CARMINA SERRANO | PSICÓLOGA EXPERTA EN VIOLENCIA 
«Que no nos pille un buen maltratador porque no nos libramos ninguna»

La psicóloga feminista Carmina Serrano está convencida de que el malestar psicológico y las enfermedades mentales se deben a una multiplicidad de factores biológicos, culturales y sociales. En la base de la sociedad patriarcal está la violencia machista como origen de otras formas de dominación y esta es la causa de muchos padecimientos. Es por eso que entiende que el sufrimiento humano no es solo un problema individual, sino también social.

Investigó en su tesis doctoral los efectos de la violencia de género en el desarrollo psíquico de las mujeres y ha transformado ese trabajo en el libro ‘La costilla rota de Adán’ (Penguin Random House). La publicación ofrece una visión profunda y con perspectiva feminista de las causas y efectos mentales y emocionales de la dominación masculina, propiciada por la división sexista de la sociedad. Serrano ha promovido también la asociación Terapia y Género.

-Siguiendo a Gerda Lerner, sostienes que la violencia primaria es la que los hombres ejercen contra las mujeres, basada en la idea patriarcal de que existen seres superiores que deben dominar a otros inferiores, y que esa opresión es la que origina las demás: las de clase, raza etc.

-La investigación antropológica cada vez más vigente nos habla de que, durante todo el Paleolítico, incluso en el Neolítico avanzado, las relaciones y las sociedades eran más igualitarias. La mujer no estaba situada a nivel simbólico, social o económico en una categoría inferior. Otras investigaciones apuntan al desarrollo del hierro y la guerra como origen de la dominación. Parece, y Gerda Lerner habla de ello, que en las épocas de hambruna un clan atacaba a otro y en ese proceso se apropiaban de las mujeres, porque procrear es fundamental para que haya vida y para la pervivencia del clan, pero para hacerlo fue necesario crear estructuras mentales, una estructura social y unos mitos que no existían, para que los varones se impusieron y dominaron a otro sector, las mujeres. El problema se inicia así y se fue expandiendo de múltiples maneras, con la violencia simbólica, la política, económica, la sexual y, muy fundamental, la emocional.

“Dentro de la perspectiva de la psicología se sigue hablando de la violencia relacionada con la testosterona”

Agresión y violencia

-Sin embargo, recalcas que la humanidad ha subsistido y lo sigue haciendo gracias a la cooperación y no a la competencia y la violencia.

-Un montón estudios de biología defienden que la cooperación dio origen a la vida y que los mamíferos sobrevivimos gracias al apoyo mutuo, y no a la violencia. Pensemos en términos micro: un cáncer es una invasión. Pero tenemos un sistema que pone la vida al servicio de unos pocos. Los hombres instauraron un poder para dominar a las mujeres, a otros hombres y a la naturaleza. Y estamos viendo las consecuencias. La OMS reconoce que la covid tiene que ver con un desarrollo enfermo basado en el dominio de la naturaleza. Para mí el problema es el poder como dominación y eso es la violencia.

-Precisamente diferencias entre agresión y violencia. La primera, señalas, es un impulso básico que compartimos con los animales y la violencia es un fenómeno solo humano que busca debilitar las defensas de la víctima y destruirla. ¿Por qué es importante hacer esta distinción?

-Toda la cultura patriarcal y neoliberal se ha edificado sobre un mito que sostiene que el hombre es violento por naturaleza. ‘El hombre es un lobo para el hombre’, decía Hobbes. Entonces, el contrato social que este filósofo promueve legitima que el Estado utilice la violencia en la idea de que, si no existe una fuerza mayor represiva, nos vamos a matar. Los hombres son los que ejercen la violencia. Nosotras generamos vida, cuidamos de ella y la sostenemos, usando un ‘poder para’, en palabras de Hannah Arendt, que no es un poder de dominación sobre el otro. Me parece una cuestión clave, porque dentro de la perspectiva de la psicología se sigue hablando de la violencia relacionada con la testosterona. Me preocupa también que haya sectores incluso dentro del feminismo que consideran que tenemos que identificarnos con lo masculino y ejercer violencia. Tú ves a una criatura recién nacida y viene con unos mecanismos básicos de supervivencia y es en la socialización donde va a aprender a ser violenta si vive en un entorno violento, y a respetar y a defenderse a través de la asertividad si vive en un entorno democrático igualitario.

