El colectivo Zoroa denuncia las violencias psiquiátricas

Una paciente psiquátrica ingresada pierde totalmente el control sobre su vida. Si el o la especialista decide enviarla a un centro sólo le queda la opción de ”acudir a un juzgado de guardia para que un juez no te haga caso, porque tienes sobre ti la etiqueta de loca y enferma, y sólo le escuche al ‘señoro’ psiquiatra que ha patologizado tus opresiones”, denuncia el colectivo de afectadas Zoroa.

En ese centro, explican, estará “presa” y sometida a medicación forzosa y será “amenazada para que te tomes las drogas que tu ‘camello’, bajo receta pagada por la Seguridad Social, te manda”. Esos medicamentos, precisan, “producen iatrogenia, que es el daño y el deterioro en la salud a causa de la intervención de un especialista de la medicina, sin obviar, evidentemente, la drogadicción que generan todas esas drogas”.

El colectivo de afectadas advierte de que muchas veces es la precariedad la que cronifica su sufrimiento y marginalidad, por lo que exige que las políticas públicas prioricen la salud mental. Denuncia también la patologización de la identidad sexual y de género, y la “psiquiatrización de la infancia y la adolescencia”.

Zoroa quiere acabar con estos procedimientos habituales en la atención psiquiátrica y ha salido a las calles en una marcha del ‘Orgullo loco’ para reivindicar sus derechos y su dignidad, y denunciar los procesos a que se les somete.

Reivindican:

  1. El respeto a nuestros derechos fundamentales como son el derecho a la integridad física y moral Art. 15 CE: queremos que no nos aten a la cama; queremos que nos dejen de suministrar drogas psiquiátricas a la fuerza; queremos poder decidir sobre una cuestión tan básica y fundamental como es nuestro propio cuerpo y nuestra vida sin tener que acudir a ningún médico, psiquiatra, psicólogo, trabajador,  educador social “de los cojones”.
  2. por ello pedimos el fin de las contenciones mecánicas y farmacológicas, el fin de los ingresos involuntarios y los aislamientos.
  3. El fin de un modelo biologicista que presupone daños orgánicos (físicos) sin pruebas científicas, que beneficia sobre todo a la industria farmacéutica, que produce iatrogenia y que condena a las personas a la cronificación, además de provocarles efectos secundarios.
  4. Que la salud mental sea una prioridad política, porque las consecuencias de las condiciones materiales, producto de un sistema capitalista, se patologizan, y así se medica el estrés laboral en vez de mejorar las condiciones de trabajo. A este respecto es necesario reforzar la idea (Informe Relator Especial de la ONU de 2017) de que “Las crisis de salud mental no deberían gestionarse como crisis de los trastornos individuales, sino cómo crisis de los obstáculos sociales que impiden el ejercicio de los derechos individuales. Las políticas de salud mental deberían abordar los “desequilibrios de poder” en lugar de los “desequilibrios químicos”.
  5. Que las personas psiquiatrizadas que hemos sido desahuciadas por el sistema, consideradas irreversibles, tuteladas y recluidas en centros desde hace décadas, tengamos la oportunidad de volver a tener el control y nuestros derechos en todos los ámbitos de nuestras vidas y recibamos un trato digno.

Denuncian:

  1. Que se patologice nuestra orientación sexual o identidad de género. Así como la existencia de opresiones como la raza, la clase o el género, potencia el maltrato, el aislamiento y el malestar persona hace más propensos a ingresar en hospitales psiquiátricos a las que lo sufren.
  2. La precariedad tan extrema que solo cronifica nuestro sufrimiento y marginalidad. El 84% de las personas psiquiatrizadas nos encontramos en situación de desempleo, lo que nos lleva a la pobreza y la exclusión. A su vez, las pensiones que algunas de nosotras recibimos por nuestra condición son insuficientes obligándonos a depender de nuestras familias.
  3. La patologización de la infancia y la adolescencia y su consecuente psiquiatrización.
  4. La ideología de la psiquiatría pues se ha extendido a todos los estratos y ámbitos sociales llegando hasta el punto en el que a nosotras no nos cree nadie, no nos creéis y, por mucho que nos desangremos enfrente de vuestros “putos” ojos, pensaréis que es un delirio.

Piden a sus aliadas:

  1. Fuerza para llevar a cabo actos políticos, manifestaciones, concentraciones en los centros en los que nos encierren. No sabéis cómo de peligroso es para nosotras salir y poner en jaque la psiquiatría, nos pueden volver a encerrar, pero además es que no tenemos fuerzas, todavía estamos cansadas de tanta droga, de tanto electroshock, y de tanto sufrimiento. Os pedimos nos ayudéis a frenar esta violencia y seáis un suporte ante el precipicio económico que supone vivir al margen.