occidente, aparecemos ampliamente representadas en la enseñanza, en la sanidad, en la política y en otros ámbitos, y tenemos además predominio en algunos de estos campos. Por ejemplo, en el sanitario, tal y como se ha destacado en los medios de comunicación durante la crisis sanitaria que estamos viviendo.
Es por ello que la cofundadora de la Librería de Mujeres de Milán y representante destacada del feminismo de la diferencia Lia Cigarini piensa que “el feminismo se está agotando por la fuerza y la libertad de las mujeres” y que éste debe abrirse a interlocutoras de todos los ámbitos. Cree que en el contexto actual no tiene sentido la “política separatista” de grupos de mujeres que ellas promovían, ya que pueden no ser operativos. “Puede que tu grupo de mujeres no te pueda sostener para un deseo de cambio. Por ejemplo, para modificar la organización masculina del trabajo que te oprime”.
Es posible, sin embargo, establecer una “relación dual” con otra, “una mujer con experiencia profesional y política a la que encomendarte, implicándola en tu lucha”. De esa alianza surgiría una doble ventaja: “Reforzaría tu deseo de cambio con la contribución sapiente de ella, y la mayor competencia de ella mostraría y haría circular la autoridad femenina”.
«Cigarini descubrió la libertad femenina, entendida como una noción, una práctica y un sentir que cambiaron por completo el horizonte de sentido del feminismo»
Descubridora de la libertad femenina
El feminismo de la diferencia (de la diferencia sexual) surgió en Milán finales de los años sesenta como alternativa al feminismo de la igualdad (de los derechos y la paridad). Sus partidarias trataban de procurar la libertad de las mujeres al margen de los marcos de referencia masculinos. Se organizaban en grupos de autoconciencia para hablar de sí mismas. Utilizaban el psicoanálisis como herramienta. Resaltan la importancia de la palabra de las mujeres, y de las relaciones privilegiadas con otras mujeres. También el reconocimiento de la autoridad femenina a través de esas relaciones duales y del conocimiento de la genealogía feminista. El deseo de las mujeres y la búsqueda de su verdad subjetiva son objetivos primordiales.
Lia Cigarini ofreció el viernes la conferencia magistral ‘La relación dual en la política de las mujeres’, que cerró el Máster de Estudios de la Diferencia Sexual organizado por el Centro de Investigación de Mujeres de la Universidad de Barcelona, Duoda. Se emitió on-line y sus palabras llegaron al auditorio a través de un texto que leyó la profesora Milagros Rivera Garretas. Esta se comunicó después por teléfono con Cigarini para responder a las preguntas de las asistentes.
En la presentación, Rivera destacó que Cigarini fue la descubridora de la libertad femenina, entendida como “una noción, una práctica y un sentir que cambiaron por completo el horizonte de sentido del feminismo y de la cultura occidental hace ya 50 años”. Se trata de “una noción y una práctica de la libertad que existía entre las mujeres pero que no tenía nombre”. En un texto editado previamente, la propia Milagros Rivera explicaba que, para la teórica italiana, “la libertad femenina es libertad relacional —no individualista— que encuentra, en la relación dual con otra, vínculo, intercambio y medida”.
Cigarini explicó su trayectoria vital dentro del feminismo de la diferencia o feminismo de los orígenes, como prefiere llamarlo ella, partiendo de la revuelta de las mujeres de finales de los años 60, en la que dijo haber participado, “toda entera, con todo lo que yo soy”. Fue, precisó, un levantamiento por la emancipación, la igualdad y la paridad.
«Pesadilla fálica»
Sin embargo, algunas mujeres, ella incluida, “dieron la espalda a esos objetivos”, y abrieron una vía política diferente: reuniones sólo de mujeres en pequeños grupos de autoconciencia. Pretendían así romper con la “situación anormal e insoportable” de actuar en el mundo “amparadas por los paradigmas de conocimiento y régimen de significado masculino” que imperaban en todos los ámbitos; querían liberarse de la “auténtica pesadilla fálica” en que vivían.
En estos grupos, las participantes se contaban unas a otras sus experiencias, también las más íntimas, y “este hablar tenía un valor político reconocido por todas”. Fueron años en que “la diferencia sexual se afirmó en la búsqueda de sí con tus propias semejantas y en la toma de conciencia de ser un sexo otro, no subordinado ni tampoco asimilable al sexo masculino”.
En uno de los manifiestos que redactaron en aquella época se dice que “la diferencia entre hombre y mujer es la diferencia básica de la humanidad”. En otro escrito, se considera que los espacios separados aportarían a las mujeres la posibilidad de liberarse de lo masculino como valor dominante.
De ser dichas a hablar desde sí
Otro “gran resultado de la autoconciencia” fue que las mujeres pasaran de “ser dichas” (por otros) a “hablar desde sí”. Mediante la palabra y la interacción con otras, las mujeres podrían conocer su deseo y su verdad subjetiva.
Las discusiones en estos grupos se combinaban con psicoanálisis individuales. El psicoanálisis era entonces la única herramienta para diseccionar la sexualidad. Una de las conclusiones a las que llegaron en una discusión con feministas francesas fue que “la primera represión de la sexualidad femenina ocurrió en la relación con la madre”.