“No es la dependencia emocional lo que genera el maltrato. Es el daño sicológico y emocional que les cercena sus mecanismos de defensa”

-La violencia y la sumisión se aprende inconscientemente a través de la interiorización de los roles de género. Los varones aprenden a competir y a dominar, y las mujeres a someterse y a agradar. A ellos, dices, se les hace disociarse de los sentimientos de empatía y ternura, que es lo que a la larga favorece la dominación y la violencia. Sin embargo, de la socialización patriarcal no se libra nadie. Funcionamos con esos condicionamientos.

-Hice mi tesis doctoral porque me di cuenta que dentro del psicoanálisis y la psicología no se contemplaba el género. Me decían que yo hacía sociología. Hice una revisión del concepto de masoquismo de Freud y rescataba la importancia de la sumisión como mecanismo de supervivencia. Un perro cuando valora que otro tiene más fuerza agacha el rabo. Hacerse el muerto es otra forma de sobrevivir. Tenemos un mecanismo de ataque y huida. Cuando no funciona, lo que hace la criatura es utilizar el apego, llora, en busca de consuelo y, si tampoco es eficaz, vamos a usar el de la sumisión y el de la inmovilización. Eso me ha ayudado a comprender qué pasa en la mente y en el ser de una mujer que sufre malos tratos y que no tiene que ver, como me habían enseñado a mí, con ese masoquismo constitucional que Freud consideraba que nos correspondía a las mujeres, sino que es un mecanismo de supervivencia. Hay una parte de la psicología que plantea también la dependencia emocional asociada al maltrato. Gente que trabaja la violencia lo utiliza mucho y culpabiliza a la mujer. Cuestiono totalmente esa forma de pensar. No es la dependencia emocional lo que genera el maltrato a las mujeres. Es el daño psicológico y emocional que le cercena sus mecanismos de defensa. No pueden escapar, no pueden huir y hay que enseñarla cómo protegerse.

-¿Y cómo se podría ayudar a las mujeres a descubrir los malos tratos en la pareja? Uno de los signos, adviertes, son el autoritarismo y la asimetría en la relación. Recalcas también la importancia de los micromachismos o sutiles abusos de poder.

-Para hacer la tesis y demostrar que la violencia destruía la subjetividad de las mujeres tuve que hacer un cuestionario, que primero lo llamé ‘MARA’, Mujeres Atrapadas en Relaciones Abusivas. Mi director de tesis alabó su validez. Está colgado en la web de Terapia y Género. Tuve que dedicarme a buscar conductas muy sencillas en las que cualquiera puede verse reflejada: quién decide el coche que compras, quién tiene el mando de la televisión… Micromaneras en las que se ve claro cómo eran las relaciones de las mujeres en la familia de origen, en la relación de pareja y en la relación consigo mismas. Montones de ellas me dicen que es muy útil. Ahora la he ampliado porque he introducido la violencia sexual. Entonces las mujeres en relaciones de violencia estaban absolutamente preocupadas por la supervivencia y lo sexual las traía sin cuidado. Con el aumento de la violencia sexual sobre las chicas adolescentes, me lo replanteé y desde 2013 hasta hoy, estoy investigando el tema. Se ha adaptado para que los y las adolescentes puedan ver las miles de maneras sutiles de violencia en lo cotidiano. Y es que, en el proceso de educación, si no vamos a la raíz de la violencia, que es la violencia en el seno de las relaciones entre hombres y mujeres, el machismo se va a seguir reproduciendo, como de hecho ocurre. Y si metemos la pornografía y la prostitución el problema se agrava hasta niveles inabarcables.

Pornografía y prostitución

-La violencia machista, según la macroencuesta de 2019, es la primera causa de muerte entre mujeres de 15 a 45 años y origen de muchas discapacidades. La violencia está tan naturalizada que no se percibe, recuerdas, pero los datos están ahí y si los asesinados a razón de uno cada cinco días y los violados, uno cada cuatro horas, fueran hombres estaríamos en estado de alarma. ¿Qué opinión te merece la desidia ante este tema de quienes nos representan en las instituciones?

-Es de vergüenza ajena. Se sabe el impacto que la pornografía está teniendo en nuestros niños desde los 8-10 años. Me parece que es una cuestión de alarma social. Estamos viendo el nivel de muerte, de malestar en la humanidad que genera esta violencia. ¿Cómo es posible que no se mueva nadie para plantear medidas efectivas? Rosa Cobo propone algo tan sencillo como prohibir que el porno sea gratuito y evitar que los niños puedan acceder a todo tipo de violencia. Hace poco daba una charla a un grupo de psicoanalistas preeminentes y cuando hablaba de la importancia de este tema me miraban como las vacas al tren. Todo el mundo mira para otro lado. Somos un sector muy minoritario las que estamos alertando de la gravedad de la situación y el Estado debería protegernos y generar políticas y recursos para que las mujeres puedan vivir libres de violencia y para que los niños no vean dos horas diarias de pornografía en la que estan aprendiendo a erotizar y asociar la sexualidad con la violencia -y mucho más dramático, las chicas también-. No se está haciendo nada porque no interesa y, considerando que lo natural es que exista la violencia, no se cuestiona.

