Danelly Estupiñán | Lideresa afro colombiana 
«Un feminicidio puede controlar la mente de una mujer que se sueña libre»

La violencia y la aniquilación física de las mujeres envía un mensaje a todas. Un mandato que podría resumirse en: si te rebelas, puedes ser la siguiente. Así lo entiende la lideresa ‘afro’ Danelly Estupiñán, que acompaña procesos de emancipación y subversivos contra el capitalismo colonial, patriarcal y extractivista en Buenaventura (Colombia), de donde es originaria.

Su ciudad es epicentro de muchas formas de violencia y las mujeres, subraya, “somos un instrumento más, porque, con un feminicidio, no sólo se está asesinando a una mujer, sino también sus sueños, y esperanzas de libertad y de vivir en dignidad; los de ella y los de todas las mujeres del mundo”. En suma, asistimos a “una táctica de guerra que se recrea en el cuerpo de las mujeres y esa crueldad manda un macromensaje transnacional”.

“Simbólicamente, en nuestro cuerpo, está la continuidad de la existencia por la posibilidad de gestar o de parir, si no criaturas las matas que sembramos o los árboles que protegemos”

Al asesinar a una mujer se mata la vida en general, expresa. La violencia extrema es el “arma perfecta para anular conciencia de mujeres luchadoras” que defienden el territorio frente al neocolonialismo extractivista y, por otra parte, “simbólicamente, en nuestro cuerpo, está la continuidad de la existencia por la posibilidad de gestar o de parir. Si no parimos criaturas, parimos en cada mata que sembramos, en cada árbol, en cada animal que se protege. Cultivamos la vida”, destaca esta activista en la conferencia ‘Ecocidio en Buenaventura. Así se provoca la pobreza’, organizada por la Escuela de Empoderamiento feminista de Gasteiz.

Buenaventura es una región muy rica en recursos naturales y en diversidad, atravesada por 9 cuencas hidrográficas. Está catalogada como uno de los pulmones del mundo. Registra la actividad portuaria más importante de Colombia, ya que sus cinco muelles aportan el 75% del comercio internacional. Su próspera actividad económica contrasta con la pobreza de la población, de la que el 98% es afrocolombiana e indígena.

Ecocidio

Esta población se desplazó a la selva para huir de la discriminación y el racismo en las ciudades, y allí se autoorganizó. Posteriormente, llegaron las infraestructuras, que han destrozado parte de su fisonomía y de su riqueza natural, aunque aún subsiste la pesca artesanal en sus dos bahías.

La actividad extractiva está provocando un ecocidio que, según Estupiñán, adquiere dos vertientes:

  • El exterminio físico de la población defensora del territorio que “contrarresta la dinámica del capital”. Los registros oficiales contabilizan unos 180 asesinatos al año, pero “los subregistros son altísimos”.
  • Instalación de economías de enclave, netamente portuarias, que degradan el territorio y la calidad de vida de sus habitantes. Estas infraestructuras acarrean talas de árboles y contaminan las fuentes marinas en los esteros. La descarga de aguas contaminadas en la bahía mata a los peces y produce sedimentaciones, que obligan a dragados permanentes.

A pesar de que su padre era de procedencia europea, Estupiñán se siente ‘afro’ y lidera la organización Procesos de Comunidades Negras (PCN). Se trata de una de las organizaciones más significativas del movimiento afrocolombiano por la defensa de los derechos colectivos.

Esa organización promovió la primera ley de comunidades negras, la ley 70 de 1993, la “primera que, en las Américas, no sólo en América Latina, reivindica derechos para las comunidades negras o pueblos afrodescendientes” y que tiene como objetivo “generar condiciones de vida para la comunidad negra que había sido marginada violentada e invisibilizada desde época colonial” y esclavista.

Cuerpos desmembrados

Estupiñán, en un proceso de concienciación feminista, pasó de defender los derechos humanos en general a reivindicar específicamente los derechos de las mujeres negras dentro de su comunidad. Reconoce que no fue fácil porque su cultura es comunitaria y matrifocal y “la mujer es referente de crianza, de valores que construyen tejidos sociales y socioafectivos”.

“A las mujeres negras, se les arrebata el derecho a la vida, pero también el derecho a morir con dignidad”

Sin embargo, sí apreció que “no era reconocida en la comunidad y era sujeta de maltrato por la dinámica patriarcal” y observó que “las masacres y asesinatos se hacían visibles, no así los feminicidios”.

Maltrato en el hogar y violencia en el espacio público para anular cualquier clase de rebeldía. Brutalidad que se ceba especialmente con las mujeres negras, a las que se arrebata el derecho a la vida, pero también el derecho a morir con dignidad. “Aparecen sus cuerpos desmembrados, vientres de embarazadas abiertos arrojados en cualquier parte, en basureros… A nuestras familias les está tocando enterrar el dorso, la pierna, el brazo…”.

Estrategias de supervivencia

Frente a esta ofensiva, las defensoras desarrollan estrategias comunitarias de supervivencia. Un aspecto fundamental es la formación política para que “esa dinámica del patriarcado que ya está enquistada y normalizada en nuestras vidas sea erosionada y se comprenda que no es normal”. Para ello cuentan también con un observatorio que documenta la violencia.

Paralelamente, ofrecen procesos de sanación para paliar el deterioro físico y emocional que soportan las lideresas por la defensa de hacen sus comunidades. Se las acoge temporalmente en una casa de sanación, en la que cuentan con recursos de la medicina ancestral.