Irune Costumero Llanera solitaria contra el inexistente SAP 
«Mi hija y yo estamos en un duelo constante»

En el rostro serio de Irune Costumero hay determinación, hay sufrimiento y hay coraje. El miedo y la tristeza parecen ausentes. Dice que el temor ha aprendido a manejarlo y el desconsuelo aflora entre la rabia en su voz quebrada -y tierna a ratos- cuando recuerda la sonrisa y los abrazos de su hija. Esa niña que, subraya una vez más, le han “robado” las instituciones basándose en el acientífico e inexistente síndrome de alienación parental (SAP).

Logró sentar en el banquillo a las personas responsables de la Diputación Foral de Bizkaia y, aunque fueron absueltas, sigue peleando y confía en que finalmente se haga justicia. Pero, de momento la reparación se hace esperar. En su calvario de violencia institucional, ha recibido algún soplo de aliento, como el apoyo que le brindaron la ministra de Igualdad, Irene Montero, o el Presidente del Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas. También la respaldan las leyes, aunque la justicia parece empeñada en ignorarlo.

Esta misma semana ha recibido un nuevo revés. Se ha sabido que le han denegado la custodia compartida, beneficio que disfrutan muchos maltratadores.

La próxima semana estará en Durango (10 de diciembre, Andragunea,19 horas) invitada y apoyada por la asociación contra la violencia machista Andereak. Hablará sobre el ‘Inexistente Síndrome de Alienación Parental: tortura institucional contra infancia y mujeres’.

“Espero que se haga justicia”

-¿Cómo calificas esta última sentencia?
-Lo veo claramente como una auténtica venganza y veo que nadie está mirando por el interés superior de mi hija ni de tantísmos niños y niñas en su situación. La sentencia me parece también una auténtica hipocresía porque salió el 25N. Creo que no había nadie en el juzgado para trabajar, pero sí para emitir ese auto. Ese mismo día, toda la gente de las instituciones, mascarilla morada en la cara, aparecía en la calle aplaudiendo y manifestándose contra de la violencia machista, cuando han creado una lavadora institucional en la que entras te quedas atrapada y sin salida.

Es un maltrato y una tortura económica estar todo el rato batallando y recurriendo a instancias superiores. Lo que hay que tener en cuenta aquí es que hay una niña, que me la arrancaron con policía uniformada cuando tenía 5 años, y que en enero cumple 10. Lleva 5 años fuera de su hogar, fuera de su entorno seguro. Está con una persona que no la trata bien y con la que no quiere estar.

He abierto la caja de pandora del robo de niños, propiciado por un instrumento que es Balora y auspiciado por el departamento de Igualdad y políticas sociales del Gobierno vasco, que utiliza desde hace mucho tiempo el síndrome de alienación parental (SAP), algo que rechaza el Consejo General del Poder Judicial por considerarlo maltrato contra las madres y los niños y niñas. Pero ya antes de que se celebrase el juicio penal contra la Diputación, la Ley Rhodes prohibía el SAP y todos sus sinónimos.

Finalmente han sido absueltos, pero he recurrido al Tribunal Supremo y espero que se haga justicia.

“Hay un patriarcado duro en los juzgados. La maquinaria se activa y todo va en tu contra”

-Si se hiciera justicia, ¿de qué serviría que las instituciones pidieran perdón como ha ocurrido recientemente en el juicio en Bilbao por el asesinato machista de Maguette Mbeugou?
-El perdón está muy bien porque tapa muchas bocas. Pero no es suficiente. Hay que tener en cuenta que nos arruinan. Hay muchísima gente que pierde la cabeza, se suicida o tira la toalla porque no puede soportar toda la presión ni puede pagar lo que supone económicamente. Así que, además del perdón, que está requetebién, hay que pedir compensación económica y que cambien todas las leyes que tengan que cambiar; que quiten el SAP del Balora; que quienes gestionan estos temas sean personas que han hecho oposiciones, y que se dejen de empresas privadas en los asuntos de infancia. No puede ser que una trabajadora social pase por encima de las decisiones judiciales y te arranque a tu hija sin que sea valorada correctamente.