“El maltratador primero te trata de maravilla, maneja tu mente, adivina tus deseos inconscientes y cuando se siente seguro te maltrata”

-¿Porque la pornografía y la industria de la explotación sexual son un gran negocio?

-Efectivamente, Rosa Cobo, Mónica Alario, Amelia Tiganus son maestras y expertas en este terreno y hablan de que tenemos un Estado proxeneta. Rosa Cobo destaca las cantidades ingentes de dinero que esta industria criminal está generando y cómo la prostitucion y la pornografía se han incrementado de forma exponencial. Con lo que implica de naturalización y erotización de la violencia. La Fiscalía ha dicho que en 2020-21 se ha incrementado un 30% la violencia sexual entre la juventud y adolescencia. Y todavía hay quien cuestiona que esto tiene que ver con la pornografía. La publicidad y los medios de comunicación están llevando a cabo un proceso de pornificacion de la sociedad a través de la propaganda, que da forma a los deseos. Operaciones estéticas, montones de mujeres con problemas de alimentacion, anorexias… Todo esto va en el paquete de la pornificacion y de la industria sexual violenta que diría Monica Alario.

-¿Puedes explicar la idea, aparentemente chocante, de que la violencia es un problema de los hombres que acaban sufriendo las mujeres?

-El 99,9% de la violencia la ejercen los hombres. Volvemos al efecto de la socialización. A un hombre se le educa para ser un macho y para ello tiene que ejercer violencia sobre los demás y sobre sí mismo. Tenemos que denunciar el daño que se generan a sí mismos. Las feministas hemos resaltado el daño que sufrimos las mujeres, que por supuesto que lo sufrimos. Pero falta un discurso que destaque que esta forma de vida les perjudica también a ellos. Mueren muchos más hombres que mujeres por violencia y, en lo central de la masculinidad, está el dominio a la mujer. Para eso hay que ejercer violencia y las mujeres, encima, la erotizamos, como se ve en la famosísima ‘50 sombras de grey’.

“Hay todo un entramado institucional que protege a los maltratadores y ellas saben que no cuentan con ese apoyo”

-Hay mucha gente que no entiende por qué las mujeres maltratadas aguantan la situación y tú explicas muy bien y con mucho detalle cómo la violencia de género produce daños en la mente y en los mecanismos defensivos de la víctima hasta anularla.

-Que no nos pille un buen maltratador en una relación porque no nos libramos ninguna. Si a ti, de primeras, te viene un hombre y te trata mal tú no te enganchas. Primero te trata de maravilla, maneja tu mente, adivina tus deseos inconscientes y, en el momento en que se siente seguro, ejerce el maltrato. Con las campañas que las animan a denunciar pasa como con la dependencia emocional: a las víctimas les hace un daño terrible porque las culpabiliza. Algunas a veces pueden denunciar pero viene el otro y las somete, amenaza con matarlas y lo hace. Una mujer sabe a nivel inconsciente e intuitivo cuándo el otro es capaz de machacarte y sabe también que para sobrevivir tiene que identificarse con el agresor. Se mete en su mente para darle aquello que reclama, no porque le guste, sino como mecanismo de supervivencia. Todo este proceso no lo puede hacer una mujer sola ni se resuelve con una campaña. Tiene que haber politicas de igualdad, formación, profesionales de la enfermería, la medicina y la judicatura que comprendan este proceso. Porque cuando denuncian las vuelven a retraumatizar. Hay todo un entramado institucional que protege a los maltratadores y ellas saben que no cuentan con ese apoyo. No se comprende todo lo que implica el inconsciente relacional, la dominación, y cómo tienes que producir el proceso de reparación de esas mujeres. Muchas se ayudan entre ellas y, efectivamente, además de trabajo individual necesitan terapia grupal y apoyo mutuo para ver que no son las únicas y cómo otras han salido adelante.

Abuso sexual infantil

-La violencia contra las mujeres en la familia, que estaba oculta, ha acabado emergiendo, pero aún falta por salir a la luz otro problema gravísimo y es el abuso sexual infantil, que se ve acentuado por la concesión incluso de custodias y visitas a padres abusadores, según denuncian las madres protectoras.

