Piedra, papel… ¿Tijera?

Es un dato ampliamente conocido que grandes compañías tecnológicas nacieron en humildes garajes. Las protagonistas de esta historia no hecho referencia a ello y hasta es posible que se ruboricen por la comparación. El caso es que su aventura también arranca en un garaje, un txoko de Amorebieta, que en lugar de microchips alberga un taller artesanal de papel de piedra.

¿Papel de piedra? Quizás el concepto y el material sean conocidos entre ‘gourmets’ de las cuartillas y cuadernos detallosos, como lo son las promotoras, pero para la mayoría de la gente resulta algo inaudito.

Curioso, muy curioso, si, como es el caso, pretenden además integrar otras características que lo hacen peculiar: que la iniciativa sea beneficiosa para el medio ambiente, para la sociedad y para la economía local (“triple impacto”), y que suponga también un acicate profesional para mujeres y personas con diversidad funcional.

Papel sin celulosa ni ácidos

Detrás de esta filosofía están dos madres y profesionales, con toda la carga y la compensación que ello supone: Ana Saratxaga, de 49 años, y Meritxel González Intxausti, de 47. La primera, ingeniera química metalúrgica de formación, empleada en una empresa de automoción, y la segunda, técnica de actividades turísticas y trabajadora de una firma tecnológica.

Se conocieron en la asociación de madres y padres del colegio, y coincidieron en el entusiasmo por la idea que Saratxaga se traía entre manos cuando ésta se acercó a González para requerirle una información.

El papel de piedra no es algo que hayan inventado ellas. Una empresa de Taiwan lo patentó en 2008 y ha adquirido un importante desarrollo en EE UU y China, principalmente.

Según explica Saratxaga, se trata de papel ecológico que no utiliza celulosa, agua, lejías ni ácidos en su proceso de elaboración, por lo que “no requiere cortar árboles que, aunque pueden plantarse, crecen a un ritmo mucho más lento del que son talados, y el agua, como sabemos, es también un recurso muy limitado”. Su materia prima es el carbonato cálcico, al que se añaden otros elementos que dan textura al papel.

Pretenden aportar a la fórmula original ingredientes que la hagan más sostenible para el medio ambiente

Mejorar la fórmula

Lo que ellas pretenden aportar a la fórmula –y esto sí es original- son ingredientes que la hagan más sostenible para el medio ambiente. Actualmente, esos elementos añadidos se obtienen de residuos industriales y su intención es extraerlos de la transformación alimentaria y marina.

La empresa está en una fase inicial, aunque llevan más de un año elaborando prototipos caseros. Tras barajar distintas posibilidades han decidido que su producto de lanzamiento sea un ‘midori’. Explican que es una palabra japonesa que designa un cuaderno de viaje, al que han bautizado como ‘Amore Note’.

Consta de tres libretas, todas ellas de papel de piedra y reemplazables. Las envuelve una funda hecha con fibra de piña y tintes naturales, forrada con lonetas que disponen de certificado ecológico ecotex.

Esta semana están afanadas en elaborar un lote de ‘midoris’, que presentarán el próximo domingo, día 13, en una feria en Gordexola. Han dispuesto los cuadernillos de papel, los forros y las lonetas en lotes perfectamente ordenados sobre una amplia mesa rectangular, listos para el ensamblaje.

Cuentan con el apoyo permanente de Nerea Solaguren, que les ha cedido la lonja y tiene diversidad física, y de Jon Sanz, con diversidad funcional intelectual. La monitora de la asociación Gorabide Naia Ordóñez sigue atentamente las evoluciones de Jon, que cose las libretas con esmero.

Las dos emprendedoras se han encontrado en su camino con varias mujeres que les han ayudado “generosamente” a mejorar su idea. La encuadernadora Yolanda Triguero les enseñó las artes de su oficio y la ilustradora Rosalinda Incardona les ha cedido varios diseños que alegran y dan color a la pálida portada de los cuadernillos. Amaia Lizaso, junto a Asier Castañares, de Gráficas Lizaso, ha contribuido a este sueño trabajando con mucho mimo y paciencia la impresión en este material también novedoso para ambos y artesanas locales aportan unos adornos que, como piercings plateados, decoran el lomo de los ‘midoris’.

Ven futuro a su producto porque, aseguran, “el negocio del papel mueve mucho dinero” y existe una amplia oferta en el mercado. Eso sí, papel convencional porque el de piedra, precisan, no es fácil conseguirlo fuera de Internet.

Este material ecológico es resistente a la humedad. Si se moja no se deteriora y ni siquiera se corre la tinta del bolígrafo. Por eso, ven muy apropiados sus ‘Amore Notes’ para personas que quieran imprimir mapas y rutas para excursiones, llevarlos en barcos recreativos o en circuitos de bicicleta de montaña, por ejemplo.

Tienen alas para volar y esas las pone Meritxel, más apta para hacer contactos y relaciones públicas, mientras que Ana, quien se define como friki de la ciencia, representa la cabeza y la toma de tierra

De momento, el papel que utilizan no lo fabrican ellas. Antes de dar ese paso y poder controlar toda la cadena de producción, necesitan encontrar financiación para “llevar la idea a una persona especialista con conocimiento científico que formule lo que planteamos, vea si es viable y construya un prototipo artesanal que sea escalable al modo industrial”, explican.

Quizás los Gates, Jobs y compañía fantasearan en sus garajes sobre las dimensiones futuras de sus experimentos. Es muy posible, porque la imaginación abre la puerta a las posibilidades y los sueños no tienen límite.

En el caso de estas dos mujeres de Amorebieta, tienen alas para volar y esas las pone Meritxel, más apta para hacer contactos y relaciones públicas, mientras que Ana, quien se define como friki de la ciencia, representa la cabeza y la toma de tierra.

Explorar financiación

Van despacio porque lo han planteado en forma de “side hustle” o negocio paralelo a aquél del que obtienen su nómina. Aun así, están empeñadas en montar su propia empresa y pasarlo bien mientras trabajan.

Eso parece que ya lo están consiguiendo. Disfrutan como niñas en su taller improvisado, pensando en distintas opciones, fabricando sus propios prototipos y maravillándose de las ilustraciones de los cuadernillos y los estampados de las lonetas. En estas frías mañanas de invierno, hasta disponen de calefacción y disfrutan de la compañía de Jon, Naia y Nerea, quien prepara un café calentito mientras trabajan y charlan animadamente.

En breve, explorarán las posibilidades de financiación pública, a través de instituciones, universidades, centros tecnológicos o entidades inversoras. Creen que la idea está ya madura y confían plenamente en sus posibilidades.

Pero eso será otra fase. Lo que ahora les ocupa y preocupa es ordenar, disponer y ofrecer un buen escaparate a la mercancía que el domingo hará despegar a su empresa.

Los ‘midoris’, fundas y cuadernillos, con los que lanzarán su empresa.