Victoria Sendón Filósofa y escritora 
«El patriarcado ha hecho un infierno de un mundo que podía haber sido un paraíso»

La teórica y activista Victoria Sendón de León, piensa y practica una filosofía holística e integradora, mediante la que intenta, hasta donde le es posible, armonizar las distintas formas de entender el feminismo. Lo hace trasladando las aportaciones de la nueva ciencia al terreno de lo social. ‘Matria’ ya reflejaba esta perspectiva y ahora la vuelve a incorporar en su última obra, ‘La barbarie patriarcal’ (Ménades editorial), que presentará mañana, a las 19 horas, junto a la periodista Carmen Sarmiento, en Mujeres & Compañía la librería (C/Unión 4, Madrid)

-Comparas el patriarcado con un fractal, la geometría de la naturaleza, una geometría que se repite indefinidamente.

-Los fractales existen para simplificar el espacio que tendría cualquier cuerpo absolutamente desplegado. Por ejemplo, en un árbol vemos cómo de un tronco salen otros pequeños troncos o ramas, de éstas, otras, y así hasta llegar a las hojas con sus nervaduras, que vuelven a reproducir la misma estructura. El patriarcado también es un patrón que se repite indefinidamente en todos los ámbitos, en la política, en la cultura, en economía, en las religiones… Creo que hay una analogía entre la nueva ciencia que explica nuestro universo y también lo social. Hay reglas y leyes que se repiten en un ámbito y otro.

“El feminismo se ha enfrentado sobre todo a un síntoma del patriarcado: el machismo”

-¿Que novedades aporta esta obra respecto a tu producción o a los debates dentro del feminismo?

-Se dice que todos los autores escriben un solo libro. Lo que he intentado es explicar lo que es este sistema en el cual nos movemos y que se llama patriarcado. El feminismo se ha enfrentado sobre todo a un síntoma del patriarcado: el machismo. Pero el patriarcado como un patrón fractal está, como he dicho, en la economía, la cultura, la religión… En todo. Yo he querido demostrar cómo el feminismo tiene que ir analizando todos estos ámbitos porque en todos ellos está el patrón patriarcal. No sólo en el machismo, que son sólo los síntomas que vemos claramente. Por eso puede haber economía feminista, filosofía feminista, ciencia feminista, que son aquella economía, filosofía o ciencia que puede analizar ese patrón.

El patriarcado, una locura creada

-Dices que la idea de este libro surgió después de una siesta en Medellín y de una conversación sobre cómo definir sintéticamente el patriarcado y que la idea que te vino a la mente es: “El Patriarcado es una psicosis estructural performativa”. ¡Pufff!

-Quiere decir que el patriarcado es una locura estructural que no es natural, sino creada y recreada. Se inventa a partir de la palabra, de los símbolos, de las costumbres, y atraviesa a la sociedad en todos sus estamentos. Es psicosis haber hecho un infierno de un mundo que podía haber sido un paraíso. Es una locura, porque el patrón patriarcal es absolutamente perverso. Eso es lo que voy definiendo, qué principios constituyen ese patrón patriarcal que se va repitiendo. Lo peor de todo es que este patrón lo hemos naturalizado. Parece lo normal y no somos capaces de analizarlo desde fuera. Y sobre todo pervive de un modo inconsciente y desde hace milenios, porque, por ejemplo, el desprecio y el dominio de la naturaleza ya están en la Biblia: ‘Dominad la tierra’. Eso está en nuestro ADN, pero no es natural ni es algo fundante, sino fundado. Apareció a lo largo de la historia. La opresión de las mujeres no existe desde siempre. Es a partir de determinados acontecimientos históricos que se sitúan hace 6.000 años, que no es tanto tiempo, pero sí el suficiente como para destruir una civilización.

“La opresión de las mujeres no es de tanto tiempo, pero sí el suficiente como para destruir una civilización”

-La civilización patriarcal es, en tu opinión, un estado de barbarie y el feminismo no puede limitarse a ser un combate contra el machismo. ¿Tiene que ser una lucha y contra qué o quienes?

-Una lucha contra la estructura patriarcal. Igual que el marxismo ha derivado en una lucha contra el capitalismo, el feminismo tendría que ser un enfrentamiento a una estructura generalizada que es patriarcado porque se extiende a todos los ámbitos. El feminismo tendría que dirigir su ruta a todos esos estamentos. Por eso creo que puede haber muchos feminismos. Un feminismo que se dedique a analizar la estructura doméstica y ver qué pasa con el trabajo del ama de casa, y otros feminismos que estudien los principios económicos que nos rigen. O la cultura. Ahí tienen cabida muchos modos de enfocar el feminismo porque es una confrontación con el patriarcado, es una interlocución con ese patriarcado.

-Sin embargo cuando oigo hablar de feminismos, el significado que se le da suele ser otro, más bien un sentido cultural: feminismos negros, musulmán, lesbiano, queer…

-Esos feminismos se centran en el sujeto y a mí en lo que me interesa centrarme es en el objeto. El sujeto es quién hace el feminismo y yo creo que hay que definir el objeto, aunque también lo otro, porque cada uno de los que has mencionado tienen que tener su análisis, su argumentación y su lucha. Ahora, ¿desde qué lugar? Si soy afroamericana lo combato desde ese lugar, si soy lesbiana desde ese lugar, si soy europea desde ahí. Pero el objetivo es el sistema patriarcal. Ambas cosas no se contraponen. Lo que pasa es que el feminismo del sujeto muchas veces cae en un regodeo narcisista. Parece un poco infantil centrarse en ese ego-sujeto en el que parece que lo fundamental es si soy gay o trans. Eso ha formado parte del feminismo de la tercera ola pero que la cuarta está ya en otro lugar. El feminismo ha estado muy en torno al género, a nosotras mismas. Creo que el feminismo, como movimiento político, tienen que salir de esos egos y enfrentarse al mundo patriarcal que tenemos en frente, que nos come.