-Según distintas investigaciones, una de cada cuatro niñas y algunos niños van a seguir sufriendo violencia sexual. El 99% de las mujeres en el sistema prostitucional han sufrido abuso sexual infantil. Es básico que el Estado proteja a las criaturas. No vale solo con una ley. Hay que dotarla de recursos. El problema es que dentro de la familia la inmensa mayoría de la violencia la ejercen los hombres, que son quienes tienen el poder, y las instituciones los protegen y ellos lo saben. Ahí está el horror del falso SAP. Hay miles de maneras en que la violencia está institucionalizada y defenderse no es nada fácil.

-Has mencionado la tesis de Ingeborg Kraus, que relaciona el abuso sexual infantil con la prostitución porque, según sus investigaciones, muchas de las mujeres y niñas traficadas para la explotación sexual los sufrieron en la familia.

-También con la pobreza y con la minimización de su aspecto violento al presentarla como un trabajo. Es un tema muy complejo. Una parte tiene que ver con haber sufrido abuso sexual infantil. La niña no ha sido respetada y además ha sido humillada. Me pareció espeluznate el dato de los estudios pero hice un recuento de mis pacientes en mis cuarenta y tantos años de profesión y me salía ese dato, una persona de cada cuatro abusada en la infancia. Muchas de ellas han sido ninguneadas y encima el abusador las culpabiliza haciéndoles creer que ellas lo han provocado y eso les provoca confusión. Las fantasías y los deseos sexuales se construyen y, si mi adulto referente me erotiza y además me dice que yo lo he provocado, eso puede convertirse en un recurso para vincularse con el otro.

“En la crianza las mujeres soportan un nivel de estrés y de sufrimiento muy importante”

-¿Qué daños produce la existencia de la prostitución en las mentes, emociones y el yo profundo de las mujeres prostituidas y en la de los propios puteros?

-Si yo me he socializado sintiendo que lo correcto es dominar y, encima he erotizado la violencia, están incapacitados para mantener una relación en igualdad. Un putero no ve a la otra como un ser humano. Calcula qué tiene que pasar en la mente de un hombre para considerar legítimo e incluso divertido abusar de una mujer y violarla previo pago. Son psicópatas. Es la prepotencia sin límite. Lo que nos hace humanos es tener conciencia, empatía y ser responsables de nuestros actos. Ellos tienen amputadas esas facultades. Cómo pueden reírse con vídeos en los que maltratan a las mujeres. Hay una misoginia total, pero no son conscientes dado lo naturalizada que está.

Conflictos y relación

-Los conflictos, destacas, son algo intrínseco a la relación y señalas que la felicidad en pareja no es un estado duradero, sino que debe construirse a cada momento y, sobre todo, que ello es responsabilidad de ambas partes, y no sólo de las mujeres tal y como nos impone el patriarcado. ¿La falta de este esfuerzo constante tiene algo que ver con las cada vez más breves relaciones de pareja?

-Tiene que ver con que exista la posibilidad de divorcio, y con la conciencia feminista que nos lleva a no querer vivir sometidas como siervas a un señor. Las mujeres hemos hecho un esfuerzo terrible por incorporarnos a la vida pública, al empleo y por ser autónomas, pero este esfuerzo no se hace al mismo nivel por parte de los hombres. Esto genera un desencuentro y en la tesis veía que todas las mujeres, no sólo las maltratadas, le damos más valor a lo que nuestro compañero piensa sobre nosotras que a lo que pensamos nosotras. Es muy importante que nuestro compañero nos reconozca y ahí hay mucha frustración. Por otra parte, actualmente el dominio económico ha sido sustituido por la violencia sexual como forma de sojuzgamiento. Sumemos el apoyo de la industria de la moda, la farmacéutica, la pornografía y la prostitución. Para una mujer, tener un cuerpo deseable es un objetivo importante en su vida. Eso hay que revisarlo.

-¿Las mujeres se cansan de intentar que sus compañeros se impliquen en las relaciones y en la vida familiar?

-Se queman porque, sobre todo cuando aparecen las criaturas, el esfuerzo es enorme y siguen siendo muy pocos los hombres que se corresponsabilizan, porque no les han educado para eso y en la crianza las mujeres acaban con un nivel de estrés y de sufrimiento muy importante. Este es otro aspecto que se debería sacar a la luz. Hay que formar y educar. El cuidado emocional es otra carga. Las mujeres nos sentimos responsables de que nuestros hijos, hijas y maridos estén contentos. Amelia Valcárcel lo llama la Ley del Agrado.