Falta muchísima formación en igualdad, no sólo de las trabajadoras y trabajadores sociales, sino de siquiatras y sicólogos. Mucha de esa gente sale de la Universidad de Navarra del Opus Dei y avala un síndrome que está prohibido por ley. Tiene que desaparecer toda esa gente de las instituciones para que de verdad se pueda proteger a los niños y niñas en vez de desprotegerlos como hacen ahora.

Que empiecen de verdad a mirar por el interés superior de nuestras criaturas. A mi hija le han robado su infancia. Un año de un niña no es el de una persona adulta. ¿Cómo se compensa eso? ¿Con un ‘Perdón, nos hemos equivocado?’ ¿Quién le explica a mi hija que se la han llevado en volandas cuando ella suplicaba que la soltasen?

La fiscal que nos tocó en el juicio hizo apología del SAP. Hay un patriarcado duro en los juzgados. La maquinaria se activa y todo va en tu contra. Y eso es lo que hay que cambiar. Esa tortura institucional absoluta. Se debería considerar delito de lesa humanidad cómo tratan a nuestras criaturas.

“Saben que lo han hecho mal”

-¿A qué crees que responde la postura de las instituciones en tu caso?
-A la fuerza del patriarcado. Les he sacado de su zona de confort. Saben que lo han hecho mal y que llevan mucho tiempo haciendo las cosas mal. Pero no dan su brazo a torcer, porque sentaría precedente. Hay muchísimas madres agazapadas, con muchísimo miedo, esperando a que mi caso siente jurisprudencia. Me han llegado mensajes de muchos países, hasta de Suecia, en ese sentido. Están dejando machacados a muchos niños y niñas en todo el mundo para soltarlos destrozados física y psicológicamente con 18 años cuando ya no hay otra.

“Es verdad que se me ve como una llanera solitaria y así estoy”

-En las apariciones públicas y en los medios se te ve como una llanera solitaria, como una superviviente al maltrato institucional que se atreve a dar la cara. ¿Con qué apoyos cuentas?

-Es verdad que se me ve como una llanera solitaria y así estoy. En el País Vasco es muy difícil conseguir apoyo porque hay mucho miedo. No hay más que ver lo reticente que ha sido la prensa vasca, que prácticamente sólo ha informado del juicio. Sólo se ha hecho eco de mi caso la prensa estatal. En todas las puertas que tocaba me decían que cómo se me había ocurrido denunciar a la Diputación de Bizkaia. Era David contra Goliat. Yo siempre decía y sigo diciendo: a mí me han quitado lo que más quería y he aprendido a dejar de tener miedo, a quitar el miedo al miedo.

Y, como la ayuda que he tenido es prácticamente nula en el País Vasco, he tenido hasta que recurrir a peritos de fuera de aquí. Son de Madrid y de Zaragoza y es algo que la abogada de la Diputación echó en cara en el juicio penal. Que a ver si tenían que venir peritos de fuera para decirnos cómo tenemos que trabajar aquí. Así que he tenido que batallar sola y he tenido que aguantar muchas humillaciones para poder ver a mi hija, pero poco a poco he conseguido poder hablar con gente importante, como el Presidente del Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas, Luis Pedernera. Viajé a Uruguay de martes a viernes y no se me olvidará cómo me reconocieron hasta las azafatas. Ese hombre lloraba oyendo lo que le estaba pasando a mi hija, no sabía nada del SAP y me consta que desde aquella reunión habla de lo que está pasando, no sólo en el País Vasco, sino en el Estado español, en torno al SAP.

Duelo constante

-¿De dónde sacas fuerzas?
-Tengo en casa las fotos de mi hija y siempre está sonriendo. Cada vez que me levanto miro esas fotos y eso me da fuerza. También sus abrazos y su cariño en esas poquitas horas que estamos juntas y que hemos sabido aprovechar desde un principio como si no hubiese un mañana y es que no sabemos si lo habrá. Ese es el problema. Vivimos el presente porque hemos sufrido dos veces un ‘secuestro’, primero por parte de su familia paterna, y cuando tenía cinco años, por parte de las instituciones, de su padre y su familia. Las fuerzas me las da ella.

