«Si las jubiladas no molestásemos nadie se acordaría de nosotras»

La asociación de mujeres pensionistas y jubiladas Oneka cumple por estas fechas su primer aniversario. El colectivo surgió para reivindicar derechos específicos para las mujeres que, como cuidadoras de la vida que son, nunca dejan de trabajar, y a pesar de ello perciben míseras pensiones, de 400 euros en algunos casos. Las pagas de 600 euros son, de hecho, bastante habituales en las viudas.

El Gobierno vasco las complementa con la renta básica pero a veces no ocurre así, porque, “si tienes una lonja, ya no te dan nada”, dice la representante de la junta directiva de Oneka Loli Pisón. Ellas reclaman que ese complemento se disocie del sistema de RGI y que se garantice un complemento específico dentro de los presupuestos para las pensiones más bajas hasta llegar a los 1.080 euros. Esa cantidad es lo que el movimiento de pensionistas reclama como pensión mínima en general y uno de los motivos por los que se ha convocado la marcha que ha llegado esta semana a Madrid.

Loli Pisón pertenece también a otras plataformas, como Gaur Geroa, antigua Pentsionistak Martxan, y el Movimiento de Pensionistas de Bizkaia que desde el 15 de enero de 2018 protagoniza protestas todos los lunes en los municipios y los miércoles se reúne de 10 a 12 en Bilbao para abordar sus desafíos y problemas.

La hoja de Loli

En esas concentraciones de los lunes, se lee en muchos pueblos una hoja que Loli escribe todas las semanas a título personal y en la que aborda problemas sociales de todo tipo, pero fundamentalmente relacionados con el colectivo. Aprovecha esas proclamas para reivindicar sin descanso la pensión mínima de 1.080 euros y un salario mínimo de 1.200 euros. Critica que se despilfarren fondos públicos, por ejemplo en la repetición de elecciones, y que luego se diga que no hay dinero para las pensiones.

Oneka no ha participado en la marcha a Madrid porque “no nos han invitado” y porque su marco es “Hego Euskal Herria”, aunque Pisón asegura que comparten los objetivos de la protesta. En la asociación de mujeres son conscientes de que las pensiones son competencia del Estado y que, en consecuencia, poco se puede hacer desde el marco de la Comunidad Autónoma, si bien recuerdan que aquí hay capacidad para hacer frente a la petición de complementar la pensiones hasta llegar a ese mínimo que reclaman y que puede garantizar la subsistencia de todas las personas.También exigen que se reconozcan y retribuyan las tareas que hacen las mujeres sin percibir remuneración y un sistema vasco de pensiones.

Crítica a la división sexual del trabajo

La asociación de mujeres pensionistas critica con dureza la división sexual del trabajo en la sociedad patriarcal, que impone a las mujeres el trabajo de cuidados y que hace que éstas vean mermada su posibilidad de acceder al mundo laboral con plenitud de derechos, lo que reduce drásticamente sus pensiones. “El capitalismo funciona porque la mitad de la población trabaja gratis”,  recuerda Loli Pisón.

Reconoce que sus objetivos son difíciles de alcanzar, “pero no imposibles”. Por eso asegura que seguirán en la calles hasta conseguirlos. Y es que también es muy consciente de que “si no molestáramos nadie se acordaría de nosotros, sobre todo de nosotras”.