Aunque los grupos de autoconciencia se fueron extinguiendo y hubo discusiones acerca de la validez de sus herramientas metodológicas (el uso del psicoanálisis fue cuestionado, por ejemplo), “la relación dual manifestó toda su fuerza según iban creciendo las relaciones entre mujeres en Italia”.
La relación dual se basa, por tanto, en “intercambio con mujeres concretas”, no con grupos o instituciones, de forma que cuando esos grupos desaparecen, porque ya han cumplido su cometido, la relación se mantiene en el tiempo.
Eso ayuda a explorar la diferencia, “que no es sólo entre sexos, sino que también nos atraviesa por dentro; es necesario confrontarse entre sí y sí misma (la división interior) y entre sí y la otra en la que confías (la diferencia entre mujeres), y es es imposible en el grupo de autoconciencia, porque en el grupo yo soy tú, y tú eres yo”.
«Se han producido cambios de relación de fuerza en la sexualidad, en las relaciones con los hombres y en las relaciones todavía opresivas en el trabajo y en la política»
«Conflicto relacional» con los hombres
Cigarini dejó muy claro que no está en contra de los grupos, aunque tal vez necesiten, a su juicio, nuevos modos de funcionamiento. “Todo depende de lo que necesites para conocer tu deseo y tu verdad subjetiva; para ello puedes necesitar una relación privilegiada dual o un grupo; y cada una sabe dónde lo puede encontrar”. Además, está convencida de que, incluso aquellas mujeres que “han admitido en sus encuentros a hombres dispuestos a entender”, mantendrán “el cuarto del telar”, es decir, el lugar donde construir juntas la teoría.
Por otra parte, cree que “la práctica de partir de sí propia de las relaciones duales no será abandonada nunca porque es necesaria en la confrontación con los hombres” y el “conflicto relacional” con ellos “no se cerrará nunca”, dada la “asimetría entre los sexos”.
Hoy, sin embargo, se han producido grandes cambios. Cree que asistimos al final del dominio masculino. “Hace 24 años, una parte del feminismo declaraba que el patriarcado había terminado porque había perdido el consenso de las mujeres”. Ahora, “se están dando cuenta de eso también muchos hombres”
Por otra parte, “a causa del deseo de realización propia en el mundo sostenido con fuerza por el feminismo en todos los campos del saber”, se han producido “cambios de relación de fuerza en la sexualidad, en las relaciones con los hombres y en las relaciones todavía opresivas en el trabajo y en la política”. Aunque se refirió al feminismo en diversas ocasiones precisó que prefiere la denominación movimiento de mujeres porque “hay mujeres que buscan la libertad femenina y no se declaran feministas”.
«La autoridad femenina se ha acrecentado»
Dirigiéndose a las jóvenes —las que han acabado el máster y otras en general— les aleccionó asegurando que “la autoridad femenina se ha acrecentado a lo grande” después de denuncias públicas de mujeres que han sido abusadas sexualmente y que “han sido creídas a partir de su palabra” (campaña ‘Me Too’). Y, a consecuencia de ello, “el verdugo se ha quedado solo” porque “los amigos, e incluso el hermano, lo han condenado”.
También les animó encarecidamente a defender el planeta: “Sabéis que, si después de esta pandemia la carrera indiscriminada de consumo sigue, la economía se moverá pero el mundo explotará”. Les recordó que son la generación que “hereda el saber de muchas mujeres comprometidas con la defensa del medio ambiente”, entre las que quiso destacar a Vandana Shiva, Laura Conti y Rachel Carlson.
No quiso pasar por alto las sabias palabras pronunciadas a este respecto por su compañera de la Librería de Mujeres de Milán Luisa Muraro, quien en declaraciones al periódico del Vaticano ‘L’Osservatore Romano’, a la pregunta: ¿Cuál puede ser la vida en la próxima generación? respondió: “Tal vez haya llegado el tiempo favorable para que una nueva generación se movilice para salvar el planeta del desastre ecológico, y a la humanidad del egoísmo”.
Y añadía Muraro: “Las circunstancias favorables no bastan. Hace falta también una toma de conciencia personal, un libre y amplio consentir, y esto a causa de la libertad, cuya posibilidad, antes de ser un derecho humano, antes de ser una conquista, nos es dada por la palabra”.
Personas no binarias
Dado que el planteamiento del feminismo de la diferencia refuerza el binarismo de género y sexual, una asistente le preguntó si es posible relacionarse con personas no binarias o trans desde ese paradigma: “Todo depende de ti —contestó—. Si encuentras a una persona que es trans y si es ella la que te parece que te va a servir para realizar tu deseo, vale. Se trata de entender lo que quieres”. La condición, insistió, es que “haya una relación que te sirva para una interlocución profunda para realizar tu deseo y tu verdad subjetiva”.
En referencia a la teoría ‘queer’ precisó que “Buttler habla mucho del comportamiento pero todo empieza con el deseo” y aconsejó “no dejar fascinarse por los comportamientos, sino tener en cuenta el deseo”.