“El feminismo del sujeto muchas veces cae en un regodeo narcisista y no es molesto”

-¿Esa es la prioridad de la llamada cuarta ola?

-Creo que sí, por eso puede ser un feminismo de masas. Hemos pasado de un feminismo de género, que para mí es muy narcisista, a un feminismo que coja al toro por los cuernos, al sistema patriarcal en todos los ámbitos, porque si seguimos con el género, eso no molesta a las fuerzas patriarcales ni neoliberales que dicen: que se entretengan poniendose testosterona y operándose los senos. Eso está muy bien para el capitalismo que potencian las farmacéuticas y la cirugía. En realidad, eso no molesta y hay que empezar a molestar atacando esos grandes pilares del patriarcado: la economía, la política, la cultura, la religión…

-Pues parece que el debate está anclado en la tercera ola porque seguimos dándole vueltas al sujeto.

-Estamos en transición. La cuarta ola es una vanguardia y la vanguardia siempre se adelanta a la masa, a lo establecido. Creo que, poco a poco, debido a la gravedad del mundo, a la situación límite en la cual estamos, tendremos que dirigir la mirada hacia ese lugar estructural porque es una locura. Hay que darle la vuelta a todo eso y tomarse el feminismo como una lucha más estructural y generalizada.

“Hay que superar el género, estamos en el posgénero”

-Has mencionado las grandes movilizaciones y también dices que la permanencia del patriarcado se deben a su habilidad para adaptarse y evolucionar. ¿La fuerza de las grandes movilizaciones feministas puede acabar con esa capacidad?

-Bueno, si son sólo movilizaciones, no creo. Si son movilizaciones inteligentes, sí, porque el patriarcado se ha sabido adaptar durante miles de años a las nuevas situaciones. Ha pervivido en la Antigüedad, en los grandes imperios, en la época feudal, en el Renacimiento y en la Modernidad. Ha ido evolucionando en esa adaptación. El feminismo tiene que hacer lo mismo, aunque se ha iniciado mucho más tarde como tal, pero tiene que ir haciendo jugadas inteligentes y saber cuáles son todas las capas y frentes del patriarcado porque ahora nos tiene muy entretenidas con el género y con esos otros que hablan de la ideología de género. Hay que superar el género, estamos en el posgénero.

La prostitución y el feminismo

-Te has pronunciado sobre otro debate candente que es el de la prostitución y en un artículo dices que el proxenetismo está utilizando el feminismo como caballo de troya para su negocio.

-Ese cuento de que es el oficio más antiguo, de que los hombres tienen necesidades acuciantes… Vamos a dejarnos de tonterías: esto es una vulneración de los derechos humanos y también un negocio suculento para los proxenetas. Yo estoy segura de que el proxenetismo es un negocio de tal calibre que se tienen que meter por todas las rendijas. Ya se ha metido en la UE para que regule la prostitución, y también en el feminismo. Estoy convencida de que muchas regulacionistas lo son porque lo que quieren es una mejora de las condiciones de esas mujeres que están en prostitución. Eso lo queremos todas. Pero vayamos al modelo nórdico: hay que sacar a las mujeres de ese esclavismo sexual y darles facilidades para que puedan vivir de otra forma, con otra formación y posibilidades de trabajo, y más felices. Es como si los estadounidenses, en lugar de abolir la esclavitud, la hubieran regulado. Es tan brutal como pensar que regulando la prostitución pero admitiendo su continuidad íbamos a arreglar algo. Una cosa tan brutal hay que abolirla. Lo que pasa es que hasta ahora no sé si hemos sido conscientes colectivamente de la brutalidad y humillación que supone la prostitución. Hay que cambiar el foco. La existencia de la prostitución es admitir que los hombres tienen derechos naturales o adquiridos sobre las mujeres. Además es una de las cosas que más puede mantener el machismo como estructura social. A eso me refería en ese artículo.

“El proxenetismo es un negocio de tal calibre que se tienen que meter por todas las rendijas. Ya se ha metido en la UE y también en el feminismo”

-¿Qué porvenir le ves al feminismo?

-¡Ay, Diosa! Creo que está en su momento. Va a haber muchos ataques, como estamos viendo en la política del Estado español. Ha salido una fuerza de extrema derecha cuya bestia negra es, como ellos dicen, “la ideología de género”. Es un fenómeno de toda Europa, como lo es el proxenetismo a través de cierto feminismo regulacionista que tiene la mejor voluntad. Creo que el feminismo está en una pista de despegue muy interesante porque las jóvenes están entendiendo esta cuestión. Una de las cosas que más me llamó la atención en las manifestaciones en las que estuve el 8M, en Madrid fundamentalmente, es que esas chicas jóvenes de instituto gritaban, no contra el machismo como nosotras, sino contra el patriarcado. Ya están entendiendo otra cosa. Como se han cargado la asignatura de Educación para la Ciudadanía tiene que haber unos nuevos programas educacionales en los cuales el feminismo aparezca, porque es así como avanzaremos. Creo que estas chicas jóvenes se han hecho conscientes porque han tenido profesoras que han pasado por los estudios de género o por una conciencia feminista profunda. Y por todas las que hemos luchado antes que ellas. No es algo de generación espontánea. Es toda una herencia que van recibiendo.