“Le prometí a mi hija que le traería a casa y no pararé hasta conseguirlo”

-¿Cómo es tu vida alejada de tu hija y condenada a breves contactos, que en algunos casos han sido supervisados?
-La veo fines de semana alternos y martes y jueves por la tarde, y en vacaciones, y ahora no estamos vigiladas. Es muy doloroso. Es una mezcla de sentimientos. Cuando estamos juntas, el tiempo se nos pasa volando. Yo lo defino así: cuando se te muere alguien tú puedes hacer un duelo. Mi hija y yo estamos en un duelo constante. Uno los martes, otro los jueves, otro los fines de semana alternos. Un duelo constante en que mi hija no está bien.

De puertas para afuera tiene la cabeza sobre los hombros y cuando le preguntan como está dice que bien. Como si a mí me preguntan por la calle. No doy ningún tipo de explicación para no ahondar en la herida. Pero ahí están las pruebas de la psiquiatra forense que dicen que sigue persistiendo un rechazo absoluto hacia el padre y la familia paterna. Es resignación lo que tiene mi hija y no hay que confundirla con adaptación. Es muy duro.

-¿Qué factura te está pasando este sufrimiento nivel físico, emocional y mental?
-Mentalmente estoy bien, pero físicamente el cuerpo muchas veces dice para, porque es muy duro ir contracorriente, batallar todos los días, sentirte tan cansada desde por la mañana. He tenido caída de pelo, heridas en la cabeza, gastritis, anemias, he pasado por tres operaciones… Son muchas las cosas que me paran… Estrés y ansiedad continua por recuperar a la persona que más quiero… El cuerpo es sabio y paro. Pero seguiré luchando: me caeré tres mil veces y me levantaré cuatro mil.

“El movimiento feminista debería de reventar las calles y no dejarnos solas como he estado yo”

-¿Hasta dónde estás dispuesta a llegar?
-Hasta el final. No hay vuelta atrás después de 5 años. No hubiera parado ni al segundo día. Le prometí a mi hija que le traería a casa y no pararé hasta conseguirlo.

Llamamiento al movimiento feminista

-¿Qué debería hacer el movimiento feminista?
-Debería hacer autoconciencia, porque no es posible que nos estén matando, y también a nuestros hijos e hijas, porque en ocasiones vinculan a hijos con maltratadores; no es posible que nos los arranquen y que cuando hay un juicio que puede sentar jurisprudencia en toda esta tortura haya sólo 15 personas fuera del juzgado. El movimiento feminista debería reventar las calles.

Las mujeres somos mas del 50% de la población y con careta, si tienes miedo, o sin ella, hay que salir a las calles. No se puede estar agazapada mientras otras salimos sin chaleco antibalas con nombre y apellido -saben toda mi vida, porque no tengo nada que ocultar- para beneficio de muchísima gente.

Eso es lo que no es posible, porque juntas somos mas fuertes y no pueden con nosotras, pero de una en una y haciendo ver que somos casos aislados, que no lo somos, nos van derrotando.

El movimiento feminista debería salir, no sólo el 25N. Cada vez que pasa algo, deberíamos llenar las calles, hacerle ver a la gente lo que está pasando y lo que pasaría si en vez de diez mujeres muertas fuesen diez futbolistas o jueces o fiscales. Sacarían los tanques a la calles. Pero como somos mujeres que no valemos nada y son niños y niñas invisibles sin voz ni voto nos tienen agazapadas en casa y eso es lo que no puede ser.

Desde aquí hago un llamamiento al movimiento feminista para que no nos toreen más, porque mañana te puede pasar a ti y puedes estar tú sola batallando y te gustaria que alguien te tendiese la mano, y te dijese yo si te creo hermana y no te dejasen sola como he estado yo.