Brigada Morea de Ermua: “Las fiestas muestran las discriminaciones y la opresión”

“Tengamos la fiesta en paz”. Brigada Morea, un grupo de feministas autoorganizadas para hacer frente a las agresiones sexistas, y que está activo durante los ‘Santiagos’ de Ermua, se rebela contra ese adagio popular. “Las fiestas no son oasis de paz y felicidad al margen de la gente. Son políticas, para todos. Son manifestaciones sociales y culturales con una gran carga simbólica, una muestra condensada de la realidad”, afirman.

En su opinión, “las fiestas muestran los conflictos, las discriminaciones y la opresión existentes: jerarquía, las relaciones de poder y la violencia”. Además, refuerzan “la heteronormatividad y los modelos de género existentes”, señalan en un comunicado. Baste recordar que recientemente la asamblea feminista de Ermua ha denunciado las actitudes “cutres y machirulas” de miembros de las txarangas.

Las jóvenes de Brigada Morea se definen a sí mismas como “una alternativa popular, feminista y anticapitalista a las instituciones patriarcales, neoliberales y autoritarias que tradicionalmente han garantizado nuestra seguridad”. De hecho, consideran que “los ertzainas, los municipales y la policía no nos cuidan”, sino que “nos controlan, nos agreden y confrontan para defender al sistema que nos violenta”. Creen, en consecuencia, que “las alianzas que forjamos y construimos entre nosotras son la única garantía libertad” y que, lejos del institucionalismo “aplastante y paternalista”, la Brigada Morea “es la única red para cuidarnos entre nosotras”.

Romper con el prototipo de mujer débil

En esta convicción se han vuelto a poner en marcha también en estos ‘Santiagos’. Además de responder a las agresiones de las que dicen estar “hartas”, se proponen “romper con el prototipo de que la mujer es débil, y reivindicar que las noches, la juerga y las fiestas también son nuestras”. Han elaborado un protocolo para “organizar nuestra respuesta y dar preferencia a la protección de cualquier persona que se haya podido sentir agredida”, y llevan un brazalete para ser fácilmente identificables.

Son jóvenes que entienden que “las agresiones y las actitudes machistas no son aisladas e individuales” sino que “son de todxs” y que “cuando colectivizamos y entendemos que las agresiones están bajo la protección de este sistema patriarcal, politizamos nuestras vidas y pasamos de ser sujetos pasivos a sujetos activos”.

Ponen como ejemplo de la violencia sexista en fiestas actitudes toleradas como “miradas, insultos, tocamientos, el ligoteo patriarcal, que te hablen a un milímetro de la cara, que te cojan por la cintura, que se invada tu espacio personal, menosprecios, piropos, violaciones, agresiones…” Y advierten: “La complicidad ante esto no puede tener cabida en nuestras fiestas” por lo que requieren “la implicación de todxs para evitarlo y denunciarlo”