Nueva York legaliza los vientres de alquiler comerciales pese al clamor feminista en contra

El estado de Nueva York ha aprobado, en plena crisis del coronavirus, la legalización de los vientres de alquiler comerciales —la subrogación altruista estaba ya permitida—. La iniciativa ignora el clamor feminista que consideran que mercantiliza el cuerpo de las mujeres, oprime a aquéllas que padecen falta de recursos y abre la vía para la trata para la explotación reproductiva. La nueva ley supone también una marcha atrás en la declaración que este mismo Estado formuló en 1988, cuando prohibió explícitamente la subrogación comercial como “potencialmente degradante” tras el polémico caso de ‘Baby M’.

En 1984, una mujer de Nueva Jersey, Mary Beth Whitehead, respondió a un anuncio de periódico en el que Elizabeth y William Stern pedían una madre de alquiler. Cuando dio a luz a una niña, conocida como ‘Baby M’, cambió de opinión: quería quedarse con la que era su hija biológica, ya que había utilizado su propio óvulo para el embarazo. Tras una prolongada batalla legal, los Stern ganaron la custodia del bebé y a ella se le concedió el derecho a visitas.

La medida presenta como una iniciativa progresista en favor de los derechos de las mujeres, las personas gays y la autonomía corporal

La subrogación es legal o alegal en todos los estados norteamericanos excepto en Louisiana y Michigan. En Nueva York será legal a partir del 15 de febrero de 2021. La medida se ha presentado como una iniciativa progresista en favor de los derechos de las mujeres y las personas gays, y en defensa de la autonomía corporal.

Sin embargo, según una información del ‘New York Times’, en el debate previo, la asambleísta Deborah Glick, que se convirtió en la primera miembro abiertamente lesbiana de la Legislatura en 1991, puso en duda que la subrogación comercial fomente la igualdad de derechos. “No estoy segura de que, teniendo en cuenta el coste que implica, sea un beneficio para la comunidad LGBT en general”, expuso. “Esto es claramente un beneficio para los adinerados”, puntualizó.

Los acuerdos de subrogación en Estados Unidos pueden costar entre 20.000 y más de 200.000 dólares, según un informe de la Facultad de Derecho de Columbia. “Es un embarazo por dinero y me preocupa la mercantilización de las mujeres a que pueda dar pie”, señaló Glick.

Cien lideresas en contra

Un centenar de mujeres líderes de Nueva York, encabezadas por la activista y escritora Gloria Steinem escribieron el pasado año una carta al gobernador de ese Estado para mostrar su oposición a la iniciativa. En el escrito denuncian que el propósito “no es utilizar la subrogación altruista para crear una familia amorosa, que es legal en Nueva York ahora, sino que el Estado legalice la industria de la subrogación reproductiva comercial y con fines de lucro”.

Añaden que el proyecto de ley “ignora las desigualdades socioeconómicas y raciales de la industria de la reproducción por sustitución comercial, y pone a las mujeres privadas de derechos a merced financiera y emocional de los individuos más ricos y privilegiados”.

«El proceso suele comenzar con una donante de óvulos, una mujer universitaria víctima de un sistema que no le ofrece educación gratuita»

El proceso, describen, suele comenzar con una donante de óvulos, “normalmente una mujer en edad universitaria que es a su vez víctima de un sistema educativo que no ofrece una educación universitaria gratuita o asequible”.

A menudo, “se le administran medicamentos para la fertilidad, por vía oral o inyectada, y no se le advierte de efectos secundarios como dolores de cabeza, hinchazón, náuseas, sensibilidad en los senos y un síndrome de hiperestimulación ovárica (OHHS) que puede variar desde molestias físicas hasta enfermedades que ponen en peligro la vida”.

La madre de alquiler también corre el riesgo de sufrir todas las lesiones médicas y psicológicas documentadas del embarazo y el parto, “incluida la incapacidad de tener otros hijos e incluso la muerte”.

La ley aprobada ha vendido una Carta de Derechos que incorpora como una garantía contra esas posibles consecuencias. Entre sus prestaciones figura un seguro médico y de vida completo (hasta un año después del parto), lo que ha sido criticado por el elevado coste que supone; el derecho de la embarazada a tener su propio abogado o abogada, pagado por la otra parte contratante; poder elegir qué profesional de la medicina le atenderá; tener la opción de limitar el número de embriones implantados o rechazar una cesárea.

Como ya lo hiciera también la joven nacida por vientre de alquiler Jessica Kern, que lanzó una campaña contra este proyecto de ley, las mujeres líderes censuran en su misiva que los contratos de vientres de alquiler “no exigen la verificación de antecedentes, y mucho menos las visitas al hogar y la atención a la estabilidad psicológica y económica que se pide a los padres adoptivos”.

«Desde una pareja bien intencionada y amorosa hasta un traficante sexual o un pedófilo pueden firmar un contrato de alquiler comercial»

Esto significa, alertan, que “cualquiera, desde una pareja bien intencionada y amorosa hasta un traficante sexual o un pedófilo, puede venir a Nueva York y firmar un contrato de alquiler comercial”.

El proyecto de ley también permite que cualquier mujer, de cualquier lugar del mundo, pueda ser llevada a Nueva York, para un embarazo comercial. “Esto conlleva el gran riesgo de trata, tanto de mujeres como de niñas y niños, para la explotación reproductiva y de otro tipo”.

Las lideresas recuerdan que la subrogación comercial con fines de reproducción está prohibida en casi todos los países de Europa, así como en la India, Tailandia, Nepal y Camboya. “Si este proyecto de ley se convierte en ley, Nueva York podría ser el destino perfecto para una industria mundial de subrogación comercial multimillonaria que ya ha dado a otros países motivos para prohibirla”, incidían.

Contrario a la dignidad humana

Otras organizaciones feministas se han opuesto también frontalmente a este proyecto de ley. La Coalición Internacional por la Abolición de la Maternidad de Sustitución, formada por organizaciones feministas europeas, subraya que la subrogación “es violencia contra la mujer”. Prueba de ello es que “las madres ‘sustitutas’ han muerto durante o como resultado del embarazo, y el hecho de que la Declaración de Derechos prevea un seguro de vida ampliado después del parto demuestra el riesgo de muerte de la madre”.

Aclaran también que “consentir en renunciar a la integridad física no es un derecho de la mujer, es una alienación” y exigen no instrumentalizar las dificultades financieras de las mujeres “para hacer que corran riesgos para su vida y su salud”.

En opinión de estas organizaciones, el alquiler de vientres “convierte al niño o niña en un objeto de compra, que se proporciona a cambio de un pago” y puntualizan que “anticipar la entrega de una criatura a cambio de dinero es disponer de ella como una propiedad, y es contrario a su dignidad como ser humano”.